Contra la delincuencia y el discurso banal

En una semana pasamos de polemizar sobre la intencionalidad o no que existió en la Fuerzas Armadas, cuya banda interpretó la marcha militar Tres Árboles, durante el cierre de la Expo Prado, que valió una sanción al encargado de Despacho del Ejército, Marcelo Montaner, a la pertinencia de levantar un monumento al entrenador, Oscar Tabárez, en la explanada de la Intendencia de Montevideo y de paso, a las diferencias entre la comuna capitalina y el directorio de Antel, por vender entradas para su nuevo Arena, sin encontrarse habilitado para la promoción de espectáculos.
Mientras conseguían que los uruguayos se enfrascaran en tamaña diatriba, las cosas pasaban por otros lugares, ciertamente muy alejados de esos temas.
Pero en medio de esas explicaciones, sirvió para difundir que la marcha popularizada por los blancos muchos años después de su creación, está incluida en el repertorio de la banda militar del Ejército argentino, que el monumento a Tabárez se enfrenta a un decreto municipal que impide la designación de espacios públicos y calles con personas vivas, además de intentar obviar su paso por la Comisión de Nomenclátor en la Junta Departamental y que la venta de entradas para un sitio aún no inaugurado enfrentó a dos posibles precandidatos de una fuerza política, más allá de sus ocupaciones actuales.
Y, si los hechos atraviesan por otras aristas bastante más alejadas de la histerias del Facebook, es imposible olvidar a Inti, el niño de ocho años que salió poco antes del mediodía del viernes a hacer un mandado en bicicleta a tres cuadras de su casa, en Neptunia. Su cuerpo fue hallado el sábado, al caer la tarde, a unos dos kilómetros de su casa en un descampado.
Nadie esperaba ese desenlace, pero el temor existía en su entorno, ante otros casos ocurridos con niños de la edad de Inti. Y nadie espera, tampoco, las habituales explicaciones provenientes del Ministerio del Interior, cada vez que se habla de casos con menores involucrados en homicidios gravísimos como este.
Las horas transcurridas entre la aparición de Inti y su sepelio, sirvieron para observar cómo se encuentran los ánimos de las pequeñas comunidades, ante hechos similares. La violencia e incidentes ocurridos en el juzgado o las movilizaciones de vecinos que obstaculizaron la ruta a la altura del peaje del Arroyo Pando en reclamo de justicia para el niño, dan una idea del estado de ánimo que hoy se encuentra por encima de camisetas políticas.
Por ahora nadie ha hablado. Y sería muy positivo que así permanecieran. Porque si no hay una respuesta efectiva en los hechos, muy poco valor tendrán las explicaciones. En todo caso, es claro lo que dijo una allegada a la familia: “no puede ser que un inocente no pueda ir al almacén”.
Paralelamente, en los últimos días tres policías fueron rapiñados en distintos episodios y en todos los casos se llevaron su arma de reglamento. Parece que la delincuencia puede actuar con total impunidad porque el respaldo gubernamental que sostiene a la Policía en otros países de la región aquí brilla por su ausencia. Con la falta de un plan estratégico y un código que demora mucho más a los efectivos dentro de los juzgados en sus declaraciones que a los delincuentes, determina que la ciudadanía se sienta rehén. Y ese sentimiento se generaliza.
Porque la actuación y presencia estatal aparece cuando se insiste desde los medios de comunicación. Mal que le pese al ministro Eduardo Bonomi, quien definió a los medios de comunicación como “el principal partido de oposición” e incluso se arengue al respecto desde el oficialismo en la Junta Departamental de Paysandú. Que cualquiera de ellos nos responda por qué se dejó pasar tanto tiempo en Casavalle para que una banda de alienados mantuviera en vilo a sus habitantes, ocupara viviendas para vender droga y sembrara el pánico. Y que, de paso, nos respondan, por qué demoran con esa misma presencia en otros lugares, si tienen la fuerza y los recursos necesarios para ingresar e imponer el orden. Porque si en Casavalle fue efectivo, nada quita que lo sea en otros lugares donde la delincuencia se siente impune.
¿O es que los tiempos electorales complican la ejecución de decisiones poco amigables con el discurso político?
El presidente, Tabaré Vázquez dijo que “donde estamos recibiendo información, vamos a actuar”. Es que hace rato que las denuncias se reciben desde diversos lugares de la zona metropolitana y del Interior del país. Y esa labor la ejercen –en gran medida– los medios de comunicación, que tan preocupados mantienen a los operadores políticos que hablan todo el tiempo de la necesidad de reeducar en valores pero nunca aclaran que existe un núcleo duro al que jamás entrarán con diálogo, mensajes de convivencia, empoderamiento o convencimiento de la necesidad de crear ciudadanía, entre otros términos acuñados últimamente.
Lo que hizo el ministro con el apoyo del presidente –aunque no lo quieran creer sus acólitos– fue sacar la policía a la calle, con el apoyo de la Republicana, y aplicar la tan mentada “mano dura”, que tratan de evitar horrizados todo el tiempo en sus discursos. En los hechos, fue eso y no la banalización continua de sus arengas aprendidas de memoria.
Porque ya se sabe que cuando se empieza a actuar con efectividad, ocurren las amenazas. Y si no, pregúntenle al asesor del Ministerio del Interior, Gustavo Leal, quien reconoció que “probablemente se dejó crecer demasiado” el fenómeno de las bandas criminales.
No era necesario dejar escombros y esa es la razón de su reflexión. Ahora la propuesta va por la concreción de “una agenda de derechos y una de responsabilidades, y no es contradictoria una cosa con la otra”. La propuesta de Leal, uno de los pocos que se anima a hablar sin el discurso político pegado a la lengua, no será fácil de llevar a la práctica porque encontrará algunos escollos dentro de esa misma institucionalidad que representa.
Leal, sociólogo de formación, la tiene clara y no acepta que se intente explicar lo ocurrido con la delincuencia, en base a los problemas sociales. “Estoy cansado de que cuando se toman decisiones hacia el crimen, la culpa sea de la sociedad”, dijo el asesor.
La sociedad también está cansada de escuchar esa explicación, Leal. Nosotros, también.