Propuesta para la educación, desafío a recoger

El 16 de mayo, el colectivo multipartidario de expertos en educación Eduy21 tiene previsto presentar en el Parlamento su denominado Libro Abierto para la reconstrucción del sistema educativo en el Uruguay, que entre otros aspectos propone mayor autonomía para los centros educativos, más poder para el Ministerio de Educación y Cultura (MEC), cambios profundos en el modo de trabajo de los docentes y no apelar a la repetición.
Los expertos reclaman una reforma urgente, basada en un marco curricular común, recogida a grandes rasgos en el libro a ser presentado en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. Este consta de unas 100 páginas con medidas concretas para discutir públicamente, y naturalmente, abierto a sugerencias y modificaciones, de ser necesario, con la expectativa de que luego de finalizado este proceso, a inicios de 2019, las propuestas sean incluidas en el borrador de una nueva Ley de Educación que esperan pueda votar el gobierno que asuma en 2020, cualquiera sea su signo partidario.
Entre otros actores, pertenecen a Eduy21 Fernando Filgueira, doctor en Sociología y exsubsecretario de Educación y Cultura, frentista independiente; el referente en educación del senador nacionalista Luis Lacalle Pou, Pablo da Silveira; los colorados Renato Opertti y Robert Silva (integrante del Codicen por elección de los docentes); y varios miembros del Partido Independiente. También están el dirigente sindical Richard Read y otro frenteamplista como el exdirector de Educación, Juan Pedro Mir.
El plan recogido en este centenar de páginas contempla dotar de más poder al Ministerio de Educación, capacidad rectora técnica y estratégica del Codicen frente a los consejos desconcentrados, y autonomía para que los centros lleguen a los resultados por caminos alternativos. Eduy21 critica el sistema actual, que incluye 13 materias en el liceo, y propone un plan de trabajos prácticos que permitan acceder a los conocimientos sin tener que memorizar, por ejemplo, fechas o procedimientos como el de la fotosíntesis. También está contra la repetición y advierte que para el sistema que proponen los docentes deberán recibir una formación complementaria.
Un aspecto central recogido en la propuesta de los expertos es el establecimiento de un marco curricular común, que pone énfasis en evitar el salto brusco de la escuela al liceo y con este fin se generan dos consejos (no tres, como hay ahora: Primaria, Secundaria y UTU): uno de Educación Básica, que va de los tres a los 14 años, por tanto las clases irán de primero a noveno, y otro de Educación para Jóvenes, para los que tienen de 15 a 18.
“La idea es evitar el problema que tenemos en el pasaje de Primaria al Ciclo Básico. Ahí tenemos una fosa en el que los chiquilines caen, sobre todo en primer año de liceo. Esto es como una guerra, ver caer al soldado y no poder hacer nada. Es desesperante. Estamos así hace muchos años y es hora de decir basta a las soluciones paliativas”, advierten el grupo de técnicos. Seguramente todos quienes hemos pasado por las aulas liceales, recordamos que sin dudas, con grado diferente en cada estudiante de acuerdo a sus características personales, ha tenido un efecto traumático y de absorción difícil el pasar de la escuela a Secundaria, de una maestra en pleno horario a más de una decena de profesores de distintas materias y un régimen de funcionamiento muy distinto.
“Si en sexto de escuela repite el 3% y en primero de liceo el 30%, lo que está pasando es que hay una fosa en la que los chiquilines caen. Se necesita, entonces, unir las dos partes: que de sexto se pase a séptimo, después a octavo, y después a noveno. Que haya una unidad”, evalúa Filgueira, al considerar que esta unidad se lograría a través de una currícula generada especialmente para que el salto que se da de sexto a primero de liceo no sea tan largo, e incluso un plan para que no se pase de tener una maestra a 13 profesores de un año al otro.
Asimismo, Eduy21 propone dar más poder al Ministerio de Educación y Cultura (MEC), para que sea el responsable político de todo lo que pasa a nivel educativo. En tanto, el Codicen sería el brazo ejecutor de los objetivos que la cartera se propusiera.
El plan incluye reestructuras en el Codicen, con la idea de dotarlo de más capacidad rectora, con un departamento de desarrollo curricular (lo que implicaría que ya no fuera cada consejo el que armara los programas, sino que hubiera una unidad dictada desde el Codicen), y con una oficina de planificación encargada de armar el presupuesto quinquenal (hoy lo hace cada consejo, y el Codicen solo lo revisa y lo eleva al Poder Ejecutivo).
Por otro lado, la propuesta es dar autonomía a las direcciones de los centros educativos, que bajo el control del Codicen, tendrían más flexibilidad a la hora de buscar las mejores tácticas que sirvan para que los jóvenes logren las competencias y habilidades necesarias.
Bueno, principio quieren las cosas, luego de tantos años de persistente degradación de la educación en el país, porque a esta altura del tercer milenio un aspecto indiscutible como factor que propicia el desarrollo y la inclusión en un país, tanto en el plano interno como en el ámbito global, es generar una educación acorde a los nuevos desafíos.
Sobre todo, con las décadas se ha pasado de que sea un valor agregado deseable a constituirse en un elemento indispensable no ya para acortar distancias con el mundo desarrollado, sino para no seguir perdiendo rueda y aumentar la brecha en calidad de vida y sustentabilidad, por citar solo dos facetas inherentes a la problemática de un país.
Han pasado ya varios años, sin embargo, desde la apelación y la promesa lanzada por el expresidente José Mujica en cuando a que promovería “educación, educación, educación”, que dijo era uno de sus objetivos prioritarios, solo que a juzgar por los hechos, más allá de algún logro puntual que solo ha servido para maquillar la realidad, su voluntad política no le alcanzó para llegar a las grandes corporaciones que luchan, con éxito, por mantener el statu quo en este sector clave.
En realidad, las corporaciones de gremios docentes fundamentalmente le han torcido el brazo a cada intento del expresidente –que quedó en intenciones solamente– de generar algún cambio, y lo mismo ha ocurrido con el Dr. Tabaré Vázquez, quien incluso durante su primer mandato cedió a estas presiones corporativas a contramano de lo razonable y de lo que deberían ser objetivos en aras del interés general. También debió desistir de su fallida idea de “cambiar el ADN” de la educación, que ha quedado en nada.
Y lamentablemente, todo indica que sigue habiendo resistencias desde el gobierno y el propio MEC a los cambios. Un ejemplo es que tras el cese de la exdirectora del Consejo de Educación Secundaria, Celsa Puente, las directivas de la ministra de Educación y Cultura María Julia Muñoz, mientras continúa su viaje en el exterior, son que para este cargo el requisito sine qua non es que sea mujer, como la antecesora y las otras titulares de los consejos. La capacidad y méritos parece que son lo de menos, y sí dar prioridad al género. Sería para reír, si no fuera que lo dice en serio, y que se sigue tomando a la enseñanza como un coto reservado, en el que cualquier cosa da lo mismo.