Dime con quién andas…

Pese a las constantes presiones internacionales, a lo que padecen los venezolanos que aún viven en su patria, la situación en ese país caribeño no vira hacia el cambio necesario y parece que la permanencia de Nicolás Maduro al frente del régimen se perdurará en el tiempo. Mientras sus defensores ponen el grito en el cielo –como nuestro gobierno y el partido que lo representa– por una posible intervención militar extranjera, Maduro y sus secuaces incrementan su aproximación con administraciones como la de Siria y Rusia, sin hablar de la constante injerencia de Cuba en Venezuela.
Es decir, desde el punto de vista chavista sí sirve la intervención de las naciones amigas, y siempre en contra de un pueblo sufrido que no sale de esta pesadilla diaria que significa vivir bajo la égida de Maduro. La apuesta es mantener el pulso alto, acercándose cada vez más con aquellos aliados que puedan significar una contraparte hacia Estados Unidos. Una movida que surte el efecto de ahondar en la idea de ellos contra nosotros para mantener el poder y para azotar a aquellos que se les oponen.
Esta semana, el canciller de Venezuela Jorge Arreza visitó en Damasco al presidente de Siria, Bashar al Asad, responsable de crímenes de lesa humanidad en ese país de Medio Oriente y culpable directo de la guerra civil que ha destruido casi todas las ciudades sirias.
El país árabe lleva ocho años inmerso en una guerra que ha provocado, a su vez, una de las mayores crisis humanitarias en lo que va de siglo. Siria es, a su vez, aliado preferencial de Rusia –que ha mostrado sin ambages su apoyo a Maduro– en esa región.
El viaje del ministro de Relaciones Exteriores venezolano se ha centrado en las muestras de repudio de sus socios a Estados Unidos, un país que apoya sin fisuras al opositor Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela. Antes de viajar a Damasco, Arreaza pasó por la capital libanesa, Beirut, para conversar con el presidente Michel Aoun y diversos miembros del Parlamento de ese país. La gira fue sorpresiva y parece orientada a obtener respaldo al sucesor de Hugo Chávez. Además, en el Líbano el chavismo cuenta con el apoyo de Hezbollah, un grupo terrorista. El dictador Maduro apela a las históricas alianzas del chavismo con Medio Oriente para responder a sus desavenencias con el mundo occidental. Maduro cuenta con el rechazo explícito –canalizado a través del apoyo a Guaidó– de decenas de países. La aceptación del actual régimen venezolano es reducida en Europa y en América, donde solo Bolivia, Cuba y Nicaragua defienden con claridad la política chavista. Para el resto de naciones del continente americano es vital una salida del mandatario, responsable de la peor crisis que ha sacudido nunca Venezuela.
“Es notorio que está reafirmando alianzas que se establecieron desde 1999, en el gobierno de Hugo Chávez. Para el gobierno es una respuesta a sus problemas con el mundo occidental”, explicó el analista Carlos Romero a El País de Madrid respecto a la gira del representante de Maduro, quien pretende conseguir un equilibrio financiero ante el déficit generado por las sanciones a la empresa petrolera estatal Pdvsa, y la “tensión con Estados Unidos y otras grandes potencias”. El conflicto venezolano ha elevado, además, la tensión entre Estados Unidos, China y Rusia. Recientemente, el Kremlin envió militares y equipamiento a Venezuela (lo que sería la injerencia buena desde el punto de vista de los izquierdistas de todas partes), uno de los mejores clientes de armamento ruso en el mundo. Incluso, Yván Gil, vicecanciller venezolano, dijo hace unos días que no se descarta la entrada de más personal militar procedente de Moscú.
Mientras tanto, Guiadó salió al cruce de la visita del canciller del régimen a Al Asad en la capital siria, señalando lo evidente: que busca disuadir a la comunidad internacional de apoyar sus esfuerzos para sacar del poder a Maduro. “Sabemos cuál es la respuesta del régimen, sabemos por qué se reúne con Bashar al Asad, con Hezbollah.
Quieren subir una apuesta que no pueden pagar”, dijo Guaidó.
El opositor no descarta pedir al Parlamento que autorice el ingreso de una misión militar de extranjera; para Maduro –apoyado por Rusia, Irán, China y Turquía– esto sería una invasión estadounidense al país con la mayor reserva petrolera del planeta.
Y, en medio de todo esto, la crisis en Venezuela se profundiza y la sufren constantemente sus ciudadanos, día a día, minuto a minuto. Apagones sin fin, falta de agua, el desabastecimiento que se agrava, sin medicinas, el exilio que se incrementa. Un cuadro que representa el desastre de lo que ha sido el chavismo y que se agudizó con el dictador Maduro que ahora busca con desesperación reactivar las alianzas de su mentor y predecesor.
El pueblo venezolano, con hambre y desamparado, reclama la intervención militar, al verla como único camino para la liberación: es muy difícil que los militares se rebelen y que haya un levantamiento popular que derroque a la dictadura.
Cada día que pasa, es una jornada más para que Maduro y su gente se reafirmen en sus políticas represivas, y más ahora que salieron a estrechar lazos con otros Estados de la misma calaña.