Ya es hora

La mejora de la calidad del agua mediante la reducción de la contaminación es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que convocan a los gobiernos a eliminar los vertidos y minimizar la liberación de químicos y materiales peligrosos así como a reducir las aguas residuales.
En el caso del río Uruguay, que en su mayor parte sigue siendo cloaca y bebedero al mismo tiempo, existe coincidencia en la necesidad de preservación de su calidad como recurso que, si bien no está amenazada en lo inmediato, viene sufriendo deterioro como consecuencia de una serie de impactos derivados de cuestiones tan diversas como el uso de agroquímicos en la región, la variabilidad climática, los vertidos industriales y de saneamiento.
En lo que respecta a Paysandú, una vez más las autoridades de OSE han comprometido la construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales para “que podamos devolver los efluentes tratados y que sea un aporte para mejorar la calidad del río Uruguay”.
Durante la visita realizada esta semana a Paysandú donde firmó varios convenios, el presidente de OSE, Milton Machado, reafirmó que se realizará la licitación antes de finalizar la actual administración de gobierno. El costo de la obra es de aproximadamente 15 a 20 millones de dólares.
Afirmó que el llamado está prácticamente terminado, encontrándose en la etapa de especificaciones técnicas y pliegos. “El compromiso lo mantenemos en licitar, tal vez para el segundo semestre, llegar con esa meta que nos habíamos planteado y que demandará entre 18 y 24 meses de trabajo”.
Se trata de una obra que se viene reclamando hace más de 20 años y que una y otra vez, por distintas razones, ha sido postergada aunque es de fundamental importancia por el impacto ambiental que representa continuar tirando todos los efluentes sanitarios de ciudad totalmente “crudos” al río Uruguay.
Hace cinco años, en enero de 2014, OSE informó que había resuelto realizar un nuevo proyecto para la planta de tratamiento de líquidos residuales de Paysandú, elevando la calidad del tratamiento con la finalidad de contar con una descarga que cause mucho menos impacto en el río Uruguay.
En noviembre de 2015 el ente anunció la construcción de la planta de tratamiento de efluentes de Paysandú con nuevas características a las del proyecto anterior que era una planta de pre tratamiento. Con este cambio se logra un grado superior de tratamiento, asegurando una mayor inocuidad del vertimiento de los líquidos residuales al curso de agua. No obstante, ya se estimaba en ese momento que en la práctica, esta decisión dilataría (una vez más) los plazos de concreción de la obra.
En el marco de gestiones realizadas por la Intendencia y en declaraciones de prensa autoridades del ente posteriormente anunciaron que la planta de tratamiento de efluentes que se realizaría posiblemente en 2018. Sin embargo, surgieron nuevas demoras vinculadas –de acuerdo a lo informado– a temas referidos a las aprobaciones de organismos con competencia en el tema como la Dinama y la Comisión Administradora del Río Uruguay, necesarias para poder realizar el llamado para realizar las obras.
El reclamo local de esta importante obra no es antojadizo, puesto que se relaciona con una necesidad real de protección de la calidad de un importante recurso acuático que está sufriendo diferentes presiones.
Indudablemente que el vertido de materia orgánica sin tratamiento proveniente del saneamiento de la ciudad contribuye a la eutrofización del agua debido a la actividad humana: el aumento de nutrientes (fósforo y nitrógeno) en las aguas se asocia históricamente con las prácticas agrícolas y los aportes de aguas residuales domésticas, industriales o ganaderas no tratadas, que –como en el caso de Paysandú– llegan directa o indirectamente a los sistemas acuáticos.
Como es sabido, el aumento de nutrientes favorece la aparición de floraciones de cianobacterias, las cuales constituyen un problema no sólo para los usos recreativos y turísticos del río, sino que también pueden generar importantes afectaciones a la salud de las personas.
En este sentido, cabe señalar que OSE suele gastar sumas importantes en el uso de carbón activado como mecanismo de eliminación de cianobacterias y, por otra parte, dado la importancia del uso que hacemos de ese curso de agua –tanto como suministro de agua potable como con fines recreativos– no es para nada sustentable ni conveniente continuar contaminando el río.
Los desafíos de la gestión del agua no son pocos. Una evaluación de fuentes realizada por OSE a nivel de todo el país concluye que en los últimos años los principales desafíos para el proceso de potabilización del agua han sido las floraciones de cianobacterias, la presencia de atrazina y la contaminación por materia orgánica.
Las floraciones de cianobacterias y su problemas asociados (como la presencia de toxinas y alteraciones de olor y sabor) son frecuentes y de acuerdo a información incluida en la propuesta del Plan Nacional de Aguas, se han registrado floraciones en las fuentes superficiales de las que se abastecen el 25% de las plantas potabilizadoras del país y algunos episodios han tenido duración de hasta cuatro semanas.
Los recursos hídricos de un país constituyen un capital de primer orden. En el futuro probablemente sean un recurso económico aún más importantes que los combustibles por la sencilla razón que se pueden crear otro tipo de fuentes energéticas para abastecer a las sociedad, pero no se puede fabricar agua dulce.
Aunque los problemas existen desde hace cierto tiempo, sólo recientemente Uruguay ha comenzado a desarrollar medidas de prevención y remediación para grandes fuentes de suministro de agua potable. El caso del río Santa Lucía es un buen ejemplo. En el litoral del país, ciudades como la nuestra han esperado largamente las inversiones necesarias para contar con una planta de tratamiento de efluentes de saneamiento, que tendrá un impacto positivo a nivel local y regional. Es de esperar que de una vez por todas pueda concretarse ya que de su necesidad estamos convencidos todos.