“Trabajar lo represivo”, tras el fracaso

Con conceptos como las “políticas sociales no dieron resultados” y hay que “trabajar lo represivo”, el expresidente José Mujica, en su particular forma de ser gobierno y oposición al mismo tiempo dentro del propio partido, y sin ningún prurito en borrar con el codo lo que escribe con la mano, afirmó que el ministro Eduardo Bonomi “a esta altura es una víctima” porque esa cartera es “la tumba de los cracks”, mientras critica y justifica al mismo tiempo dos ejes fundamentales en que se han centrado las gestiones de los tres gobiernos de izquierda.
En suma, dando rodeos primero, pero al final alineándose con las críticas y reparos de otros sectores políticos al resultado y encare de las políticas sociales, el exmandatario, líder del sector mayoritario de la coalición de gobierno y por lo tanto soporte fundamental de la gestión, una vez más juega la carta ganadora: buscar el apoyo de la clase media de centro derecha y hacerse el “centrado”, con un discurso moderado que podría haber sido dicho por cualquiera de la oposición. De hecho, está más alineado con los adversarios políticos que con la línea dura de su partido, parte de la cual lidera. Este juego no es nuevo para un viejo zorro de la política, y lo ha aplicado desde siempre, en especial cuando precisa reforzar el apoyo popular. Él sabe muy bien que jamás perdería el respaldo de su partido, y de esta forma trasmite tranquilidad hacia quienes lo ven como un potencial elefante en un bazar, de ganar las elecciones. Sin embargo, sabido es que como te dice una cosa, te dice la otra, por lo que su palabra vale poco y nada.
El carismático referente de gran parte de la izquierda uruguaya, en declaraciones al programa Desayunos Informales de Teledoce, dijo que “hay que trabajar más desde el punto represivo, pero hay que afinar más en lo social” y añadió que se necesita “menos asistencialismo y más promoción de la gente joven”.
Más tarde, entrevistado en el programa Todo pasa de Océano FM, el senador consideró que las políticas sociales “no han dado resultado” y que “asistir no equivale a convencer. No le puedo pedir a la Policía que arregle el problema de por qué tanta gente joven agarra para el crimen”, argumentó.
Sin embargo, señaló que el ministro del Interior Eduardo Bonomi, “a esta altura es una víctima”, porque “una changa en el Ministerio del Interior es la tumba de los cracks”, y acotó que remover a Bonomi del Ministerio “es una especie de lavar la cara”, pero aclaró que no servirá para concretar cambios reales. “Tal vez políticamente, desde el punto de vista táctico, sea lo más adecuado, pero desde el punto de vista de la verdad, no va a cambiar nada”, aseguró.
En cambio, advirtió que la clave para solucionar los problemas de seguridad pública está en la educación, sobre lo que expuso que “yo creo que hay que rodear a la escuela, promover mucho en la escuela, hay que darle importancia a la relación. Porque el hecho que más sorprende es que en la masa de gente carcelaria, hay una inmensa mayoría de gente joven que apenas ha terminado la escuela. Creo que la promoción cultural es parte de las soluciones de fondo, pero los problemas complejos son multicausales”.
Añadió que “además nos toca vivir en una cultura superconsumista y tendemos a querer riqueza ya por todas partes, y seguramente esto también está golpeando en el acervo cultural de mucha gente”.
Pero como es obvio, algunos callos pisó, y dentro de la propia izquierda ortodoxa no se está dispuesto a tolerar que se cuestionen los viejos dogmas. Es por eso que le han salido al paso dirigentes del Partido Comunista, como el secretario general Juan Castillo, quien no solo tomó distancia de las declaraciones de Mujica, sino que refutó desde su visión cada una de las apreciaciones del líder del MPP.
Castillo dijo a El País que no comparte la mirada de Mujica sobre las políticas sociales, y reflexionó que “no sigo ese hilo conductor de que si la violencia crece la culpa la tienen las políticas sociales, no es esa la discusión, porque no es una discusión objetiva”.
Entiende que “no es justo” cargarle toda la responsabilidad de la inseguridad a una sola causa, como las políticas sociales. “Deberían esforzarse por hacer una autocrítica en otro tono. Jamás nunca voy a aparecer yo o el PCU echándole la culpa a otro, por lo tanto no comparto esta valoración”, señaló, en tanto el diputado comunista Gerardo Núñez subrayó que “le le pide magia a las políticas sociales, pero por otro lado es el primer lugar donde se recortó presupuesto en el 2015 y 2016 priorizando Interior y Defensa. Varios estuvimos en contra”.
A su juicio “hace rato que se viene priorizando la represión, lamentablemente, y con resultados a la vista”, en referencia a la suba de las rapiñas en 56% y el incremento de homicidios.
El punto sería de poca trascendencia si solo se limitara a una cuestión filosófica dentro de la izquierda, al fin de cuentas, que se desenvuelve en esa especie de ciencia ficción en que se sitúan los dogmas que en su inviabilidad precisamente fueron la causa del derrumbe en cadena de los regímenes comunistas y del socialismo real en Europa, con todo el drama que desencadenó para millones de personas que vivieron prisioneras de los mesiánicos comisarios de sus vidas y su pensamiento, de su libertad.
Pero estamos en Uruguay, donde aspiramos a seguir viviendo en democracia, con igualdad de oportunidades y sin estar sujetos a los arbitrios de una delincuencia ensoberbecida a la que desde la izquierda se la tolerado y justificado por ser sus protagonistas simples “víctimas” de una sociedad injusta.
En este esquema se pusieron en marcha acciones tan irracionales como contraproducentes, como las del exministro del Interior José Díaz, con sus medidas de “humanización” de las cárceles y liberación de delincuentes, porque ya estaban por dar resultado además las políticas sociales que ahora, 10 años más tarde, el “el Pepe” dice que no funcionaron. Mientras tanto, sus políticas nos llevaron a la situación en que estamos ahora, y de la que obviamente, no se sienten demasiado responsables, más allá de este reconocimiento público gratuito.
Pero de poco y nada sirve el “mea culpa” –queremos suponer que sincero– de Mujica y algunos otros integrantes del gobierno, si a la hora de las decisiones, cuando hay que adoptar medidas que por lo menos contribuyan a dar el puntapié inicial para revertir este estado de cosas, siempre hay una excusa para priorizar los dogmas por sobre todo lo demás.