Solicitada

INSEGURIDAD EN LA CONVIVENCIA
“Preocupación ante casos de perros envenenados”; “Destrozó a macetazos el auto de un hombre que hablaba con su expareja”; “Adultos se burlaron de un nene en el futbol infantil”; “Procesan a una madre por pegarle a una maestra”; “Falsos rumores en redes desataron linchamiento de tres personas”.
Estos titulares son reales. Algunos son hechos que ocurrieron aquí, otros no, pero bien podrían haberlo sido también.
Basta ver por estos días como algunas personas –entre ellos dirigentes políticos de la oposición– se vanaglorian con la victoria electoral de Bolsonaro en Brasil, ilusionados con que el triunfo de la derecha más conservadora, pueda llegar al Uruguay en los próximos meses.
Ya podemos escuchar o leer por estos días a los que se “suben al carro” con el discurso de la “mano dura”, también sembrando el miedo contra los inmigrantes, que así como nuestros abuelos o bisabuelos vienen a estas tierras a buscar un porvenir para sus familias.
Gente que siembra el miedo, ese miedo que llevó a algún dirigente a recolectar firmas para “vivir en paz”, con la falsa promesa de hacer de Uruguay un país más seguro. Como si existiera una solución tan simple para tremendo problema. Porque es cierto sí, la inseguridad es un problema creciente, pero no solo en Uruguay, sino en el mundo.
Como también es una realidad que en Latinoamérica, Uruguay sigue siendo uno de los países más seguros. Hay una cosa que es bastante clara, y es que la sensación de inseguridad es algo muy subjetivo. Es cierto que para la mayoría de los uruguayos, es el problema que más preocupa, pero también es cierto –y con esto no estoy negando la existencia del problema– estamos hablando de un problema que es global, que no tiene fronteras políticas.
Hete aquí algunos ejemplos. En Estados Unidos, son moneda corriente los atentados ocasionados en escuelas o universidades, donde algún estudiante acribilla a tiros a sus compañeros.
¿Qué me dicen de México, dónde el 75% de los homicidios son a causa del narcotráfico?
Y para los que hablan del Primer Mundo como un ejemplo de civilización, en la propia Ciudad de la luz (París), cualquier ciudadano corre el riesgo de ser atropellado o acribillado a tiros por terroristas yihadistas.
Como podemos ver, estamos hablando de un problema global, que no tiene a los gobiernos de turno como responsables totales y absolutos en la materia.
Por encima de la inseguridad, creo que hay un tema raíz que incluye al Estado en su totalidad, hablo de los problemas vinculados a la convivencia ciudadana. Y reafirmo lo de “Estado en su totalidad”, porque el Estado no son solo tres poderes que lo componen (ejecutivo, legislativo y judicial), integra también a sus ciudadanos. O sea, los problemas son también responsabilidad de los pobladores de una nación. En otras palabras, vos y yo, somos parte responsable en la realidad de nuestro país.
No hay que comprar la idea de que algunos problemas se cambian solamente cuando votamos cada cuatro años. Hay soluciones que se buscan entre todos y no son solo responsabilidad de un gobierno. Es fácil descargar la ira buscando alguna cabeza que cortar, paradójicamente, engendrando más violencia. Siempre es más fácil entrar en discursos simplistas e irracionales vendiendo soluciones mágicas.
Nosotros ciudadanos, tenemos libertades y derechos, pero también obligaciones. Y en este último aspecto, creo que muchos están fallando en su actuar cotidiano, prueba de ello son los titulares de noticias como las que hice referencia en el comienzo. Si hubiera coherencia, no serían moneda corriente estos titulares. Si hubiera coherencia, los problemas de convivencia se solucionarían de manera más racional.
A esos irracionales que, indignados destilan veneno por las redes sociales y añoran tiempos oscuros les digo: antes de pedir “mano dura”, primero hay que empezar por casa, usando el corazón pero también la razón, que por otra parte es la que nos diferencia del resto de los animales. Hay que usar la cabecita, ser coherentes a la hora de actuar y no salir a lo loco a pedir disparates de las cuales después, la sociedad toda se arrepentirá.
Juan Andrés Pardo