Un empleo paralizado

Crecimiento no es desarrollo. Que una economía se expanda no significa que trae aparejado un desenvolvimiento automático del mercado laboral, de la inversión, del consumo. El crecimiento debe sustentarse en políticas sólidas que apunten a fortalecer el capital humano, el sistema educativo y que ante un desfasaje no castiguen –con suba de tarifas y más impuestos– a las empresas y a las familias, como ha sucedido con el actual ajuste para reducir el déficit fiscal, fruto de despilfarros y de no haber aprovechado la bonanza de la última década. Las últimas cifras de empleo dejan visualizar, una vez más, esa falta de desarrollo y lo estancando que estamos los uruguayos.
Los datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) el jueves pasado mostraron que el porcentaje de uruguayos ocupados bajó a 57,8% de la población en edad de trabajar en el promedio del segundo trimestre del año, desde 58,2% en igual período del año pasado. El desempleo se ubicó en 7,8% de la Población Económicamente Activa (PEA) –una décima menos que en mayo y tres décimas más que en junio de 2016–, lo que implicaba unas 137.000 que buscaban empleo sin encontrarlo.
Si bien en el número de empleos no representa un caída significativa –unos 1.300 puestos de un total de 1,6 millones–, representa un décimo trimestre consecutivo de contracción interanual del mercado de trabajo, desde el máximo de 60,8% alcanzado en el último cuarto de 2014, indicó un análisis de El Observador. En el último año se destruyeron 23.000 puestos de trabajo, según cálculos de El País.
Este panorama ha generado preocupación en las autoridades. En una presentación ante la Cámara Española de Comercio, el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, dijo que el mercado laboral exhibe “resultados preocupantes”. “El nivel de empleo acumula dos años de caída y muestra que si comparamos el primer cuarto de 2015 con el primer cuarto de 2017, hemos perdido 40 mil puestos de trabajo. Para Uruguay eso constituye una cifra preocupante, alta, que exige dedicación para superarla. Los sectores que tienen mayor participación en el empleo son los que menos han crecido en el último tiempo. Entre ellos están la construcción y el comercio”, reconoció Astori.
Neker de la Llana, socio de Organizaciones + Humanas (O+H), consultado por El Observador respecto a la situación del mercado laboral, respondió que existe un conjunto de fenómeno de mediano y largo plazo que dejan su huella en la dinámica del empleo. “Esa correlación entre crecimiento de la economía y generación de empleo se está desdibujando. Estamos hablando de un proceso de incorporación de tecnología y de industrias menos intensivas en mano de obra. Las compañías incorporan menos personal y con mayor especialización”, aseveró.
Por su parte, José Luis O’Neil, socio de Ascende, otra consultora de recursos humanos, también dio una pauta sobre la actualidad del mercado laboral uruguayo. “En los últimos procesos de selección que venimos realizando para el sector industrial, nos llama la atención el mayor volumen de postulantes calificados que se encuentran en la búsqueda de trabajo con respecto a dos años atrás, ya sea por la inestabilidad que experimentan en las empresas en las que se encuentran o por haber perdido recientemente su empleo.”
La semana pasada estuvo por Paysandú el doctor en economía Ernesto Talvi, director académico del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), junto a un equipo de jóvenes asistentes. Desde hace un año y medio, se encuentran de gira por todo Uruguay, donde llevan adelante lo que llaman “Encuentros Ciudadanos”, para divulgar sus ideas y generar el debate público sobre temas candentes. En conversación con EL TELEGRAFO, Talvi se refirió a las características del crecimiento económico de Uruguay, del cual Cepal prevé una expansión de 3% para este año, y que dan la pauta de por qué el mercado laboral no avanza por estos días.
“Hemos crecido 6% por año entre 2004 y 2013. El doble de la media histórica, algo que no se veía desde 1950. Había un gigante llamado China que compraba todo lo que había en la vuelta. Entonces tuvimos un boom espectacular donde se sumó la crisis financiera en los países desarrollados: llegaron un montón de capitales que estaban buscando en estas tierras mejores rendimientos”, repasó el economista. No obstante, “en ese boom económico, donde subieron ingresos, salarios, empleos, bajaron la pobreza y la indigencia, la fragmentación y fractura sociales siguen creciendo. La rapiña, el delito violento, se multiplicó por tres, aquí en Paysandú por cuatro. El crecimiento no es desarrollo. Aquello resultó ser un crecimiento circunstancial, fue como sacarse la lotería por un rato”.
Por este motivo, alienta el desarrollo del capital humano y mejorar la educación, método capaz de generar un círculo virtuoso en el que el país pueda sostener con mayor solidez. “Las inversiones que llegan son las inversiones inteligentes, que quieren asociarse con el conocimiento para poder desarrollar sus actividades. Si no hacemos eso, más allá del crecimiento, lo que seguirá pasando es que en lugar de generar oportunidades de trabajo aquí, vamos a mandar al mundo a nuestra gente, especialmente a las más calificadas porque aquí no encuentran posibilidades de trabajo”. Es, exactamente, lo que está sucediendo.