Entregaron perros Maremma a productores sanduceros

Se concretó días atrás en Paysandú, la entrega de perros de la raza Maremma a productores del departamento que cuentan con ovinos, y que por encontrarse en zonas “complicadas” por el ataque de predadores, necesitan mayor seguridad para sus majadas.
Se trata de cachorros de 2 meses de edad, provenientes del único criadero habilitado al norte del Río Negro, perteneciente a la familia Brasesco Gómez en la zona de Paso Guerrero, departamento de Paysandú. Esta acción se enmarca dentro del proyecto “Más Tecnología” que llevan adelante el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), entre cuyos cometidos está la “validación de la cría de perros Maremma en predios familiares de productores con ovinos”.
La entrega tuvo la particularidad que fue la última realizada en forma gratuita a productores por el proyecto, ya que de ahora en más el criadero comercializará directamente los perros a medida que nazcan los cachorros de las cuatro hembras que posee. El ingeniero agrónomo Javier Frade, responsable del trabajo que se realiza en el país por el SUL en la investigación de animales de guarda para el sector ovino, manifestó a EL TELEGRAFO, que se trata de “la segunda entrega del criadero que hay en Paysandú de perros Maremma, que se complementará próximamente con los otros tres criaderos que ubican en otras zonas del país”.
Se entregaron en la oportunidad cuatro cachorros a través de la Mesa de Desarrollo de Paysandú, una productora de Tacuarembó, y otra de Rivera, más un productor de Salto, ya que este criadero debe ser referente para el norte del país.
“Nos interesa mucho la crianza del Maremma, porque independientemente de la genética que tienen, es muy importante que desde la época de su nacimiento, hasta la entrega que se efectúa entre los 2 y 3 meses de edad, tengan contacto con ovinos, que sus madres sean operativas y trabajen con ovinos”, explica Frade. “Esto determina que se les despierte ese instinto que tienen, y a su vez, consideren a los ovinos como su familia, asegurando prácticamente el éxito con este tipo de crianza”.

Impronta

Tras ser entregados, el productor debe llegar a su establecimiento con ese cachorro Maremma e inmediatamente “ubicarlo en un encierro de aproximadamente 5 por 5 metros, con malla o chapas, porque en ese encierro ese perro permanecerá un mes”.
El experto indicó que durante ese mes, “el cachorro estará permanentemente con lanares. Al tercer día se le saca uno y se le coloca uno nuevo, y así sucesivamente, para que en el transcurso de un mes, conozca unos 30 ovinos”. Estos cachorros por la crianza que tuvieron desde su nacimiento, están acostumbrados a estar con ovinos, por lo que se van a acercar naturalmente a esas ovejas. Pero los ovinos de los establecimientos a donde van a vivir, no conocen los Maremma, por lo que deben acostumbrarse a que esos perros no son agresivos con ellos, y los van a cuidar, de ahí esa etapa de impronta”.
Además, aclaró que durante ese mes, “el cachorro se acostumbra al nuevo ambiente, a la gente, especialmente al trato con la persona que lo va a cuidar, siendo un aprendizaje para todos, para luego liberarlo y queda con las ovejas en el campo”.

Detalles cotidianos

Javier Frade se refirió a algunas situaciones que se han observado con estos perros, que no es la mayoría, pero que se evidenciaron “en la edad de la bobera”, lo definió. Se da en cachorros de 7 a 10 meses, que quieren jugar y como no tienen otro perro, lo hacen con las ovejas o coderos si hay”.
Comentó que “se han dado casos de que al corretearla la oveja se cae en un pozo, pero no lo hacen para lastimarla, sino que quieren jugar y deriva en algún problema”, aunque reiteró que es “en la minoría de los casos”.

Conformidad

Manifestó que por el momento “han sido mayoría los casos de conformidad de los productores del comportamiento del Maremma, especialmente en casos donde había problemas con predadores, ya sea porque le entraban perros, zorros o jabalíes, y que les estaba resultando difícil mantener la producción ovina”. Cuando el perro tiene uno año o un año y dos meses al productor se le terminan definitivamente los problemas. “Me dicen que ya no ven zorros, porque el perro marca mucho su territorio, anda mucho por dentro del campo, y el zorro al sentir el orín del perro y los ladridos se va del lugar; y lo mismo pasa con el jabalí”.
Señaló con convencimiento y alegría por los resultados, que “es una tecnología que me ha dado muchísimas satisfacciones”.