Con el objetivo de asistir a técnicos y productores en la evaluación y ajuste de dieta para sistemas de cría, recría y engorde de vacunos para carne, se desarrolló un programa computacional para predecir la performance animal, la eficiencia bioeconómica y el impacto ambiental de las opciones de alimentación planteadas en cada fase del ciclo de producción de carne.
Los ingenieros agrónomos Virginia Beretta y Alvaro Simeone elaboraron un modelo conceptual el cual fue luego alimentado por ecuaciones de predicción reportadas por sistemas internacionales de alimentación, así como ecuaciones empíricas reportadas por la bibliografía científica.
Simeone explicó a EL TELEGRAFO que “el modelo se validó utilizando información proveniente de dos rodeos comerciales y un rodeo experimental, utilizando registros de 4.784 vacunos, tanto en condiciones de pastoreo como de confinamiento”. Y agregó que “se observó un alto grado de adecuación entre los valores predichos por el modelo y los valores observados, en condiciones de producción. Finalmente se elaboró una versión amigable del modelo para ser utilizado por usuarios desde una plataforma en línea”.
El profesional responsable de la Unidad de Producción Intensiva de Carne (UPIC) que funciona en la Estación Experimental “Dr. Mario A. Cassinoni” (Eemac) de Facultad de Agronomía, manifestó que “la nutrición de rumiantes como parte de la ciencia animal, enfrenta cada vez más el desafío de contribuir a satisfacer la demanda global por proteína, colaborar en el desarrollo de sistemas sustentables y dar respuesta a la preocupación creciente del consumidor respecto a la seguridad alimentaria, la calidad del producto demandado y el bienestar animal”.
En este sentido, el desarrollo de sistemas ganaderos en una perspectiva de largo plazo, económica y ambientalmente sustentables, “debe considerar la planificación de la alimentación de una forma integral tomando en cuenta estos elementos”.
Aspectos como la nutrición de precisión, tipo de producto generado, la cuantificación de las emisiones de gases de efecto invernadero y excreciones de N y P al ambiente, se han transformado en variables fundamentales a estimar a la hora de evaluar los beneficios de una estrategia de alimentación.
“Bajo este nuevo enfoque, el diseño de estrategias nutricionales debe basarse en evaluaciones objetivas capaces de predecir la performance animal, la eficiencia bioeconómica, parámetros de calidad del producto deseado y parámetros de potencial contaminación ambiental relacionados con la sustentabilidad y conservación de los recursos naturales”, dijo Simeone.
Sin embargo, la predicción de la performance animal y la eficiencia de conversión del alimento en pastoreo, en respuesta a diferentes manejos nutricionales, “no es sencilla, básicamente debido a la propia complejidad inherente a los sistemas pastoriles dada por las múltiples interacciones que caracterizan a las relaciones entre sus componentes”.
Explicó que “este proceso se ve muchas veces limitado por la falta de información respecto a variables esenciales como lo son la predicción del consumo de forraje y sus características nutricionales, o las modificaciones que se generan en el proceso de ingestión-digestión de forraje al introducir otros alimentos, tales como suplementos concentrados o voluminosos, cuyos efectos varían dependiendo de las condiciones de pastoreo y características de los animales”.
“Este conjunto de interacciones vinculadas a la interfase planta-animal sumado a las relaciones de transformación del alimento consumido, la cuantificación de los productos de excreción, más la necesaria evaluación económica, dan cuenta de la naturaleza multifactorial de esta área de trabajo, y del rol que está llamado a jugar la modelación, como una herramienta útil para integrar los resultados derivado de la investigación básica y su aplicación en condiciones prácticas de alimentación”, agregó el reconocido técnico.
En las últimas dos décadas, “se verifica un fuerte empuje en el desarrollo de los sistemas de alimentación para ganado de carne, pasando de sistemas descriptos apenas a partir de ecuaciones empíricas entre variables, a modelos de simulación integrando el cuerpo de conocimiento de las distintas áreas involucradas y sus respectivos avances, destacándose todo lo referente a la valoración nutritiva de alimentos (caracterización biológica, química y física); consumo, cinética de la digestión y tasas de pasaje para diferentes fracciones de proteína y carbohidratos, eficiencia de crecimiento microbiano, fibra efectiva y el ambiente ruminal, estimación de la exigencias nutricionales y predicción del aporte de nutrientes derivados de los alimentos ofrecidos en cada condición específica de producción”.
En este contexto, “los modelos matemáticos para la evaluación de dietas y predicción de la performance animal, se constituyeron en la base de los sistemas modernos de alimentación para ganado de carne entre los que se destacan las últimas versiones del NRC para ganado de carne, Australian Feeding Standards, el CNCPS (Cornell Net Carbohidrate and Protein System) desarrollado por la Universidad de Cornell. Estos modelos se han transformado en valiosas herramientas de apoyo a la investigación.
El programa computacional UPIC-PRO fue desarrollado en cinco etapas: desarrollo de un modelo conceptual del sistema a simular; simulación matemática y programación computacional; verificación de subrutinas del programa; validación de modelo, programación en “versión amigable”.
MODELO SE MOSTRÓ PRECISO
En función de los resultados obtenidos, “se puede decir que el modelo de predicción se mostró preciso y con una leve tendencia a la subestimación de los valores observados. Sin embargo, la escasa magnitud del sesgo estimado para la media, y tomando en cuenta la naturaleza de los datos (variabilidad y error asociado a las condiciones comerciales de monitoreo) resultaría aceptable del punto de vista productivo”.
Sin embargo, Simeone sostiene que el propio programa “habilita a continuar en una permanente evaluación del mismo, de forma de incorporar mejoras asociados a estudios futuros”.
De todas maneras, señaló que “existen aspectos que no han sido contemplados en el desarrollo actual del programa, pero que bajo este enfoque de actualización y mejora continua, ameritarían ser considerados”.
Entre estos se destacan como relevantes y a considerar en el futuro: “la cuantificación del impacto del uso de aditivos nutricionales como, ionóforos (efecto sobre el consumo y conversión), las levaduras y tamponantes (efecto sobre pH ruminal y nivel de fibra efectiva)”.
También se refirió a “incorporar ajuses cuantificando el efecto de los cruzamientos entre razas (heterosis), con información nacional o regional; la adecuación de los factores de ajuste por estrés térmico basados en la información nacional generada al respecto; incluir la variabilidad tanto de precios de insumos y productos como elemento de evaluación del resultado económico, lo cual permitiría evaluar escenarios de riesgo para las diferentes dietas; e incorporar parámetros de calidad del producto como elemento de evaluación de las dietas”.
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