Rendidos ante la delincuencia

El Director Nacional de Policía, Mario Layera, tuvo un acto de sincericidio en una entrevista con El Observador. Reconoció que la Policía encuentra escollos cada vez más difíciles de sortear en el combate a la delincuencia y se enfocó en las consecuencias que generan la marginalidad y las políticas sociales en el universo delictivo.
¿Es correcto –políticamente hablando– que un jerarca se manifieste de esa manera, cuando el discurso oficial va por otro lado? Porque mientras se asegura que décadas de desatención de los sectores más vulnerables provocaron el quiebre social y que este gobierno está encarado a revertir esta situación, Layera dice que la marginalidad algún día será mayoría. Por eso cuestionó en la entrevista “¿cómo vamos a contenerlos?” Es ni más ni menos que lo que opina una mayoría en la calle, en charlas de café y en las redes sociales, incluso lo hacen políticos oficialistas. Lo que pasa es que lo dijo un jerarca policial a un medio de comunicación masivo, y para colmo, “opositor”.
Y acá tampoco entran las “conspiraciones de Atlanta” ni la posibilidad de creer que Layera resulta ser un blanco fácil para que “caiga” en una entrevista. Lo que ocurre es obvio y mantiene preocupado al gobierno, pero la autocrítica no es una característica que se aprecie y menos cuando falta poco para el comienzo de una campaña electoral.
El director nacional de Policía fue más allá y predijo que si la situación no mejora, el país terminará como Guatemala o El Salvador, con barrios privados con seguridad propia (que ya existen, al igual que centros educativos que reclaman por mayores garantías) y una previsible disminución del poder del Estado “ante organizaciones pandilleras que vivan de los demás cobrando peaje para todo” (algo que también ya existe).
Sin dejar de mencionar que, mientras el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, el subsecretario de la cartera, Jorge Vázquez, y otras autoridades van con custodias hasta a las entrevistas de los medios de comunicación, el resto de la población padece por esa inseguridad y lo reclama.
No es “sorprendente”, de acuerdo a la definición de algún referente político, que Layera la tenga tan clara y sepa lo que hay que hacer. Lo que ocurre es otra cosa y resulta transversal en la pesada institucional existente, donde varios organismos aseguran que se ocupan de un tema y al final, lo único que se queda es un gran agujero negro económico con cero resultados.
El jerarca policial se queja de la “información reservada” que se encuentra en el Ministerio de Desarrollo Social y en la ANEP, porque para terminar con este problema se deben aplicar “medidas no simpáticas”.
Y en este sentido, tampoco es difícil de pensar que, con la instalación de verdaderas usinas generadoras de votos que subsidian, apañan, “reservan” y victimizan, será difícil arribar a un consenso entre organismos que se ocupan de la población “vulnerable” que a estas alturas está bastante más victimizada de lo que se supone.
Por eso rechina en algunos que Layera se extienda en conceptos que van a contrapelo de lo que se dijo durante la interpelación al ministro del Interior, Eduardo Bonomi. En aquella oportunidad, no solo que no se aclaró nada, sino que quedó de manifiesto el objetivo principal: blindarlo como sea, incluso a costo del terrorismo verbal.
Porque la descoordinación y las “chacritas” políticas que se ejercen en las distintas reparticiones del Estado son visibles y quien no quiera verlo, entonces mira a otro lado o se ha vuelto demasiado fanático. Incluso el argumento de una Policía mejor paga, mejor armada y más capacitada no es de recibo, porque la delincuencia también ha progresado y aún más.
Cualquiera sabe que cambió el discurso y no se roba sólo por robar. Ahora la violencia que usan es para ensañarse con las víctimas y varios homicidios ocurrieron a pesar de no anteponer resistencia. Se entrega el botín y el balazo va igual. ¿Y ese análisis es de izquierda o de derecha?
¿Es incorrecto –políticamente hablando– que Layera diga que la decadencia comenzó en las cárceles o es algo tan obvio que rompe los ojos? Las verdaderas “escuelitas del delito” están manejadas por pesados y eso está reconocido por operadores judiciales, técnicos y hasta el oficialismo.
Ahora Layera deberá concurrir a la comisión de Seguridad de la Cámara de Senadores, a solicitud del nacionalista Guillermo Besozzi, a decir prácticamente lo mismo que dijo al medio capitalino. Lo que preocupa en este sentido, es que nuevamente habrá políticos hábiles que lograrán derivar el centro de la cuestión, como ya lo hicieron en la interpelación al ministro.
Acá parece clave el espíritu de rendición frente a una delincuencia atenta, armada y capacitada, con varias cabezas pero ninguna visible, que sabe que el nuevo código le facilita bastante el camino. Por eso, ganan terreno y por esa razón –también– la Policía llega tarde.
Este escenario allana el camino a una sociedad aún más fragmentada, donde los que pueden pagar su propia seguridad se sentirán seguros y habrá otros (la mayoría) que tendrán que continuar con sus vidas, como hasta ahora. La fisura vino para quedarse, pero lo importante es el blindaje político y de allí no se mueven. Porque cuando se pide “mano dura” –o medidas “poco simpáticas”, según Layera– se apela a las adjetivaciones continuas. Y la palabra “facho” –que también vino para quedarse– es objeto de una gimnasia verbal que nada tiene que ver con nada.
¿Y cuál es el papel de la justicia? Layera lo define claramente: es “difícil” llevar una investigación a largo plazo “porque hay un lío en la Fiscalía que no te lo permite”. Es decir que marchan los delincuentes que son detenidos en “flagrancia”. ¿O también van a refutar que los fiscales tienen centenares de casos, en el marco de un sistema para el cual el país –ya no solo el Poder Judicial– no estaba preparado? Una perla más en el largo collar de reformas progresistas mal hechas, inoportunas y nefastas para el país.
¿Y cuál es el protagonismo de la tecnología en el universo delincuencial? Fundamental, porque el WhatsApp es un aliado para los narcos que no se puede “pinchar”.
Que la comparecencia de Layera no sea una nueva desviación mental de algunos referentes políticos, sino que sirva para aportarles a ellos un poco más de calle. A veces, andar todo el tiempo en autos oficiales y bajarse frente a las puertas de sus casas, les embota la mente.