Efectuaron pesquisas en Paysandú por la Semana Mundial del Glaucoma

En el marco de la Semana Mundial del Glaucoma, que se celebra desde el 11 al 17 de marzo, sociedades científicas de todo el mundo realizan actividades con el propósito de hacer conocer a la población la existencia de la enfermedad y la importancia de su detección precoz.
En nuestro país, la Asociación Uruguaya de Oftalmología y la Sociedad Uruguaya del Glaucoma cada año hacen pesquisas gratuitas en diferentes lugares de Montevideo. En Paysandú este año se realizaron pesquisas en las policlínicas de Comepa, Hospital, Centro de Retirados Militares y consultorios particulares. La pesquisa consiste principalmente en la toma de presión intraocular y en algunas situaciones se realizó fondo de ojo.
“El glaucoma es el daño del nervio óptico causado por la presión intraocular elevada, que produce una alteración característica en el campo visual que si no se detiene a tiempo lleva a la ceguera”, explicó la oftalmóloga Claudia Álvarez.
El glaucoma es la principal causa de ceguera irreversible que puede ser prevenida, y se debe estar atento porque la forma más común de la enfermedad no da síntomas. “El paciente con glaucoma no siente nada que llame su atención, solamente se da cuenta cuando la enfermedad es muy avanzada y ya no ve, por lo general afecta a ambos ojos por igual”, añadió.
Las personas que se encuentran en mayor riesgo de tener glaucoma son los mayores de 40 años; tener familiares de primer grado con la enfermedad; la raza negra; y la presión intraocular elevada previa. Los factores de riesgo menores –se asocian débilmente a la enfermedad– son las siguientes: diabetes mellitus, hipertensión arterial, miopía y traumatismos o cirugía.

El proceso de la enfermedad

Álvarez explicó que el ojo está dividido en dos sectores, el segmento anterior y el polo posterior. El líquido que circula en el segmento anterior se llama humor acuoso, se produce en una estructura llamada cuerpo ciliar y sale del ojo por otra estructura que se llama malla trabecular. “Cuando la malla trabecular se obstruye, impide el pasaje de líquido y se genera un desbalance entre lo que se produce y lo que se drena y eso es lo que causa el aumento de presión”, puntualizó.
“La presión elevada comprime la capa de fibras nerviosas causando su muerte, por lo que la disminución de la capa de fibras nerviosas produce un aspecto excavado característico en el nervio óptico y una alteración típica en el campo visual. Este tiene un patrón de daño horizontal y cuando el daño avanza deja una visión tubular que se cierra paulatinamente”, subrayó la oftalmóloga.
Como es una enfermedad silente –que no da síntomas y causa ceguera que no se puede revertir– es que surge la necesidad de hacer controles en toda la población, más aún en la que tiene factores de riesgo. Álvarez recomendó realizar controles oftalmológicos periódicos dirigidos según las necesidades de cada edad, “en los niños sólo se toma la presión en casos especiales, igual que en los adolescentes porque en esta edad la enfermedad tiene características diferentes”, argumentó.
Pero “en los adultos y sobre todo luego de los 40 años es necesario al menos un control cada dos años, en tanto que en las personas que tienen un riesgo mayor de tener la enfermedad son necesarios controles más frecuentes.
Vale señalar que el único profesional que puede diagnosticar la enfermedad es el oftalmólogo, se trata con medicación –gotas que deben ponerse todos los días– y solamente en casos especiales se realiza una operación. “Requiere controles periódicos, hoy en día el diagnóstico es temprano y el pronóstico es bueno”, culminó Álvarez.