“Más solo que perro malo”

La frase que corresponde al precandidato del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, para definir el momento político del exvicepresidente Raúl Sendic, describe en líneas generales la situación de los dirigentes cuando caen en desgracia. Y el caso de Sendic no es el único, ni tampoco es patrimonio de esta fuerza política en el gobierno. Hubo otros que quedaron “más solo que perro malo”, cuando su círculo cercano se alejó para evitar comparaciones e, incluso, salpicaduras.
Pero el caso que mantiene ocupadas las pantallas es el de Sendic y sus declaraciones que van desde la afirmación que “hay gente que vota al Frente Amplio si yo estoy en el Frente Amplio”, hasta las 5.000 firmas recolectadas en change.org de frenteamplistas que, precisamente, anunciaron lo contrario. Por lo demás, se ha despachado en cuestionamientos hacia la política económica en el gobierno y asegura que no todos saldrían “indemnes” si se investigara su patrimonio y sus cuentas bancarias. Una lástima que con tantos datos en sus manos, no haga las denuncias correspondientes porque los uruguayos nos estaríamos perdiendo una parte relevante de la información que nos falta, principalmente porque una mayoría parlamentaria no permite el avance de investigaciones en ese ámbito que nos define como una república.
Debería –al menos como ciudadano, si no quiere hacerlo como político– cooperar con la transparencia que se reclama a la clase dirigente y de una vez por todas, acallar a las voces que lo acusan de “chantaje”. Porque con pruebas, cualquier ciudadano está habilitado a concurrir a la justicia, denunciar hechos de corrupción y esclarecer algunas situaciones poco claras.
Y el “mientras tanto”, que para Sendic ha resultado tan cruel, se ha transformado en un chichoneo constante de su fuerza política que da cátedra en la prensa sobre ética y moral pública, pero que en los hechos su Plenario Nacional no resuelve inhabilitarlo. Es que resulta más fácil una presión mediática para que el exvicepresidente tome la difícil decisión, antes que adoptarla como partido y dejan en sus manos lo que el propio colectivo reclama. En lo inmediato, Sendic reiteró que continuará con su postulación aunque acatará la decisión del Frente Amplio, si decide inhabilitarlo. Y en caso que esto sucediera, anunció que igualmente hará campaña por su sector (la Lista 711) para lograr “el cuarto gobierno del Frente Amplio”, no sin antes recordar que su nombre hoy aparece en la agenda antes que los problemas de los uruguayos, “por ejemplo el desempleo”.
Al ministro de Economía Danilo Astori, quien pidió una sanción para Sendic, le dijo que el proyecto económico debe ser revisado porque “da señales de agotamiento”. Y mientras los atiende de a uno, provoca sin dudas un efecto contrario al deseado. Incluso por él mismo.
Con una mayor presencia en la campaña electoral, su figura obtiene más minutos que aprovecha para criticar al menos a tres de los cuatro precandidatos oficialistas. Sendic pidió a Daniel Martínez, Carolina Cosse y Mario Bergara que se concentren “en las propuestas que la gente quiere escuchar” y dijo que esperaba que una figura como Bergara –expresidente del Banco Central– tuviera propuestas alternativas que permita tener esperanzas. “Porque mientras la derecha habla de los problemas de seguridad y trabajo, en la izquierda nos concentramos en darnos palo entre nosotros”, dice el exvicepresidente.
Argumenta que el escarnio público al que estuvo sometido se debe en parte a una campaña de la oposición y a la interna frenteamplista, al tiempo que olvida algunos flancos débiles que dejó al azar como el título que nunca se encontró pero solo vio la vicepresidenta Lucía Topolansky, los gastos inexplicables que claramente no hizo a solas sino bajo anuencia y que no corresponden a su época de vicepresidente. Todos esos datos eran conocidos por su fuerza política cuando lo promocionaban como compañero de fórmula de Tabaré Vázquez en la campaña electoral de 2014 y como el “delfín” que tanto le hace falta a la izquierda. Pero siguieron adelante. Por tanto, la duda que queda en el aire es si en su fuerza política actuaron con inocencia porque creyeron en su gestión, o con el ego desmedido para suponer que nadie se atrevería a investigar nada. En cualquier caso, la culpa no es de Sendic sino de quienes actuaron bajo una u otra suposición.
Ahora el Frente Amplio organiza un plenario nacional que deberá pronunciarse con respecto a 17 dictámenes del Tribunal de Conducta Política que están pendientes de resolución. Uno de ellos declara como “inaceptable” el “proceder” del exvicepresidente en el manejo de los fondos públicos, mientras era titular de Ancap y las negociaciones se encaminan a tratar de alejar a Sendic de la campaña. Pero necesita un gran consenso que ponga a las principales fuerzas de izquierda bajo una misma línea y asegure lo cuatro quintos que exige el estatuto frenteamplista.
Solo falta escuchar la forma en que su dirigencia se rasgará las vestiduras al hablar de transparencia, tal como ya lo hace en los medios de comunicación. Asimismo resta saber cómo harán para demostrarlo porque, mientras tanto, la mayoría parlamentaria se niega a investigar a Envidrio o los negociados con Venezuela que se abortan en ambas cámaras, apenas el asunto se insinúa. Incluso la ansiedad lleva a esperar la reacción de los precandidatos aludidos por Sendic, en tanto la reglamentación los obliga a autorizar a las listas que llevan su nombre. Y la Lista 711, si no es inhabilitada, deberá inclinarse por uno de los cuatro.
Este affaire, que recién comienza, promete durar toda la campaña y con Sendic o sin Sendic, el estigma ya dejó su marca que perfilará las entrevistas y los discursos durante el 2019 que promete ser largo.