Sin grandes logros

Mauricio Macri, presidente argentino desde diciembre de 2015, encara este 2019 como el año en el que buscará la reelección. Sin embargo, no la tendrá nada fácil. Incluso con el fantasma del kirchnerismo amenazando su retorno, pese a toda la corrupción que ha generado. Macri, al cabo de este tiempo en el gobierno, ha demostrado una gran inoperancia en varios aspectos, reacciones tardías y decisiones incorrectas.
Economía en recesión, severo ajuste fiscal, sin grandes logros que mostrar. La inflación, calculada inicialmente en 10%, cerró el año en cerca de 48%. La economía, que se había proyectado con un crecimiento de 3,5%, entró en recesión y terminará con una caída de 2,7%, según el dato más reciente del Banco Mundial.
En un momento, Macri liberó el debate en el Parlamento acerca del aborto, en una clara jugada para distraer a las masas y los medios, y dejen de referirse a la economía y a los problemas financieros domésticos de los argentinos. Claro está, no funcionó –ni siquiera salió la legalización del aborto, en gran triunfo de los provida– y los números en el país continuaron en baja y complicados.
Afectos como nadie a las marchas y grandes manifestaciones, el pasado jueves por la noche diferentes organizaciones políticas, sociales y sindicales protestaron en numerosos grupos con antorchas en Buenos Aires por los aumentos de las tarifas y de los servicios públicos anunciados para este año por el gobierno de Macri. Las dos facciones que conforman la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), con Hugo Yasky y Pablo Micheli (líder de la Autónoma) a la cabeza, fueron los convocantes de esta marcha a la que se adhirió el sindicato de Camioneros y su secretario General, Pablo Moyano, así como cerca de 62 agrupaciones peronistas.
El pasado 26 de diciembre, el Ejecutivo anunció nuevos aumentos en las tarifas del transporte público del 38% que se aplicarán desde este mes para viajar en ómnibus, trenes y metro. Además, el 27 de diciembre se anunciaron subidas de hasta el 55% en la tarifa de la electricidad entre los próximos febrero y agosto en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, y en torno a un 35% en el resto de los distritos del país.
El índice de aprobación del presidente cayó de 66% en octubre de 2017 a 35% en diciembre pasado, de acuerdo a un sondeo de la Universidad de San Andrés. Y con esta erosión a cuestas tratará de convencer a los argentinos de que con un segundo mandato puede dejar un país estabilizado y en prosperidad. Su apuesta, según los analistas, consiste en aminorar el ritmo de la inflación, de modo de llegar con una situación aliviada a octubre, cuando se disputará la primera vuelta electoral.
Días pasados, Pablo Knopoff, director de la consultora Isonomía, dijo con certeza que el mandatario necesita “mejorar mucho” pero también “arreglar muchas cosas”. A su favor juega la división de la oposición peronista, que abarca todo el espectro político desde la derecha hasta la izquierda y a la que se le dificulta decantarse por un candidato único.
Hasta ahora hay incertidumbre sobre si postulará la expresidenta y actual senadora Cristina Fernández de Kirchner, del peronismo de centro-izquierda, la opositora con mayor favoritismo, sometida a varios juicios por corrupción. La salva de la cárcel el cargo que aún ostenta en el Parlamento. Lo que han robado los Kirchner casi no tiene parangón en el vecino país. Así y todo, puede volver a convertirse en presidente: es la mezcla de contar hoy con un mandatario que no hace pie por un lado, y un fanatismo político, en este caso por los K, por otro. O mucho dinero para repartir.
Una encuesta de la firma Opinaia publicada esta semana brindó 27% de la intención de voto a Macri, 26% a Kirchner y 11% al peronista Sergio Massa. Y aún hay tiempo para que surja una opción alternativa antes de las primarias que se realizarán en agosto. “Cristina Fernández de Kirchner será un factor importante de definición”, aseguró Knopoff, quien opina que una candidatura de la expresidenta favorecería la opción de Macri.
A la ineptitud del presidente, se sumó una inusual sequía que afectó gravemente al principal producto de exportación de Argentina, los granos. Las inversiones en letras y bonos se desplomaron y el país sufrió dos corridas cambiarias que llevaron a una depreciación de su moneda de 51%. Macri optó entonces por un auxilio de 56.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo ampliamente rechazado por los argentinos, con el que se comprometió a un fuerte ajuste para lograr el equilibrio fiscal en 2019.
Y mientras tanto, hay quienes piensan que Macri no podría finalizar su mandato en diciembre de este año. Entre ellos The Wall Street Journal. “No hay certeza” de que el presidente pueda concluir su mandato, “debido a que subestimó la magnitud de los problemas que heredó de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner”.
Tras trazar una lapidaria descripción de las administraciones kirchneristas –que, según sostiene, “dejaron al país en la quiebra, tanto institucional como financiera”, el periódico puso en duda la política gradualista de Macri. Y advirtió: “Está jugando con fuego”.
Cuando se dio cuenta que esa política lo llevaba a la bancarrota, llegaron los pedidos de ayuda al FMI y todos los reajustes consecuentes. Y así con todo. Macri no le encuentra la vuelta al partido, en metáfora futbolera que tanto le gusta. Tiene poco margen para hacer en unos meses lo que no hizo en tres años.