Pérdida de productores y mucho más
Recientemente a través de nuestras páginas de la sección Rurales dábamos a conocer que la Comisión Directiva de la Asociación Nacional de Productores de Leche (ANPL), mostró su preocupación por la “pérdida constante de productores” en este como en otros sectores, además de que “somos cada vez menos, y las industrias van bajando sus cortinas cada vez más”.
Este aspecto precisamente nos toca muy de cerca a los sanduceros, empezando porque desde hace mucho tiempo los tamberos son uno de los pilares de la economía agropecuaria del departamento y segundo, porque en este último período hemos asistido con impotencia –y sufrido– las consecuencias negativas del cierre de la planta industrial de Pili, por una problemática compleja, con particularidades de decisiones empresariales y la situación del mercado venezolano, pero con el aderezo de serios problemas de costos que son parte del común denominador de toda la cadena del sector lácteo.
En los últimos días, los productores han solicitado a la mayor empresa del sector, Conaprole, “un plan de reducción de costos” ya que hay “un exceso de funcionarios y alto porcentaje de ausentismo en la industria. No vamos a aceptar continuar perdiendo precio de leche frente a las injustificadas medidas gremiales”, afirman.
El editorial del último número de la revista oficial de la ANPL destaca que el sector lechero nacional “continúa inmerso en una situación de crisis que se agrava día a día, los productores somos cada vez menos y las industrias van bajando sus cortinas cada vez más. Estamos preocupados porque se da una pérdida constante de productores”. Entre 2008 y 2015 el cierre de tambos fue del 3% anual, pero entre 2015 y 2018 ese guarismo aumentó a 5%”, sostienen.
Por eso “vemos con tristeza y preocupación cómo se va debilitando un sector tan pujante, dinámico y pilar de la economía nacional”, agrega la ANPL, para agregar que el reciente anuncio de Conaprole de que el aumento de la leche es del 5% resulta “totalmente insuficiente y más aún frente al aumento del precio del dólar en los últimos meses. A esto se suma la noticia de que, por segundo año consecutivo, la cooperativa cerrará ejercicio con números en rojo”, advierte.
En este escenario la Comisión Directiva realizó gestiones y mantuvo una serie de reuniones con los ministros de Trabajo y Seguridad Social Ernesto Murro y de Ganadería, Agricultura y Pesca, Enzo Benech, además del subsecretario del Ministerio de Economía y Finanzas, Pablo Ferreri y el sindicato de Conaprole.
En la oportunidad transmitieron “la real situación de los productores y les solicitamos colaboración dejándoles en claro que no es el momento adecuado para planteos innecesarios. Sucedió semanas atrás donde se paralizó una cantidad significativa de líneas de producción, llevando al quiebre del stock en varios productos”, donde “como siempre, los únicos perjudicados somos los productores”, destaca el editorial.
Agrega asimismo que los productores “no vamos a aceptar continuar perdiendo precio de leche frente a las injustificadas medidas gremiales”.
Sin dudas en el sector lácteo se conjugan diversos factores que inciden en esta problemática, y debe partirse de la base de que Uruguay es un país muy caro para producir y que la pérdida de competitividad se potencia con la caída de los precios internacionales y una relación cambiaria que encarece nuestros productos de exportación. Pero a la vez también nos encontramos ante otros elementos que se suman a este encarecimiento, pues no solo es problema del sector lácteo sino de todo el esquema productivo en general, ya sea de producción de bienes como de servicios y mucho más aún cuando pasamos a materias primas a las que se pretende dar algún valor agregado.
Por añadidura, nos encontramos ante sindicatos centrados en la trasnochada bandera de la lucha de clases, alentados por políticas del gobierno de izquierda que han tratado de inclinar la balanza hacia el componente que es supuestamente el más débil de la ecuación, soslayando el ABC de que en esta ecuación no hay –no debería haber– antagonismos de intereses encontrados sino una relación con diferencias entre socios y en la búsqueda de un equilibrio para hacer que todos se beneficien, en lugar de resultar perjudicados y poner en peligro la fuente de trabajo, como está ocurriendo.
En el caso del sindicato de trabajadores de Conaprole, que se ponen en el eje de la cadena, menospreciando incluso a los productores de leche –los comebosta, dijeron los sindicalizados en el colmo de la soberbia y la enajenación– dejan de lado el hecho de que quienes ponen el capital y el riesgo –incluso la subsistencia– son los productores, que están pasando las de Caín en un escenario adverso de costos y muchas veces con números en rojo. Decenas ya han quedado por el camino, pero parece ser un tema al que se sienten ajenos los funcionarios que siguen como si tal cosa, adoptando medidas de lucha que ponen en riesgo la fuente de trabajo, haciendo hincapié en la lucha de clases en lugar de sumarse a la ecuación por la productividad, la excelencia y la competitividad que necesita el país.
Por lo demás, en una mal entendida “viveza criolla”, se suma un ausentismo laboral escalofriante, de los mayores del mundo, al punto de que para mantener por ejemplo en forma constante cien trabajadores en planta, debe contarse con una plantilla de 140, como ocurre también en otros sectores, como lo denunciaba no hace mucho en EL TELEGRAFO el principal de Fricasa. El resultado es que se inflan sustancialmente los costos laborales y por lo tanto se reduce el margen de rentabilidad de la industria.
Mientras tanto, en este esquema que se repite en prácticamente todos los sectores del quehacer productivo nacional, el Ministerio de Trabajo no actúa con el equilibrio del caso y es presa de una visión ideológica que siempre trata de culpar al empresario por la situación, en lugar de tener presente los reales elementos en juego y por lo menos cuestionar ocupaciones que no solo lesionan la mejor gestión de la fuente de trabajo, sino también el derecho al trabajo de los que no adhieren a la medida, por lo que triunfan las minorías radicales que tienen al empresario como un enemigo y no un socio necesario en el emprendimiento, por lo menos.
Si a ello le sumamos un Estado solo interesado en recaudar por impuestos y tarifas de combustibles y electricidad con sobreprecios, para financiar un gasto estatal exagerado e ineficiente, cuando el déficit fiscal ya roza el 5 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), estamos ante gran parte de la explicación de por qué estamos como estamos, con un alerta amarilla-naranja en la economía y una tendencia al deterioro, mientras avanzan a toda velocidad el cierre de empresas, el desempleo y el subempleo en el sector privado, que es el sostén de la actividad económica. → Leer más
