Amenazas para el agua que consumimos

Dos estudios científicos que tuvieron como objeto de estudio las aguas y el ecosistema del río Uruguay dan cuenta de la existencia de serias amenazas en la calidad de las aguas de este importante curso de agua, vital para las ciudades litoraleñas.
Recientemente científicos argentinos encontraron 16 fármacos en tejidos de tres especies de peces del río Uruguay de las más consumidas en la región. De acuerdo a lo informado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina, los investigadores ya habían reportado en trabajos previos la presencia de ciertas drogas farmacéuticas en líquidos cloacales y cuerpos de agua receptores de esos desechos, por lo que el paso siguiente fue buscarlas en los organismos que viven en esos ambientes, particularmente en el río Uruguay, que nace en el sur de Brasil y desemboca en el Río de La Plata.
Las especies elegidas para el estudio fueron tres peces de consumo humano: dorado, sábalo y boga. Los resultados, que acaban de ser publicados en la revista internacional Enviromental Pollution, indican que los compuestos hallados con mayor frecuencia fueron carbamazepina, una droga anticonvulsiva utilizada especialmente contra la epilepsia y el trastorno bipolar; y atenolol, indicado para tratar la hipertensión arterial y controlar el riesgo cardíaco. “Esto fue una sorpresa, ya que nuestra hipótesis inicial era que principalmente encontraríamos rastros de fármacos más comúnmente prescriptos como los antiinflamatorios diclofenac e ibuprofeno”, dijo Pedro Carriquiriborde, investigador del Conicet.
Un aspecto positivo de los resultados es que las drogas más frecuentes –algunas estaban presentes casi en el 100 por ciento de los ejemplares estudiados– aparecieron en concentraciones bajas mientras que, a la inversa, aquellas halladas en mayor densidad (entre ellas un diurético, un analgésico y un medicamento psiquiátrico) se encontraron en menos de la mitad de los peces.
La investigación se propuso también responder a otros interrogantes, entre ellos si los fármacos desataban el proceso de biomagnificación, esto es el aumento sucesivo de acumulación de las sustancias a través de la cadena alimentaria. La conclusión es que si bien la vía trófica no sería tan relevante para los fármacos como lo es en el caso de otros contaminantes como el mercurio, los hábitos de cada especie estudiada –sábalo, boga y dorado– influyen en cuanto a la droga que más acumulan, porque si bien las más frecuentes aparecieron en las tres especies, algunas estaban presentes más marcadamente en unas que en otras, existiendo además diferencias derivadas de la geografía puesto que las concentraciones fueron mayores en los sábalos y las bogas capturados en los sitios próximos a la desembocadura del Río Uruguay en el Río de La Plata, probablemente por la mayor influencia del área metropolitana de Buenos Aires.
Sin duda es un tema importante de conocer dado que según la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), la boga y el sábalo representan las dos especies más abundantes en ese curso de agua, mientras que el dorado ocupa el cuarto o quinto lugar dependiendo del sitio y la estación climática en que sea capturado. Cabe señalar además, que las tres son especies capturadas por lugareños con fines alimenticios y en algunos casos abastecen también el consumo de peces de río en el sector gastronómico local.
Ahora bien, la contaminación difusa que proveniente de residuos de agroquímicos –a la que nos hemos referido en otras oportunidades– o la antes mencionada proveniente de fármacos, no son las únicas que están afectando la calidad de nuestros cursos de agua, incluso los tan importantes como el río Uruguay.
Se agrega a ellos la proveniente de fuentes orgánicas, en especial los desechos de saneamiento de nuestras ciudades litoraleñas que –como Paysandú, entre otras– aún no cuentan con plantas de tratamiento de aguas residuales, convirtiendo al río en bebedero y cloaca al mismo tiempo.
En este sentido, otra revista internacional –Food and Environmental Virology– publicó recientemente un trabajo denominado “Análisis de rastreo de origen de microbios usando indicadores virales en los ríos Santa Lucía y Uruguay”, realizado por investigadores del Laboratorio de Virología de la sede Salto del Centro Universitario Regional Litoral Norte de la Universidad de la República, el Departamento de Microbiología del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, la Sección Virología de la Facultad de Ciencias y el Instituto de Investigación en Ciencias de la Salud de la Universidad de Córdoba, el cual es el primero en el país en utilizar los virus entéricos para determinar el origen de la contaminación fecal de los ríos.
Como es sabido, la materia fecal además de aumentar los nutrientes que aportan a la eutrofización de los cursos de agua y generar problemas como la proliferación de floraciones de cianobacterias, también hace que lleguen al agua virus y bacterias que pueden ser perjudiciales para la salud humana y animal. No es un tema menor teniendo en cuenta, además de los aportes del saneamiento, la contaminación difusa que generan los más de 11 millones de cabezas de ganado existentes en Uruguay y la actividad puntual de los tambos, que han generado importantes afectaciones a cuencas de agua como las del río Santa Lucía (para la cual se han puesto en marcha planes de remediación y prevención).
Mediante las muestras extraídas del río Uruguay y del Santa Lucía, los investigadores relevaron “una importante contaminación fecal de origen principalmente humano y bovino en ambas cuencas” y que los adenovirus humanos se detectan con más frecuencia en la cuenca del río Santa Lucía que el Uruguay.
Los resultados advierten claramente sobre la contaminación fecal generada por las ciudades y el riesgo “de enfermedades gastrointestinales de la población local que está constantemente expuesta” a la vez que sugieren deficiencias en la eliminación de virus entéricos en el tratamiento de aguas servidas, principalmente de ciudades y tambos de ambas cuencas, lo que constituye según el estudio “un potencial riesgo” para la salud de la población que utiliza esas aguas superficiales para actividades recreativas, riego de cultivos y como fuente de agua potable.
Los resultados de los estudios científicos antes mencionados y las fuentes de contaminación identificadas — materia fecal humana y vacuna y los medicamentos– representan información útil para la toma de decisiones que se hacen cada vez más necesarias. A nivel local, por ejemplo, se impone la necesidad de inversiones en plantas de tratamiento en nuestras ciudades así como de planes de prevención y remediación como los que ya están en marcha para otros cursos de agua del país, como por ejemplo el río Santa Lucía, principal reservorio de agua potable de Montevideo. ¿O acaso hay que esperar a que la situación sea realmente crítica para hacer lo que ese debe?