“Inaceptable” defensa de Lula por la izquierda de nuestro país

“Cualquier análisis serio confirma que Lula fue parte y tiene responsabilidad en el escándalo más grande de corrupción en la historia moderna de Brasil, con ramificaciones a lo largo y ancho de casi toda América Latina”, reflexiona el líder del Partido Independiente, Pablo Mieres, a propósito del encarcelamiento del expresidente brasileño.
Subraya que Lula está preso como resultado de un fallo del Tribunal Supremo de Justicia de Brasil, luego de que fuera condenado por corrupción, en primera y segunda instancia, a doce años de prisión, al recibir como contrapartida de ventajas otorgadas desde el Gobierno a una empresa brasilera, un apartamento de lujo en el balneario más caro de San Pablo.
Mieres se pregunta: “¿Alguien puede tener alguna duda de que Lula, con el poder que tuvo desde 2003 hasta la destitución de Dilma Roussef en 2016, era totalmente ajeno a la inmensa red de corrupción?” y trae a colación que el propio José Mujica señaló en el libro “Una oveja negra al poder” que Lula le había reconocido que tenía que comprar legisladores en su país para poder gobernar, “lo que significa una confesión expresa de que había incurrido en actos de corrupción”. También considera que, en el escándalo denominado el mensalao, “hubo otros dirigentes del PT que ofrecieron su cabeza para salvar al presidente”.
A juicio del senador del Partido Independiente, “Lula debería haber sido muy estúpido para permanecer al margen de tales escándalos gigantescos y, de hecho, además de la causa por la que fue condenado en dos instancias, está siendo investigado por otros cinco casos, en los que está acusado de actos de corrupción”.
Para el parlamentario, por más que desde algunos sectores quieran “convertir a Lula en un mártir inocente”, la realidad demuestra que este líder histórico de la izquierda brasilera “traicionó los ideales y los valores más queridos de la transparencia y la honestidad”.
Trae a colación que, en su momento, el expresidente encarnó una gran esperanza para gran parte de la población brasileña, por su pasado de trabajador y sindicalista sobre todo, pero subraya que los hechos confirman que “cedió a la tentación de la máquina corrupta y formó parte de esa gigantesca red que se extendió a lo largo y ancho de la región, llevándose puestos a numerosos gobernantes de países de América Latina”.
Cuestiona que, en Uruguay, el Frente Amplio ha decidido “abrazarse al líder corrupto, defendiéndolo con argumentos muy débiles y señalando que se trata de un gran complot del gran capital y de la derecha, que no le perdona sus políticas a favor de los más pobres. Prefieren permanecer ciegos o mirar para el costado, esquivando el reconocimiento de lo obvio”.
Entiende que si bien en Brasil la corrupción alcanzó a casi todas las figuras políticas, empezando por el actual presidente, Michel Temer, son muy pocas las figuras políticas brasileras que se salvan de esta catástrofe de la ética pública y menciona que hasta ahora solo Marina Silva, quien acaba de lanzar su candidatura presidencial, se muestra ajena “a estos escándalos sistémicos”.
Rechaza asimismo la amenaza velada que hizo pública el jefe del Ejército brasileño, “la que nos genera el más profundo rechazo y la mayor preocupación indicando que estamos viviendo tiempos oscuros para la región”.
Para Mieres, lo que se da en Brasil tiene muchas similitudes con lo ocurrido en Italia en los 90, cuando cayó todo el viejo sistema de partidos al impulso de la corrupción develada por el Poder Judicial.
Y en el caso de Brasil, acota, agrava el escenario la reaparición de nostálgicos de extrema derecha que participaron o defendieron la dictadura, con el agregado de la crisis de credibilidad de los grandes partidos brasileños. Esto genera condiciones todavía imposibles de calibrar en cuanto al impacto que tendrá sobre la región.
Igualmente, subraya que es inaceptable que desde la izquierda uruguaya “se siga defendiendo a Lula contra toda evidencia”, lo que no habla bien de cual es la real postura de la fuerza de gobierno con respecto a la corrupción.