Delegación sanducera se prepara para Asunción disfrutando de las maravillas de las cataratas

FOZ DE IGUAZÚ, 18. (Por Enrique Julio Sánchez). La lancha-gomón avanza impulsada por sus dos motores fuera de borda por el caudaloso Iguazú. No es un río tranquilo en esa zona, las fuertes olas golpean la embarcación. A lo lejos, se ve parte de las Cataratas de Iguazú. La lancha avanza, sin pausa. La naturaleza se introduce rauda por los ojos y explota en los sentidos. Una sensación de euforia se apodera de todos, maravillados por lo que puede verse. La lancha sigue avanzando. El salto está a –quizás– cincuenta metros. Por unos instantes, casi queda detenida en el agua, los motores ronronean. Entonces se siente la aceleración y la lancha salta hacia adelante y enfila directo al salto, que está cerca, cerca, tanto que miles de gotas en suspensión mojan. No es todo, el salto baña la lancha y a sus ocupantes. El baño de las cataratas en medio del griterío. Completamente empapados, completamente satisfechos, hay una segunda oportunidad para colarse debajo del salto y ser bañados por sus aguas que se desploman desde la altura, con cierto regusto terroso.
Zafari Macuco. La mitad de la delegación vivió esa experiencia en la calurosa tarde del Parque Nacional de Iguazú, lado brasileño. ¿Cómo se valora una experiencia así? Tiene un costo, 70 dólares, considerado de temporada baja. ¿Los vale? ¿Cuánto valen esas dos horas entre traslados al Puerto Macuco y la media hora de navegación propiamente dicha?
Depende, todo es caro y barato según el cristal con que se lo mire. Depende cuánto pueden grabar los ojos, cuánto puede atesorar el disco duro de la memoria, cuántas sensaciones se pueden sentir, en un sitio único, y en una experiencia igualmente única.
La jornada de miércoles, dividió a la delegación, pues una parte se quedó en el hotel Carimá, desde que era necesario comenzar a ajustar los detalles para el acto recordatorio del viernes, en Asunción del Paraguay. María Dolores Álvarez, Adela Scartachini, Juan José Oberti y siguen las firmas, se quedaron en Foz de Iguazú atendiendo precisamente esos asuntos. Todo tiene que estar listo para el acto que tendrá lugar en el Solar de Artigas, el gran día para el que todos se preparan.
El resto de la delegación, que no tiene a su cargo tareas administrativas, ascendió al ómnibus de Sabemar y se dirigió al primero de los paseos, el Parque de las Aves, frente a la entrada a las Cataratas de Iguazú. Tras abonar 15 dólares, todos adentro, aprontando cámaras fotográficas y teléfonos celulares.
Afuera predomina el hormigón, pero dentro, casi no se escuchan otros sonidos que los de los pájaros y la vegetación es frondosa. Por allí aparece un viejo conocido de todos los sanduceros, pero en su “envase” original, el Chajá. La variedad de aves es enorme, aunque también pueden apreciarse reptiles.
Papagayos, tucanes, faisanes, grullas, lechuzas, solo por nombrar algunas. Y el águila Arpía también, que permitió que durante un buen trecho no se detuvieran las bromas. Tras algo más de una hora de recorrida, apreciando buena parte de las 140 especies y 1.100 ejemplares, el tour llegó a su fin.
Fue el momento de trasladarse al Parque Nacional de Iguazú (Brasil). La primera recorrida fue la Senda de las Cataratas. Brasil tiene menos saltos en su propio territorio, no obstante, la vista de los saltos en territorio argentino es espectacular. En los miradores de contemplación se aprecian en todo su esplendor, culminando –una suerte de grand finale– con el mirador frente a la Garganta del Diablo, lo más deslumbrante, lo que seguramente nunca se olvidará. Después un almuerzo que en promedio cuesta 600 pesos, para fast food. Y allí de nuevo el grupo se dividió. Una parte quiso disfrutar de Safari Macuco y la otra prefirió dar por terminado el día y retornar al Centro de Visitantes, para desde allí volver al hotel. La mitad de la mitad más aventurera, vivió sus dos horas inolvidables, en pleno río Iguazú. En el viaje de retorno, otra sorpresa, más allá que solo fuera una “cosa grande para mi”. El hecho es que el micrófono defectuoso fue “jubilado” y su lugar ocupado por uno “de paquete”.
En el hotel, parte de los que se habían quedado habían ya concluido su tarea y disfrutaban de las amenidades, especialmente la piscina abierta. La delegación estaba nuevamente completa, todos en el hotel, aunque no todos en el mismo asunto. Eso si, nadie pierde de vista el objetivo del viaje, más allá del disfrute de conocer cataratas. Porque el viernes se acerca y eso entusiasma a todos. A media mañana, en la escuela ubicada en el Solar de Artigas, ante todo su alumnado y con la presencia de varios de los “históricos” que a caballo unieron Paysandú con Asunción del Paraguay en 1997, se realizará el acto conmemorativo, organizado por la Asociación de Sociedades Tradicionalistas de Paysandú. Es bueno recordar los hitos de la historia. Faltan dos días.