En alerta

El presidente argentino, Mauricio Macri, acaba de reconocer un aumento de las tasas de pobreza en ese país y que la “tormenta” económica que padecen hará que se demoren mejoras en los indicadores. Quedan “meses difíciles por delante”, aseveró el mandatario. Son frases tan duras como realistas que deberían calar de este lado del charco. El gobierno uruguayo hace como si tiene todo controlado y sabemos que no es así. No hay vueltas: lo que sucede en Argentina, en especial lo malo, pega en Uruguay, de algún modo u otro. Y aún más fuerte en ciudades fronterizas, especialmente en Paysandú.
El dólar va marcando la pauta. En lo que va de año, la moneda estadounidense ha incrementado su valor en Argentina en un 113% y el peso se ha devaluado más de un 53% frente esa moneda, al mismo tiempo que la inflación se fue acelerando hasta acumular en los primeros ocho meses del año un alza del 24,3%.
Estos desequilibrios llevaron al gobierno argentino a pedir un millonario crédito al Fondo Monetario Internacional (FMI) para poder acelerar las reformas y reducir el alto déficit fiscal al que el Ejecutivo achaca principalmente la pérdida de confianza de los inversores en el país. La ayuda adicional de 7.100 millones de dólares que Argentina logró del FMI no impidió que la moneda continuara su escalada, algo que Uruguay acompañó al depreciar su moneda frente al billete verde.
Como suele suceder, el mensaje político es de tranquilidad, de tener todo bajo control. Con la pelota dominada. Para el gobierno uruguayo, la situación argentina es “preocupante” y todo ese “ruido” generado no constituye una “buena señal”. Por eso, las autoridades uruguayas están “alertas” y si bien reconocen que habrá “impactos”, creen que el país tiene “buenas fortalezas” para afrontarlos.
Los analistas, que suelen ser más realistas, observan que la actualidad del vecino puede llevar a un estancamiento de la economía uruguaya en este segundo semestre. Un informe del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) publicado el jueves, evaluó que “el deterioro del contexto regional, en particular de Argentina, y los efectos sobre el tipo de cambio, seguramente conduzcan a que en el segundo semestre del año la actividad económica de Uruguay se mantenga virtualmente estancada”. El Cinve espera “un desempeño levemente mejor en el cuarto trimestre ya que en el tercero la actividad habría mostrado un muy magro crecimiento, de apenas 0,2% (en términos interanuales)”.
La directora de Departamento de Asesoramiento Financiero de Deloitte, Tamara Schandy dijo a El País que en el vecino país, “lo que parece más claro es que vamos a un escenario con un apriete monetario importante. Es una apuesta riesgosa. Abre una perspectiva más recesiva en Argentina y puede complicar el cumplimiento de las metas fiscales, pero todo este paquete de anuncios también puede terminar teniendo un efecto positivo de expectativas”.
“La mejora de competitividad vía precio es efímera dado que una parte de ella se compensa con inflación doméstica; ayuda pero no compensa el encarecimiento relativo de la economía de los últimos años”, dijo, por su parte, Pablo Moya, de la consultora Oikos. En Uruguay el dólar pasó los 34 pesos y lleva un alza de 2,18% en el mes y de 14,88% en el año. Uno de los impactos más notorios ha sido la brecha de precios de artículos del hogar entre Uruguay y Argentina. Según, el Indicador de Precios Fronterizos elaborado por el Observatorio Económico del Campus Salto de la Universidad Católica (UCU), la canasta de ocho rubros representativos del consumo de un hogar, es 28,8% más cara en Salto que en Concordia. Y lo mismo ocurre entre Paysandú y Colón.
Este indicador es elaborado desde julio de 2015 y la brecha de precios ha oscilado entre 31% en setiembre de 2015 a 5% en octubre de 2017, siempre a favor de Concordia. La mayor diferencia cambiaria explica esa brecha de precios, dijo la UCU. En el rubro alimentos y bebidas, el más relevante, la brecha de precios alcanzó a 32,8%.
Esto se palpa estos días en que los ciudadanos están cruzando en gran número el puente internacional ubicado en nuestra ciudad, ávidos en encontrar mejores precios y en aliviar en algo el presupuesto doméstico, tan castigado por los precios locales y por el alto costo de vida que supone pagar los servicios y los impuestos. La implementación de un límite –lo de los cinco kilos– para traer productos desde Colón u otra ciudad fronteriza, puede ser una buena medida para el comercio local, pero para las familias es un impedimento para sobrellevar lo caro que es vivir en Uruguay.
Además, la medida no resulta ser recíproca. Cuando a los argentinos les conviene venir a suelo uruguayo a comprar porque les sale más barato, desde la Aduana de Argentina no han existido restricciones y el comercio local ha disfrutado de esa tendencia.
En definitiva, ante el estancamiento de nuestra economía y del mercado laboral, del déficit fiscal abultado que no baja pese al aumento de los impuestos que padecen los ciudadanos, tenemos a una Argentina que navega, como le suele suceder, en aguas turbulentas. En ese barco siempre vamos nosotros. Estamos en alerta y más vale que lo tengamos claro.