La gestión del agua, desafío universal

Hasta el 21 de este mes se extenderán las reuniones en Tokio, Japón, de más de 5.000 expertos en gestión del agua y del medio ambiente en el marco del Tercer Congreso Mundial del Agua, para abordar los desafíos que representa el uso de la ciencia y tecnología en la gestión de recursos hídricos.
El encuentro es organizado por la Asociación Internacional del Agua (IWA), con la participación de expertos de más de 100 países que ponen en esta oportunidad su atención en “la economía digital, las megaciudades, la difusión de la innovación, la resiliencia a los desastres y la sostenibilidad”, destacó la organización.
Más allá del aspecto puntual del encuentro, “sabemos que el agua será un punto crítico con el cambio climático”, apuntó la presidenta de IWA, Diane d’Arras, en la ceremonia de inauguración que tuvo lugar en el centro internacional de convenciones Tokyo Big Sight, donde destacó además la “oportunidad” que da el congreso para “encontrar soluciones, plantear nuevos retos y asegurar el futuro”.
Es que la disponibilidad de agua, así como de la energía, serán aspectos claves en un futuro no demasiado lejano, que tienen que ver con la preservación de los recursos naturales, el desarrollo tecnológico y la distribución geográfica y poblacional, con proyección fundamental tanto en el ámbito urbano, incluyendo el agua potable y el saneamiento, como la disponibilidad para cultivos y ganadería.
Uno de los desafíos pasa por mejorar la tecnología para la gestión del agua y su incidencia en el desarrollo de la sociedad y la calidad de vida, y en este caso concreto, el foro de Tokio pondrá sobre la mesa la gestión de los servicios del agua, las aguas residuales, la potabilidad y reutilización del agua y los sistemas urbanos del agua, entre otros aspectos.
Asimismo, figuran problemas como el vertido de plásticos y la consecuente contaminación contra la cual las empresas deben desarrollar tecnologías innovadoras, en el contexto de que el agua constituye un recurso universal de primera necesidad, de importancia mundial, cuyo conocimiento, gestión y uso pueden y deben ser abordados desde una perspectiva global necesariamente multidisciplinar.
Y aquí entramos en la consideración particular en lo que hace al escenario y el papel que está llamado a cumplir el subcontinente sudamericano en esta materia, si se tiene en cuenta que con el 33% de los recursos hídricos renovables del mundo, Latinoamérica es el continente con la disponibilidad más alta del planeta. Precisamente sus 3.100 metros cúbicos de agua per cápita por año, duplican el promedio per cápita mundial, y es así que la gran mayoría de los países de la región cuentan con disponibilidades catalogadas entre altas y muy altas en razón de su superficie y población.
Claro, una cosa son las cifras y otra la realidad, porque la disponibilidad del recurso no significa que éste sea accesible a la totalidad de la población. Esto implica que la mayoría de los países que cuentan con niveles de disponibilidad altos, experimenten disminuciones en los niveles de cobertura de agua potable para sus poblaciones en el subcontinente.
Aunque la región ha experimentado un aumento en la cobertura de agua potable de un 33% en 1960 a un 85% en el tercer milenio, la realidad indica que unos 77 millones de personas aún no cuentan con acceso al agua, y que la cobertura de saneamiento presenta niveles aún más bajos. Aunque la región ha experimentado mejoras considerables, poco más del 50 por ciento de la población cuenta con servicios sanitarios, con situaciones distintas entre los países.
Así, de los aproximadamente 77 millones de habitantes que no cuentan con servicios de agua potable, 51 millones habitan en zonas rurales mientras que los restantes 26 millones se encuentran en zonas urbanas. En lo que a saneamiento se refiere, a la población que no cuenta con servicio alguno, deben sumarse los 256 millones de habitantes que en la región evacuan sus desechos a través de letrinas y fosas sépticas.
El panorama no es muy alentador tampoco en el aspecto de los tratamientos de efluentes cloacales que van a parar a los cursos de agua de la región, por cuanto aproximadamente el 86% de las aguas residuales son evacuadas sin tratamiento alguno. Aunque amplios sectores de la población se encuentran desabastecidos de servicios de agua potable y saneamiento, es preciso enfatizar que el rubro de abastecimiento de agua para necesidades básicas no es el principal usuario del recurso hídrico. La agroindustria, con un 70% y la industria, con un 20, son los principales rubros socioeconómicos que hacen un mayor aprovechamiento del agua, totalizando un 90% de las aguas extraídas y utilizadas para tales fines.
A su vez la región experimenta una creciente dependencia en el uso de sus fuentes hídricas subterráneas: América del Sur utiliza entre el 40 y el 60% del agua que consume de los acuíferos, mientras que América Central y México dependen en un 65% de estas fuentes. En México por ejemplo, 102 de los 653 acuíferos se encuentran sobreexplotados.
Aunado a esto, existe una deficiente gestión en el manejo y conservación del agua, ya que en promedio, el 40% se pierde en fugas y sistemas de alcantarillados deficientes.
Todo indica por lo tanto que con una población en aumento con crecientes demandas de servicios básicos y un modelo de desarrollo sustentado en la explotación de materias primas, América Latina se encamina hacia una agudización en la explotación de sus fuentes de agua, lo que se presenta como un agudo contrasentido con el hecho de contar con un recursos hídricos abundantes y el 33 por ciento de las reservas del mundo, nada menos.
Podemos señalar sin temor a equívocos que en este panorama, Uruguay cuenta con una posición privilegiada en la región y en el mundo, lo que no quiere decir que la gestión del agua sea la ideal ni mucho menos. En acuíferos, cuenta como principales con el sistema Raigón, ubicado al suroeste, que es considerado estratégico como fuente de abastecimiento de agua potable por su ubicación cercana a la capital, y por una importante actividad agrícola-ganadera.
A su vez, el Sistema Acuífero Guaraní (SAG) ubicado al noroeste, es una reserva de agua dulce subterránea de más de 40.000 km3 compartida con Argentina, Brasil y Paraguay. Las aguas superficiales satisfacen el 100 por ciento del abastecimiento de agua potable a Montevideo y el 80 por ciento del interior del país, en tanto el 20 por ciento restante corresponde a agua subterránea.
El agua destinada a este uso representa 3,9 por ciento del volumen embalsado y 0,8 por ciento del caudal por toma directa, mientras que casi el 100 por ciento del agua para riego proviene de aguas superficiales.
Es decir, cifras que siempre es posible y necesario mejorar, porque hay todavía muchas inversiones que se requieren para contar con el agua donde y cuando se necesita en materia de producción.