Otro muerto

La gestión del presidente –ahora exmandatario– más popular del mundo, como muchos extranjeros lo han llamado, va dejando muertos a cada paso. Lo que aclara el panorama y deja en evidencia que lo transcurrido durante el gobierno de José Mujica es todo menos simpático. Da incluso la sensación de que el extupamaro hizo todo mal, que despilfarró dinero y que sus iniciativas no llegaron a buen puerto. Incluso, a una demanda millonaria en contra por el caso Aratirí, que el hoy presidente Tabaré Vázquez deberá hacer frente.
Vázquez confirmó el miércoles a radio Sarandí que en julio de 2017 Aratirí ya había inscrito una denuncia ante la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI) y que el pasado 3 de julio la compañía presentó una demanda internacional por daños y perjuicios contra Uruguay por 3.536 millones de dólares.
En 2011, durante la administración de Mujica, la compañía presentó un millonario proyecto para abrir una mina a cielo abierto en el país, que incluía la construcción de un complejo minero de 6.210 hectáreas en los departamentos de Durazno y Florida, y un mineroducto de 212 kilómetros de largo a través de ambos departamentos, además de Lavalleja, Treinta y Tres y Rocha.
En este último lugar, también estaba prevista la instalación de una terminal portuaria en el océano Atlántico para exportar 18 millones de toneladas de hierro al año. Sin embargo, la promulgación de una ley para regular la actividad minera de gran porte en el territorio nacional el 11 de setiembre de 2013, fue considerada por la empresa india como un “cambio en las reglas del juego”.
Como aseguró el senador Pedro Bordaberry en redes sociales, el Frente Amplio por entonces le aprobó varias leyes y le “toleró” todo a Aratirí. En el proyecto tomaron parte dirigentes frenteamplistas, en especial socialistas como dos exjerarcas de la minera que hoy conforman el gabinete del actual intendente de Montevideo, Daniel Martínez.
En todo resultó ser una gran desprolijidad, como lo de la regasificadora, el puerto de aguas profundas, el Fondes, el Tren de los pueblos libres y Ancap. En abril de 2013, Mujica dijo que el gobierno que lo suceda se encontrará con dos o tres tareas para seguir y mencionó proyectos, justamente, como el de la regasificadora, el ferrocarril y el puerto de aguas profundas. “Cualquiera sea el gobierno que venga yo le voy a dejar dos o tres paquetitos atados que los tiene que seguir”, dijo el por entonces mandatario.
La lengua es más larga que los hechos en Mujica, incluso con un toque de cinismo que escandaliza. Como cuando dijo que el problema del fútbol uruguayo eran los millones de dólares que se manejaban, respecto a todo este turbio proceso de elección de nuevo titular en la Asociación Uruguay de Fútbol (AUF), y está muy claro la cama que le hizo a Sebastián Bauzá para que abandonara la AUF cuando le quitó la guardia policial para el Estadio Centenario y Parque Central, y reincorporarla cuando Bauzá se marchó.
Estos días, el expresidente Mujica criticó las políticas sociales del gobierno y apuntó a que esa falla es la causa del crecimiento de los delitos violentos en el país. “Hay que trabajar más desde el punto represivo, pero hay que afinar más en lo social” y agregó que se necesita “menos asistencialismo y más promoción de la gente joven”, en declaraciones al programa Desayunos informales de Teledoce. O sea, todo lo contrario a lo que hizo cuando tenía el poder, la autoridad y la obligación moral de hacerlo.
Lo de Aratirí será un dolor de muelas, de cabeza y de estómago para Vázquez, y en esa línea ni pensar en la regasificadora en Puntas de Sayago, la renovación de AFE y el puerto de aguas profundas, vinculados a la instalación de la minera.
En ese abril de 2013, Mujica mencionó que la regasificadora se iba a decidir esos días pero cinco años después no hay nada sobre aquello y el proyecto pasó al olvido. El proyecto original era un barco regasificador que iba a ser alimentado por buques gaseros que proveerían a la planta de gas natural congelado para que éste sea luego procesado y distribuido para uso local. Y el “trabajo a fondo” en AFE tampoco existió e incluso empeoró. La carga transportada por AFE ha llegado a mínimos históricos.
Dejando pasar lo de la educación, que nunca levantó vuelo ni antes ni ahora, la economía del país también sufrió durante esa gestión. Con viento de cola, se dejó pasar una promisoria ocasión para asentar bases sólidas para el futuro, y hoy tenemos un déficit fiscal del 4%, a la par del pico con el que en 2016 alcanzó su máximo desde la recuperación de la crisis y la deuda pública siguió trepando hasta alcanzar su mayor nivel en relación con la economía en los últimos ocho años. Además, la última vez que el déficit estuvo por encima de 4% fue en junio de 2003 cuando trepó a 4,5%.
Así no hay cuerpo que aguante y el gobierno actual no ha hecho otra cosa que sobrecargar los impuestos y las tarifas, ya carísimas de por sí, para hacer caja con la intención de paliar ese déficit. Hasta ahora, sin éxito. La inoperancia de la administración de Vázquez para enfrentar problemas tiene relación, claro está, en lo que heredó de la anterior.