Nuevo diseño pero menos recursos

Desde sectores del Frente Amplio hay visible inquietud e incluso se ha lanzado un alerta ante cambios en las normativas financieras que impedirán al Banco República (BROU) volcar parte de sus utilidades al Fondo de Desarrollo (Fondes) y una de las consecuencias de esta normativa es que quedará sin financiamiento al menos hasta 2020 la herramienta creada durante la administración de José Mujica para financiar proyectos autogestionados por trabajadores.
Esta perspectiva surge precisamente cuando está en proceso el tratamiento de la Rendición de Cuentas y Balance de Ejecución Presupuestal, donde el Poder Ejecutivo, en acuerdo con la bancada oficialista, reconoció que deben buscarse recursos para financiar erogaciones que no contaban con provisión posible de recursos.
En diálogo con El Observador, el representante comunista en la Mesa Política del Frente Amplio, Claudio Migliarini, señaló que el tema preocupa al sector. Adelantó que trabajarán para encontrar otras formas de financiamiento y reclamó “no congelar” el Fondes.
Pero a su vez, el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, explicó ante la bancada oficialista los cambios en la normativa del Banco Central (BCU) que afectarán el flujo de dinero hacia el Fondes, que es sustentado con parte de las utilidades del BROU. Así, el hecho de que los requisitos de capital sean más altos implicará que haya menos dinero para repartir por concepto de utilidades o que incluso no se llegue al nivel mínimo exigido por la carta orgánica para habilitar la distribución.
Las nuevas disposiciones dejan al BROU sin capacidad para derivar utilidades a Rentas Generales y al Fondes al menos hasta el final del período, teniendo en cuenta que desde su creación en 2011 por Mujica, como una alternativa presuntamente válida para emprendimientos en problemas, al cabo de seis años enfrenta serios problemas que incluyen préstamos no devueltos –la mayoría– y el congelamiento de los fondos del BROU.
El gobierno de Tabaré Vázquez, ante los resultados negativos desde todo punto de vista en cuanto a darle viabilidad a los emprendimientos y la devolución de los fondos, se embarcó en una reconversión del Fondes. Ha sido dividido en dos partes, una es administrada por el Instituto Nacional del Cooperativismo (Fondes Inacoop) y otra por la Agencia Nacional de Desarrollo (Fondos ANDE).
Ante esta nueva visión, diferente a la idea original de Mujica, el Fondes Inacoop ha negado préstamos a emprendimientos que cerraron y fueron asumidos por los trabajadores. En su lugar, dispone volcar los fondos a proyectos nuevos o cooperativas ya existentes que quieran mejorar su producción, lo que todavía no se ha concretado bajo el nuevo diseño.
Igualmente el Fondes volvió a arrojar pérdidas en 2016, por un monto de 15 millones de dólares, en tanto en 2015 las pérdidas habían sido de 14,3 millones de dólares. Puede decirse sin temor a equívocos que es consecuencia de problemas con emprendimientos a los que se cedieron recursos con un fondo ideológico y sin analizar efectivamente su viabilidad y perspectivas de inserción en el mercado, por lo que no hubo retorno social en cuanto a sustentabilidad, que es lo que debería hacer la diferencia.
También hay problemas de recuperación de fondos, con créditos hasta ahora incobrables –nada hace pensar que este escenario pueda cambiar– por 63 millones de dólares, lo que es prácticamente el 90 por ciento del total de préstamos, con varios complejos que ya han debido cerrar sus puertas pese a los dineros que fluyeron generosa e irresponsablemente y a ciegas en muchos casos.
Y si bien desde el punto de vista del perfil ideológico el argumento manejado para esta provisión alegre de fondos es fomentar la economía social, no puede soslayarse que el resultado es que se han dilapidado ríos de recursos sin retorno y sin siquiera mantener el empleo un tiempo significativo, que se decía era el leit motiv de la cuestión.
El punto es que la creación y financiación de las denominadas empresas autogestionadas por los trabajadores fue un caballito de batalla del gobierno que encabezó José Mujica, un aporte testimonial catalogado por el exmandatario como una vela prendida al socialismo en pleno Siglo XXI, cuando ha quedado expuesto sin excusas el fracaso estrepitoso de los regímenes colectivistas que se basaron en el marxismo.
Durante el gobierno de Mujica, el Fondes prestó U$S 43 millones a cinco empresas autogestionadas por sus trabajadores a pesar de que los informes técnicos eran negativos y sugerían fuertes debilidades de los proyectos, según se desprende de los informes de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP).
La gestión del Fondes ha reafirmado un perfil voluntarista que nació y se potenció durante la administración de Mujica, con improvisación sobre la criteriosa administración de los recursos; y ha primado la obtención de réditos políticos mediante el manejo dispendioso de dineros públicos, sin analizar que estos fondos solo “solucionarán” el problema por un tiempo.
Así, sin efectuar mayor análisis sobre la viabilidad de los planteos, se han financiado a tambor batiente iniciativas autogestionarias condenadas al fracaso, que significaron que se volcaran decenas millones de dólares en proyectos con escasa o nula sustentabilidad y que a la vez debiera mantenerse una y otra vez a trabajadores en el Seguro por Desempleo más allá de todos los plazos legales.
Naturalmente, el fondo de desarrollo al que se ha cambiado ahora la óptica tiene otra perspectiva y justificación cuando se trata de apoyar el surgimiento o desarrollo de emprendimientos cooperativos viables, pero ha sido esencialmente un despilfarro manifiesto cuando se ha tratado de mantener indefinidamente personas en el Seguro por Desempleo en determinados emprendimientos con dinero de los contribuyentes, sin término y sin objetivos de sustentabilidad posibles.
Encima, se ha discriminado a los miles de trabajadores de otros emprendimientos que han tenido que pasar por el Seguro por Desempleo sin tener esta posibilidad, y luego quedado cesantes, desde que no están en los objetivos ideológicos especialmente contemplados.
No puede extrañar por lo tanto que la mayoría de las veces se va a un fracaso seguro por falta de capital, de mercado, de tecnología, de capacitación, de visión empresarial sobre la orientación de la demanda. Las consecuencias están a la vista.
Se requiere por lo tanto mucho más que esta reformulación, con un criterio de gestión acorde a la dinámica de la economía. Porque el dinero que aportamos todos los uruguayos debería en este caso específico ser el principio de un circuito virtuoso, con fondos blandos retornables que apuesten al desarrollo de proyectos con sustentabilidad, en el marco de una apuesta de retorno social sobre bases firmes y no de ruleta asistencial.