¡Cuidado con los “ejércitos populares”!

En las últimas horas se ha tornado viral la difusión de un video en el cual el diputado frenteamplista Gerardo Nuñez realiza una fuerte y clara defensa de la instrucción militar de los ciudadanos uruguayos al estilo de los “ejércitos populares” que existen o han existido en regímenes totalitarios de diversas épocas y países. El legislador del Frente Amplio sostuvo que “No es casualidad que la Reserva en nuestro país sea tan pequeña. No es casualidad que no se haya democratizado el uso de las tácticas militares y el uso las armas. No con la doctrina militar que hoy domina, pero a nosotros nos interesaría la democratización del uso de las armas para el pueblo, en el entendido de que eso equilibra las fuerzas. No es lo mismo, para una Fuerza Armada que pretenda pasar por arriba de su pueblo, uno sin conocimiento de la utilización de las tácticas o del uso de las armas, a un pueblo que está en condiciones de conocer eso y poder usar también las armas”.
El pensamiento del diputado frenteamplista no es innovador y sus ejemplos dejan en claro cuál es la finalidad de estos “ejércitos populares”, verdaderas fuerzas de choque que buscan acallar cualquier tipo de discrepancia interna a través de la represión y el terror. Desde los tristemente famosos “TontonMacoute” creados por el dictador haitiano François Duvalier y utilizados también por su hijo y sucesor Jean-Claude Duvalier hasta los llamados “colectivos venezolanos” creados por el Nicolás Maduro, pasando por experiencias tan lejanas y nefastas como los Khmer Rouge del dictador Pol Pot en Camboya, las “camisas negras” de Benito Mussolini o las “camisas pardas” o “Sturmabteilung” de Adolfo Hitler, el objetivo de estos grupos ha sido el mismo: ser el brazo armado de una fuerza política y combatir a quienes no piensen como ella. Y de paso, evitar que el gobierno se manche con el trabajo sucio.
Esta posición armamentista tiene, asimismo, antecedentes más o menos lejanos en el tiempo en la izquierda uruguaya, pero todos ellos coherentes con una forma de pensamiento totalitario según la cual el poder debe lograrse (o en este caso mantenerse) de cualquier forma, incluyendo la violencia. En efecto, en el año 2016 el entonces ministro de Defensa Nacional al defender el uso de armas de fuego por particulares, señalando que “para mí la tenencia de armas es un atributo de la libertad”, ante algunas críticas surgidas desde los sectores más moderados del Frente Amplio, Fernández Huidobro contestó de manera contundente recordándoles a sus compañeros frenteamplistas su pasado violento: “No puedo creer finalmente que una izquierda que, salvo el Partido Demócrata Cristiano, llamó a las armas, tuvo armas y las usó (MLN, 26 de Marzo, Partido Socialista, Partido Comunista, PVP, GAU, etcétera), que tiene al Che en el living y las camisetas, respecto a este tema se hagan los ranas”. El exministro no estaba diciendo nada nuevo y para ello muestra basta un botón: el 11 de agosto de 1967 el dirigente del Partido Socialista Reynaldo Gargano, quien posteriormente se desempañaría como diputado, senador y ministro de Relaciones Exteriores sostuvo en el editorial del semanario socialista “El Sol” que “El primer objetivo de la revolución popular liberadora en el continente, es el cambio del sistema económico y social y la destrucción de la máquina burocrática del Estado y sus sustitución por el pueblo armado y sólo es alcanzable a través de la lucha armada, con el desarrollo en el terreno militar de una lucha feroz y sin cuartel contra los ejércitos de las oligarquías”. En la misma edición del semanario socialista “El Sol” de esa misma fecha el también integrante del Partido Socialista José Díaz (quien luego ocuparía los cargos de diputado y ministro del Interior) coincidía con la necesidad de utilizar la violencia para llegar al poder, expresando que “Los socialistas uruguayos como marxistas procuramos convertirnos en una fuerza combatiente que abra el camino de la lucha armada (…) Existen (en el Uruguay) amplias condiciones objetivas para el desarrollo de una revolución antiimperialista que desaloje del poder a la burguesía y a la oligarquía del imperialismo. (…) La lucha armada es la única vía posible de manifestar la lucha de clases”.
Paradójicamente, y en un claro ejemplo de que los extremos se juntan, Nuñez termina coincidiendo con quienes muchos supondrían que se encuentra en la vereda de enfrente: el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y el recientemente electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quienes apoyan de manera clara y directa la liberalización del uso de armas de fuego por parte de la población civil. Llama la atención que, a pesar de todos los encendidos discursos, las retóricas revolucionarias contra ambos políticos y el uso del hashtag #EleNao en el caso del brasilero, finalmente el diputado Nuñez terminó sentado en la misma ideológica de Trump y Bolsonaro (el mismo con el cual el presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, quiere romper relaciones), pidiendo que el pueblo reciba armas e instrucción militar en el entendido macabro de que sólo a través de la violencia pueden solucionarse las diferencias entre las personas. Al fin y al cabo, las diferencias políticas que pueden existir entre las personas (y es sano que existan) deben solucionarse a través del voto popular, no de “ejércitos populares” armados y adiestrados para reprimir a sus conciudadanos.
La propuesta del legislador deja entrever otro aspecto no menos preocupante: los integrantes de las Fuerzas Armadas de nuestro país (a las cuales les atribuye una eventual intención de “pasar por arriba de su pueblo”), provienen de los sectores más carenciados de la sociedad y viven en entornos extremadamente críticos con grandes privaciones. ¿Acaso ellos no forman parte también del “pueblo” al cual se refiere el legislador? Nuñez parece –o quiere– desconocer el papel social que esas Fuerzas Armadas desarrollan en el marco del Sistema Nacional de Emergencias, el Plan LIRA (recolección de muestras para detección de larvas del Aedes Aegypti) y en tantas tareas como recoger basura en casos de conflictos sindicales de obreros municipales, evacuar personas durante las inundaciones o trasladar agua en casos de sequía.