Recomendaciones para reducir el impacto en la ganadería por calor y estrés térmico

La ganadería es una actividad a cielo abierto y por tanto es directamente dependiente de los recursos naturales y del clima. Estas características de producción determinan que los productores deban adaptarse a una realidad cambiante, como ocurrió durante este verano, cuando las lluvias fueron abundantes y las temperaturas templadas.
“Esta situación ha cambiado y las altas temperaturas pueden ser un factor de riesgo para la productividad de los vacunos e incluso en algunas situaciones, para su vida”, sostiene el ingeniero agrónomo Gonzalo Becoña, técnico del Instituto Plan Agropecuario.
Debido a esto, “es importante conocer cómo influye la situación climática sobre los animales y como pueden afectar la performance animal, y en el mismo sentido realizar algunas recomendaciones sobre alimentación, infraestructura y manejo de los animales para atenuar los efectos negativos.
Cuando un animal es sometido a condiciones ambientales adversas, que lo sacan de su rango de confort o bienestar, “podemos decir que está siendo sometido a estrés. Este puede estar provocado por un sinnúmero de factores como ser climáticos (frío o calor), de manejo (arreos, trabajo en corral, etcétera.), nutricionales (generalmente provocados por subalimentación), sanitarios (animal enfermos) o una combinación de estos”.
Cuando el animal sale de su rango de confort debido a la incidencia de factores que provocan (carga calórica) el aumento de la temperatura, “denominamos a este efecto estrés calórico”.
Entiende el profesional que “los animales poseen una zona de confort térmico en la que la producción y pérdida de calor están equilibradas con un mínimo esfuerzo de regulación térmica, o sea que sería un ambiente en que el animal elegiría si tuviera la opción”.
Al analizar los efectos del ambiente, la temperatura del aire es la condicionante más importante que determina disminuciones en el potencial de producción. El rango de temperaturas de confort para el animal se sitúa entre una mínima de 10ºC y una máxima de 25ºC.
“Ahora, cuando la temperatura del aire supera el valor máximo de confort de un animal, comienzan a tener importancia otros elementos, como la humedad relativa y la radiación solar. La alta humedad agrava el efecto de la temperatura, ya que disminuye el potencial de vaporización de la piel y respiración, medidas que posee el animal para disipar calor”, explica Becoña.
En cuanto a la radiación solar, “puede ser un poderoso factor estresante, más aún cuando se trata de radiación directa, ya que provoca un agregado de calor además de los producidos por procesos metabólicos”.
El viento influye sobre los procesos de disipación de calor, como lo es la evaporación cutánea. “Cuando aumenta el viento se produce un enfriamiento por acción convectiva, lo cual reduce la necesidad de disipar calor por evaporación”, dijo.

COMPORTAMIENTO ANIMAL

Los animales sometidos a situaciones ambientales estresantes tratarán de escapar a toda actividad que le genere aumento calórico y buscarán disminuirla.
Explica que “la actividad ruminal genera un aumento en el calor metabólico, por lo que, la primera acción es disminuir el consumo voluntario de alimentos y aumentar el consumo de agua. Las disminuciones en la ingesta de alimentos por efecto de altas temperaturas (27ºC vs 10ºC), pueden llegar a un 25%; si a su vez se acompaña de alta humedad puede llegar a un 30%”.
En este sentido, dietas de menor calidad, con altas cantidades de fibra (dietas calientes), “aumentan el calor producido en la digestión y por lo tanto menor será el consumo. En contraposición, dietas de mayor calidad a base de alimentos de mayor digestibilidad, como por ejemplo los granos (dietas frías), tienen un menor efecto sobre el consumo”.

CONSUMO DE AGUA

El incremento del consumo de agua frente a la situación de estrés calórico, es casi una actividad refleja. El consumo de altos volúmenes de agua contribuirá a producir un efecto de confort al disminuir las temperaturas del rumen; este consumo aumenta en aproximadamente en un 20%.
La calidad del agua es un factor sumamente importante para asegurar el consumo voluntario. “El aumento en los consumos de agua también puede traer consigo pérdida de minerales, lo que se debe tener en cuenta para proveer suplementos minerales ad-libitum”.

HÁBITO DE PASTOREO

Respecto al hábito de pastoreo, “los animales marcan claramente momentos del día donde aumenta la actividad del pastoreo y otros donde simplemente buscan bajar su actividad metabólica y aumentar el consumo de agua. Es indudable que esto está asociado a la variación de las condiciones climáticas durante el día”, sostiene el profesional.
El animal, al carecer de sombra, “concentra el pastoreo temprano en la mañana (hasta las 10 horas) y posteriormente lo reinicia a la tarde (después de las17 horas) y noche. Durante el intervalo entre pastoreo, donde seguramente es sometido a condiciones climáticas estresantes, procura congregarse alrededor del agua”.

EFECTO EN LA SALUD ANIMAL

Becoña establece que “comúnmente el estrés por calor altera el sistema inmunitario de los animales, aumentando la susceptibilidad a enfermedades infecciosas. Una de las más comunes en meses cálidos es la queratoconjuntivitis, por lo cual hay que prestar atención a esta afección.
Se han realizados experiencias a nivel nacional para demostrar si realmente existe efecto del suministro voluntario de sombra en animales en pastoreo. “Se ha probado que en vacunos de carne (Hereford) las ganancias de peso de los que contaron con sombra son un 17% más de las que no contaron con sombra.

CONTROL DEL ESTRÉS

La medida más útil para prevenir el estrés por calor, “es proveer al animal de espacios bien ventilados y al reparo del sol; he aquí la importancia de disponer de sombra tanto natural como artificial a discreción en épocas estivales”.
Las sombras naturales son las más efectivas, “ya que además de disminuir la incidencia de la radiación, producen una disminución de la temperatura del aire por la evaporación de las hojas”.
En cuanto a las artificiales, “hoy día existen varias estructuras que logran adaptarse a sistemas ganaderos (tinglados, mallas sombra, etcétera.), con muy buenos resultados”, explica. “Son de relativo bajo costo, es portátil y se implementa rápidamente”, agregó.

RECOMENDACIONES

Entre algunas de las recomendaciones de Becoña al instalar una malla sombra para el ganado, se establece que sea de 3 y 5 metros cuadrados de sombra por vaca; la altura debe ser por lo menos de 2,5 metros, para que el animal no la muerda y circule el aire; malla de 80% de porcentaje de sombreado; inclinación para evitar acumulación de agua de lluvia; instalarla en un lugar alto que circule viento; colocar broches cada 50 centímetros y alambres que la crucen por encima y por debajo para que el viento no la levante.
No realizar sombras que tengan más de 20 metros de largo. En estos casos es conveniente realizarlo en tramos independientes. La orientación debe ser este-oeste, en caso de no tener problemas de piso y norte-sur en el caso de problemas de piso, ya que la sombra tendrá mayor movimiento dando lugar a su secado.
Becoña indica que “existe información consistente de que bajo las condiciones climáticas en la que se desarrolla la producción ganadera en el país puede existir estrés térmico. El primer paso para disminuir y controlar estos efectos adversos del ambiente es la identificación de signos y síntomas de estrés en los animales”.
“En virtud de esto, tendremos que diseñar estrategias de manejo que logren reducir los posibles efectos y repercutan lo menos posible sobre la productividad de los establecimientos”, dijo.