Lo que el desgaste igual permitió ver

Cuando Mariano Palamidessi asumió su cargo de director técnico del Instituto Nacional de Evaluación Educativo (Ineed), en octubre de 2015, advirtió que se iba a mover con total autonomía y opinó que le parecía “no demasiado feliz” la meta del presidente Tabaré Vázquez de “cambiar el ADN de la educación”.
Siempre resultó crítico del sistema uruguayo y aunque se retiró del cargo por cuestiones familiares, no lo hizo sin antes reiterar conceptos que se encuentran en los propios informes técnicos, mientras se desnudó la realidad que atraviesa el Ineed con poco personal y presupuesto acotado.
Por estas horas se encuentra en proceso un nuevo llamado para ocupar el cargo vacante. Sin embargo, la ministra de Educación, María Julia Muñoz, cuestionó la presentación de llamados internacionales “porque me parece que el conocimiento del sistema educativo uruguayo tiene que ser un valor importante y las personas del país conocen más las necesidades de evaluación. Además, la evaluación debe hacerse por personas que sean reconocidas por sus pares y tengan trayectoria”.
Palamidessi es doctor en Educación recibido por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, licenciado en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires y profesor de enseñanza primaria, además de desempeñarse para la Unesco y la Flacso, en su país, Argentina.
Desde ese lugar, observaba la región y le llamaba la atención el caso uruguayo, con altos niveles de desarrollo y con el mejor índice de Gini, pero no alcazaba al 40% de egresos en educación secundaria. Incluso en primaria, al menos el 50% de los estudiantes iban a registrar problemas para el acceso a la educación media, ante los resultados demostrados en lectura y matemática. Con este panorama no queda otra alternativa que reconocer los altos niveles de exclusión, que permanecen en las población con mayores vulnerabilidades, al tiempo que se ensancha la brecha de la desigualdad social.
Los informes, presentados en la web, señalan un 7% de posibilidad de finalizar la educación media en el último quintil. Cuando el año pasado se inauguró el Mirador Educativo, este dato se confirmó y comparó con 2015, cuando casi tres de cada 10 estudiantes (26%) egresaron del Bachillerato entre los 18 y 19 años, en tanto en el caso del ciclo básico el índice se ubicó en 49%.
Entre el quintil 1 y el quintil 5 había una distancia de 50 puntos porcentuales. En la población más pobre, el egreso oportuno es de 32,6%, en el sector más pudiente, ese guarismo se eleva a 80,8%. Se presentaban alto índices de repetición y alumnos extraedad, con peligro de desvinculación.
Cuando Vázquez asumió la presidencia propuso la meta de incluir al 100% de los jóvenes hasta 17 años dentro del sistema educativo, pero el Ineed en su informe planteó el 91% de asistencia en el quinquenio 2015-2019. La ANEP, por su lado, se comprometió cerrar el quinquenio con el 94% de los adolescentes de 16 en el sistema educativo y de un 96% para los estudiantes de 15 años.
Pero a este ritmo, las metas parecen lejanas en un país de poco territorio y sin mayores variables en las características poblacionales de las últimas décadas. Tanto como para afirmar que desde 1970 hasta 2010, según uno de los informes presentados en mayo del año pasado, el promedio de años cursados varió de ocho a nueve, mientras la meta es la universalización de 14 años de educación obligatoria.
Cabe acotar que, cuando los técnicos del Ineed presentaron este documento, no estuvieron presentes ni la ministra Muñoz ni el presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Wilson Netto.
En aquel momento –al igual que si lo hiciesen ahora– no se presentaron datos nuevos, sino que se extrajeron de la Encuesta Continua de Hogares, del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo y del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, o sea, las famosas pruebas PISA.
Para los técnicos es “alcanzable” la meta de inclusión de los niños de tres años a Educación Inicial, pero hasta el pasado 1º de noviembre –cuando la directora de Primaria Irupé Buzzetti dialogó con la Secretaría de Prensa de Presidencia de la República– en el nivel 3 años, se inscribieron 11.300, cuando aún restan 5.500 niños y en el nivel de 4 años, hay 17.000 niños anotados, pero faltan unos 4.000. Fin de semana largo mediante, las inscripciones se retoman hoy y cierran el jueves.
El Ineed definió que “podía resultar plausible” el incremento de 89 a 96% de cobertura de adolescentes de 15 años para el 2020 y en cuanto a los adolescentes de 16 años, “es razonable dudar de la plausibilidad” de cumplir con la meta del 75% de los egresos. Porque según el Ineed, “mientras no se reduzcan las fuertes y persistentes desigualdades señaladas, será difícil que logre hacerlo”.
Los recursos son necesarios y, en este contexto, Uruguay invierte unos U$S 1.500 al año por alumno, al tiempo que otros países llegan a U$S 4.500, según el Banco Mundial. Sin embargo, aún vale más lo que se hace con los recursos y las exigencias docentes. Pero, nuevamente el informe lo señala: “los maestros y profesores titulados son insuficientes para cubrir las necesidades de personas de la educación primaria y media”. La totalidad de los maestros de Primaria tienen título, el 94% en educación inicial y primaria privada, el 67% de los profesores de secundaria en los liceos públicos y 57% de secundaria privada son recibidos. Ese porcentaje baja a 41 en UTU. Los sueldos docentes aumentaron por encima del Índice Medio de Salarios y en diez años (2005-2015) pasó de 80% a 85% el peso salarial en el presupuesto de ANEP.
Todo esto ya lo sabíamos. Y lo conocíamos tanto por reiteración del tema en los grandes medios de comunicación, como por consultar la información en la página web del Ineed. Aunque no parece muy difícil de entender las razones de tanto jaleo por la renuncia de Palamidessi –el exdirector Juan Soca renunció con menos ruido el mismo día por cuestiones de salud– son visibles las diferencias entre el equipo técnico y la comisión directiva del Ineed. Y eso genera profundos desgastes.