Un aporte a la democracia

Los 100 años que el diario El País de Montevideo cumplió ayer hablan de la importancia del periodismo, de lo central que resulta contar con medios sólidos, perdurables y que acompañen la historia de nuestra nación. Un siglo de vida no es para cualquiera y mantener en la actualidad un estandarte de prensa escrito menos aún. Así, como EL TELEGRAFO que transita en sus 108 años, El País se convirtió en otro periódico centenario.
El haber sido testigo de la historia de Uruguay en tan prolongado período incrementa la valoración hacia este cumpleaños. El País nació como tribuna del Partido Nacional en época en que los diarios se posicionaban marcadamente por alguna bandera política, no solo desde sus editoriales sino también desde las páginas de información.
Con el paso del tiempo y los cambios que han traído aparejados cada década, El País uruguayo se amoldó a un periodismo de mayor objetividad, si bien su preferencia editorial sigue a las claras hacía donde apunta. El País pasó por muchos momentos significativos a nivel nacional e internacional, de los cuales ha debido ocuparse y preocuparse.
El mejor legado de un diario centenario es el aporte que ha hecho a la sociedad desde un punto de vista del servicio, de hacerle llegar la información, de contarle lo que sucede en su barrio, en su comunidad, en su ciudad y en el país; y, por ende, a la democracia, a la libertad de prensa, a una necesaria plataforma para expresar, sin presiones y sin amenazas, lo que va mal o lo que está bien.
El País, guste o no, ha sido referencia para el resto de los medios de información de Montevideo y del Interior. De marcada tirada nacional, El País ha sobrevivido a una dura competencia con El Día, poderoso periódico fundado por el caudillo colorado José Batlle y Ordoñez y que capituló en la década de 1990; también se sobrepuso a la irrupción de la televisión y ahora pelea con adaptarse a una dinámica de redes sociales e Internet, que hace revisar el modelo de negocios a cualquier diario. La tecnología ha transformado decididamente las formas de comunicación, a lo que todos debemos adaptarnos.
Este tipo de aniversarios hacen recordar que los medios son importantes por muchas razones, pero de manera particular porque ofrecen elementos de información para que la ciudadanía esté al tanto de lo que dicen y hacen quienes buscan un escaño público; y, en ese sentido, tomen una postura con respecto a la elección de candidatos, a las políticas públicas o a los temas de interés general de la población.
Los medios informan, forman, sensibilizan y movilizan. En la antigua Grecia, se requería la plaza pública para que los ciudadanos arreglaran sus disputas o se enteraran de lo que ocurría en la vida diaria. Hoy los medios se han convertido en esa moderna agóra (un término por el que se designaba en la antigua Grecia a la plaza de las ciudades-estado griegas –polis–, donde se solían congregar los ciudadanos). Por eso deben recoger los problemas de la sociedad y aunar esfuerzos con el estado y la sociedad para edificar una sociedad más justa y equitativa.
A su vez, la libertad de expresión es un derecho de carácter institucional porque supone un pilar de la democracia: es el derecho a que ningún gobierno ni poder criminalice a sus ciudadanos por las expresiones manifestadas. Es por tanto, la garantía de que la ciudadanía ejerce un contrapeso a los poderes establecidos. Se define, por tanto, como libertad frente a represión.
En concreto, los medios de comunicación en una sociedad democrática se asume que cumplen con las siguientes funciones: producir información, cultura, educación y entretenimiento que contribuya a la formación de una cultura cívica; supervisar y vigilar la gestión y organización del poder público; servir al interés público de los ciudadanos; y difundir dicha información y convertirla atractiva para la audiencia.
El aporte de El País en estos puntos ha sido evidente. Otra vez, guste o no. La democracia, cabe recordarlo ahora en tiempos en que algunos quieren imponer sus ideologías como única verdad revelada, se trata de aceptar todos los puntos de vista y, por tanto, a que existan distintos medios de prensa, con su línea editorial que prefieran y con los periodistas que quiera contratar para su plantilla.
Hace unos años, en España, se realizó una encuesta en la que se preguntaba qué medio de comunicación era el más creíble. Y por buena diferencia, el público eligió a la prensa escrita, a los diarios, en concreto. Es un buen desafío para todos los medios escritos mantener, o recuperar según el caso, esta reputación. Hoy El País, como varios otros, tienen esta consigna en las diferentes plataformas en la que sale su información: en el papel tradicional y también en la web, en la redes sociales, a través de WhatsApp.
No todos se pueden dar el lujo de cumplir 100 años. Es un hecho que, de por sí, merece el elogio y el respeto. En un mundo globalizado y de noticias al instante, de la influencia del mal llamado “periodismo ciudadano” que explota a través de las redes sociales, el peso de los medios con décadas a cuestas sigue siendo importante y necesario. Y, por suerte, el público, el lector lo avala.