Épico: Trébol gritó campeón por primera vez

MONTEVIDEO (por Pedro Dutour, enviado especial). Siempre hay una primera vez y la de Trébol se puede enmarcar dentro de una película de drama, acción y emoción. En una final con todos los componentes, definida en tiros penales luego de un alargue, los sanduceros alzaron la copa del Uruguayo de Clubes de rugby ante un durísimo Old Christians, ayer en la cancha de Old Boys en Montevideo.
Un 22 por bando al cabo de los 80 minutos, más 20 de suplementario –en el que se aplicaba la muerte súbita–, se concluyó con un penal que ejecutó Alejo Durán con maestría y precisión –luego de que el rival fallara el primero–, para locura absoluta del público albiverde que copó las instalaciones del British.
El trabajo de 42 años y una temporada espectacular daban aires a Trébol que soñaba con quedarse con este título esquivo, difícil de alcanzar. Y lo hizo en medio de un gran dramatismo, jugando un partidazo, con un temple de acero y con la cabeza bien puesta creyendo en el objetivo y en el planteamiento del entrenador Mateo Durán. La tensión rondó en todo momento sobre el campo de juego y las tribunas.
El envión inicial en el partido jugado a cancha llena lo tuvo Trébol, que aplicó su habitual intensidad desde los primeros instantes. A los tres minutos, Alejo Durán facturó con un penal y temprano se ponía arriba el sanducero por 3-0. La reacción de Old Christians no demoró y luego de una gran jugada colectiva, Joaquín Pena apoyó contra la bandera, convertido por el capitán Andrés De León: 7-3 para los azules.
En ese momento, Old Christians ya le había tomado el pulso al duelo y comenzó a manejar los hilos, con una defensa sumamente aplicada y un juego por afuera que complicaba a Trébol. Un try de Jorge Zerbino a empuje del maul, confirmado por el TMO, sin conversión, y un penal que marcó De León a los 31 minutos colocaba las cosas de cara al conjunto montevideano gracias a un 15-3 a favor. Fue la mayor diferencia que hubo en el encuentro.
A Trébol le tocaba remarla y tirar de épica para levantar un resultado adverso, al tiempo que era maniatado por un adversario que hasta ahí se presentaba superior. Pero el equipo sanducero volvió a dejar en claro, como sucedió en las semifinales ante Carrasco Polo, de qué pasta estaba hecho: mentalmente fuerte, sin renunciar a su propuesta, logró acortar distancias sobre la campana del primer tiempo.
Una corrida impresionante de Sebastián Schroeder, más la conversión de Alejo Durán, puso el tanteador 15-10 para los azules. El salteño aprovechó quizá el único hueco que encontró durante la batalla para saltear líneas y no dudó.

Paridad absoluta
En la reanudación, Trébol presentó las credenciales para remontar, a puro empuje y contacto (en este sentido no se dieron treguas, pero siempre dentro de reglamento, nada fuera de lugar, sin registrarse tarjetas). A los nueve minutos, una atropellada de Carlos Arboleya –figura destacadísima en la primera línea albiverde– abrió la brecha para que Mateo Tortorella apoyara en el ingoal azul. La patada de Alejo Durán se metió entre los palos y los sanduceros otra vez comandando el marcador con un 17-15.
De ahí en más el partido se tornó mucho más parejo, también con más errores por parte de los equipos, en la indisciplina a la hora de defender y en fallos no forzados. Trébol, a su vez, entendió cómo jugarle a un contrincante duro en defensa y fuerte en el scrum. De cualquier modo, Old Christians retomó la delantera a los 12 minutos de la mano de un try de Manuel Blengio, convertido por De León: 22-17.
Nueve más tarde, el gran Brian Vergara se sacaba de encima varios rivales y empataba el partido –no hubo conversión– gracias a un try con su sello. Velocidad y decisión del entrerriano, un puntal en este Trébol campeón. En momentos en que Mateo Durán metía mano en el banco, los sanduceros pudieron salir adelante en dos situaciones muy comprometidas; en una ataque en la cinco que se salvaron por los pelos y en un penal en la hora, pateado por De León, sin suerte.
Para Trébol había algo que seguía vivo. Ya revoloteaba la sensación que era la hora del albiverde. Pero antes, más drama. Un alargue con dos tiempos de diez minutos cada uno, donde el que marcaba salía campeón. Imagínese la tensión que imperaba en esa cancha, los nervios de punta, la gente no sabía ya cómo pararse o qué decir.
Trébol denotó mayor fortaleza física en el suplementario, con mayor resto que su rival que, una vez más, quiso liquidar todo con un penal. Y otra vez afuera. De su lado, el sanducero casi lo liquida con otra gran corrida de Vergara, a puro vértigo, pero el jugador fue sacado de la cancha justo cuando iba a apoyar.
Con el pitazo final del referee Joaquín Montes y luego de más de 100 minutos de rugby todo el mundo se preguntaba: ¿y ahora? Nadie tenía muy en claro qué seguía después, alguien preguntó si el título se debía compartir entre los dos clubes. Hasta que anunciaron por los altoparlantes cómo era el reglamento. Había que patear penales, uno a uno.
Y ahora sí, el momento sublime. Falló De León en el primer intento para Old Christians y, a continuación, Alejo Durán –con una tranquilidad fruto de su larga experiencia–desató el tan ansiado grito de campeón. Tremendo, dramático, épico. El primer título para Paysandú y el Interior. ¡Salud Trébol!

Colapsó una tribuna

Una de las tribunas móviles que se colocaron en la cancha de Old Boys colapsó poco antes de comenzar el partido final. Como resultado, quedaron algunas personas heridas que debieron ser trasladadas en ambulancia. Pero pudo haber sido peor y no terminó de tragedia de puro milagro. Un aspecto a tener en cuenta por parte de la Unión de Rugby del Uruguay (URU) para próximos eventos en los que no se pueda contar con el Estadio Charrúa. Queda la sensación de que se pudo haber encontrado una mejor solución y un escenario más adecuado para una finalísima del Uruguayo de Clubes.