Cada acción cuenta

Uno de los problemas ambientales de mayor importancia en el mundo es la pérdida de diversidad biológica, que tendrá gran impacto para las generaciones presentes y futuras y ya está afectando a gran número de especies que están desapareciendo a gran velocidad como consecuencia de la actividad humana.
En Uruguay muchas especies de animales vertebrados, moluscos y plantas nativas están amenazadas y corren alto riesgo de extinción. Aunque sea un dato poco conocido, el 30% de la fauna autóctona está amenazada, lo que significa que el número de especies que están corriendo riesgo en nuestro país supera las 350, según datos del informe “Especies prioritarias para la conservación en Uruguay” realizado en 2016 por la organización Vida Silvestre con colaboración del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y el Ministerio de Educación y Cultura.
Las presiones sobre las especies aumentaron en la última década, afectando seriamente a animales y plantas. La pérdida de hábitat es la principal amenaza, junto con la caza, el comercio ilegal y la invasión de especies exóticas. La sustitución total de un hábitat nativo por cultivos agrícolas o forestación ha provocado la notoria reducción de sistemas de pastizales y bosques, en tanto la degradación también influye dado que cada especie tiene determinados requerimientos para su existencia y si, por ejemplo, las aves que necesitan semillas de pastos altos no cuentan con ese tipo de cobertura vegetal nativa habrá pérdida de hábitat y riesgo para la especie.
La protección de la biodiversidad incluye también el cuidado de nuestras especies protegidas, dado que la caza furtiva y el tráfico de vida silvestre son prácticas que afectan su conservación y desarrollo.
Se trata de un problema que ha sido abordado incluso a nivel de la ONU, cuya Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y Crimen elaboró, en 2016, el Informe Mundial de Delitos contra la Vida Silvestre. En él se indica que el tráfico de vida silvestre es reconocido cada vez más como área especializada de delincuencia organizada, y una importante amenaza a muchas especies de plantas y animales. Se trata de una de las empresas criminales más grandes del planeta, que le sigue en importancia al tráfico de drogas y la trata de personas, con un valor de aproximadamente 8 a 10 mil millones de dólares por año.
Es por eso que una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es “adoptar medidas urgentes para poner fin a la caza furtiva y el tráfico de especies protegidas de flora y fauna y abordar la demanda y oferta ilegales de productos silvestres”. Nuestro país está desarrollando una serie de acciones para cumplir con esta meta. Entre ellas se encuentran el control de la caza furtiva, la tenencia y la comercialización de especies protegidas tanto por la legislación nacional como internacional.
La caza es un problema que afecta a algunos de nuestros mamíferos y aves. En lo que respecta a estas últimas se ven perjudicadas generalmente por la caza de jaula para el tráfico y comercialización. El caso del cardenal amarillo es un buen ejemplo de este problema, pero además en nuestro país se da otro que es la tenencia de aves exóticas que han sido introducidas ilegalmente.
En lo que respecta a los mamíferos, algunos son cazados por conflictos con los seres humanos –como en el caso de los zorros y algunas aves rapaces que son capturados para evitar que se coman aves de corral– pero en otros, como el venado de campo, es debido a la cultura de la caza, muy arraigada en el Interior, según los especialistas.
En este capítulo se puede incluir también la caza de mulitas y carpinchos, que es una práctica común –especialmente en determinadas épocas del año como Semana de Turismo– aunque igualmente ilegal dado que se trata de especies que están protegidas y su caza no está permitida en Uruguay.
La caza, tenencia y comercialización de especies de fauna nativa y especies exóticas protegidas está prohibida. La Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama-Mvotma) controla, principalmente a través de denuncias, la tenencia y comercialización en nuestro país de estas especies y trabaja con organizaciones nacionales e internacionales dedicadas a la conservación de especies, en proyectos que permitan la reintroducción en sus ecosistemas naturales cuando es posible.
Por otra parte, en distintos lugares del territorio nacional también se realizan procesos de restauración del paisaje forestal, lo que implica fortalecer la resiliencia y restituir su funcionalidad ecológica en los paisajes forestales degradados, valorizando la salud de los árboles en el área en cuestión y su función protectora para las cuencas hídricas.
Esta tarea, así como la protección de la biodiversidad, no ocupa solamente a aquellos que encuentran en ella un mandato legal de conservación y vigilancia, como es el caso de determinados organismos públicos, sino también a cientos de particulares a lo largo y ancho del país que trabajan desinteresadamente con la simple esperanza de un mundo mejor o, al menos, intentan parar el deterioro que recibirán como herencia las generaciones venideras.
También desde la esfera comunitaria y la sociedad civil hay iniciativas interesantes, como la que desarrollan en Paysandú los grupos ambientalistas Gensa y Paysandú Nuestro, que están trabajando para que Islas del Queguay sea área protegida, pero además se dedican a poner carteles en los arenales de las islas del río Uruguay para que no se moleste ni destruya (a veces solo con pisar) los nidales de aves migratorias que llegan desde distancias muy lejanas a anidar y reproducirse en ese reservorio de biodiversidad que tenemos aquí enfrente.
En los últimos años, estas y otras organizaciones y particulares también han plantado cientos de árboles nativos para reforestar áreas de la ciudad, los cuales en alguna que otra ocasión han sido muy maltratados por el vandalismo y la falta de conciencia de otros conciudadanos.
¿Por qué interesarnos en estos temas? Porque uno de los problemas ambientales de mayor importancia en el mundo es la pérdida de diversidad biológica, que tendrá gran impacto para las generaciones presentes y futuras y ya está afectando a gran número de especies que están desapareciendo a gran velocidad como consecuencia de la actividad humana. El aporte de cada uno puede contribuir a frenar el tráfico ilegal o la caza indiscriminada de animales silvestres, o prevenir desbordes de ríos y erosión si no se tala indiscriminadamente el monte nativo. Cada acción cuenta.