Jeep Willys CJ2A de 1948

Cuando transcurría el segundo semestre del año 1945, ya culminada la Segunda Guerra Mundial, dio comienzo la producción masiva del Jeep Willys CJ2A que –a diferencia de sus anteriores versiones– mostraba menor cantidad de ranuras en la parrilla frontal. Los “CJ” eran las versiones civiles de los jeeps de la guerra, y de ahí la sigla, que corresponde a “Civil Jeep”, en inglés.
Esta nueva versión conservaba el motor “Go Devil” de 60 HP, el mismo del MB, pero usaba una caja de cambios con algunas modificaciones, y la transmisión tipo “cuñera”, en lugar de la del eje flotante. Se conservaba el portón trasero y se incorporaba limpiaparabrisas accionado por vacío por el lado del conductor.
También se le dotaba de fábrica de un anclaje en la parte posterior para montarle todo tipo de elementos, como arados, soldadores de arco movidos por el motor del Jeep, y otro tipo de elementos que facilitaban en gran manera el trabajo en el campo y la ciudad.
Se dejaba así de lado lo que había significado la creación de un vehículo para el uso bélico, por uno destinado a cumplir funciones para la vida civil, entre ellas las correspondientes al agro, o al campo, si lo prefieren. Por aquél entonces se decía que cada soldado que había estado en la guerra tenía un Jeep, que servía para las múltiples funciones que se necesitan en una granja, donde faltaba todo tras las restricciones provocadas por enfrentamiento bélico.
Y varios de estos Jeep han llegado hasta nuestros días y siguen prestando funciones. Alguno –como en el caso que nos ocupa– con cambio en su planta impulsora y sometido ahora a trabajos de restauración que lo pondrán como en sus tiempos de cero kilómetro.
Ignacio Ferreyra Ferrari es el propietario de este Jeep Willys del año 1948.
Nos comentaba que hace un año que lo tiene en su poder y que se está llevando a cabo una intensa tarea de recuperación, faltando ahora dar la correspondiente mano de pintura. Actualmente muestra el fondo de color gris, en tanto la pintura que se le va a aplicar será beige, con las ruedas pintadas de color naranja, como eran las originales en aquellos años de su fabricación.
El Jeep es impulsado –ya estaba así cuando lo adquirió su actual propietario– por un motor Toyota 1.8 diesel de cuatro cilindros, que fue revisado y reparado. La tarea de restauración precisamente abarcó las áreas de electricidad, amortiguación, frenos, la chapa, el piso, la capota, entre otros.
Como expresamos, falta pintar, sumar algún elemento más y el Jeep quedará completamente operativo de nuevo.