Bonomi, el feminismo “de pacotilla” y el Pit Cnt: mujeres de primera y de segunda

En los últimos días Uruguay se vio sacudido por una nueva muestra de la inseguridad que campea a sus anchas por todo el territorio nacional. Ante la imposibilidad de asaltar un local de cobranzas ubicado en Ariel y Molinos de Raffo, en la ciudad de Montevideo, los delincuentes rociaron con combustible líquido y prendieron fuego contra tres mujeres que se encontraban dentro del local, las cuales quedaron encerradas tras los vidrios blindados. Las víctimas fueron la responsable del establecimiento, Paola Acosta, la empleada, Lisbeth Durán y una clienta, identificada como Sofía Martínez. De acuerdo con lo informado por la vocera de la Dirección Nacional de Bomberos, Mariela Vivone, “Martínez tuvo quemaduras leves en la cara y en las manos y fue atendida en Casa de Galicia, Acosta presentó quemaduras de primer y segundo grado en manos y piernas y también fue derivada a ese centro de salud mientras que Durán, la empleada, se llevó la peor parte, ya que llegó al Centro Nacional de Atención al Quemado (Cenaque) con el 80% del cuerpo quemado y está grave”. Como fuera informado por el portal de noticias Ecos, “Lisbeth Durán tiene 19 años y permanece internada hace tres días en el Cenaque, mientras se le realizan distintos tratamientos e intervenciones para mejorar su condición. Las zonas más comprometidas son la cara, las manos y las piernas. Según informaron a este portal desde el establecimiento la joven permanece sedada y sujeta a los tratamientos que los profesionales médicos realizan con los pacientes que se denominan “grandes quemados”.
El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, ha permanecido en silencio sobre este gravísimo hecho que marca un nuevo y lamentable nivel de violencia e inseguridad en nuestro país. Su actitud no es nueva, de hecho la utiliza frecuentemente en forma alternada con el argumento de que la víctima, en alguna forma, es culpable del delito que le toca sufrir. El subsecretario del Ministerio del Interior, Jorge Vázquez, comparte esa forma macabra de pensar y en alguna oportunidad recordó a los uruguayos que “Si no están vinculados con delincuencia, y si no tienen problemas familiares nadie los va a matar”.
Ese razonamiento de Vázquez en virtud de la cual quien sufre un delito es “porque andaba en algo raro” es idéntica a la utilizada no sólo por la dictadura uruguaya sino por el resto de las dictaduras latinoamericanas de los años setenta y ochenta para justificar los arrestos ilegales, las torturas y las desapariciones forzadas que opositores políticos. La ausencia de Bonomi o de cualesquiera autoridades políticas en los funerales de los policías asesinados cada vez con más frecuencia o la ausencia de cualquier tipo de homenaje o comunicado en ese sentido, demuestra una falta de sensibilidad por la vida de esos servidores públicos que todos los días salen a jugarse la vida, sabiendo que las leyes y su aplicación están pensadas e instrumentadas para proteger a los delincuentes y que ni Bonomi ni Vázquez respaldarán su accionar en defensa de la población, porque los delincuentes no sólo tienen siempre tienen la razón, sino que además cuentan con quienes justifican sus acciones, tal como sucede con los menores que cometen delitos y la tristemente recordada campaña de “los colibríes”.
Agotado su repertorio de excusas, Bonomi ha recurrido en las últimas semanas a una frase que demuestra su incapacidad y cinismo para estar al frente del un Ministerio del cual depende la seguridad de todos los uruguayos: “Entendemos que en el país hay un crecimiento de un tipo de delitos porque hay un crecimiento de la cantidad de gente que se ha volcado a la delincuencia”. No sólo se trata de una frase elemental y de Perogrullo, sino que demuestra un desprecio rampante por todos aquellos a los cuales debería proteger, tarea en la cual está obviamente fracasando. Tan mala es la gestión del dirigente tupamaro, que las propias cifras difundidas por el ministerio del Interior dejan a las claras sus falencias. En efecto, en el año 2018 las rapiñas aumentaron 53,8% respecto a 2017 y en cuanto a hurtos el incremento fue de 25,6% por ese mismo período. En materia de homicidios, las cifras son igualmente alarmantes: se cometieron 414 en el año 2018, lo que representa un aumento del 45,8% con respecto al 2017. Las promesas del Gobierno de reducir el número de rapiñas en un 30% sirve como testigo incuestionable de la forma en la cual se cuida de la seguridad de los uruguayos.
Pero Bonomi no es el único que calla y otorga ante la agresión sufrida por las tres mujeres inocentes que fueron quemadas vivas. El movimiento feminista “de pacotilla” (aquel que sólo busca aparecer en los medios para luego poder abrir una lista para las elecciones y en definitiva terminar logrando o renovando un cargo público) también se mantiene en cómplice y llamativo silencio. Lejos de la estridencia que caracteriza sus ataques a la iglesia del Cordón en la ciudad de Montevideo, la exhibición de sus partes íntimas o la agresividad de cánticos que excluyen a los hombres (“Baila, que baila baila / Baila de corazón / Sin los machitos vamo’a vivir mejor”), el feminismo “de pacotilla” tampoco se ha manifestado sobre el ataque sufrido por estas tres mujeres. Por ellas no se organizaron marchas, ni se emitieron declaraciones, ni se pintaron pancartas. Lejos del verdadero feminismo que lucha por una causa tan justa y digna de todo respaldo como es la prevención y cese de cualquier tipo de discriminación por el hecho de ser mujer y la necesaria equiparación en materia laboral y salarial con los hombres, las cultoras de este tipo feminismo no aportan nada sustancial a la lucha por una igualdad absolutamente necesaria.
A este elenco de negadores seriales de la realidad uruguaya en general y de la tragedia de las tres mujeres agredidas en particular se suma nada más y nada menos que el Pit Cnt, autodesignado defensor de los derechos de las trabajadoras y trabajadores, pero que obviamente no le interesa defender a los trabajadores víctimas de la inseguridad, seguramente porque “levantar la perdiz” en esta materia lo pondría en problemas con el gobierno nacional, a quien apoya más o menos disimuladamente, olvidando las viejas banderas de clasismo combativo que supo levantar cuando los presidentes pertenecían a los partidos que no fueran el Frente Amplio. Convertido en la fuerza de choque de esa fuerza política, la prioridad de la burocracia sindical está centrada en “no hacer olas” para poder renovar su cuota de poder en las elecciones nacionales de este año.
La actitud de Eduardo Bonomi, de las feministas “de pacotilla” y del Pit Cnt deja en claro que para todos ellos existen mujeres de primera y de segunda categoría y que quienes fueron quemadas vivas encerradas tras un vidrio blindado son claramente de esta última y no merecen el apoyo que frente a otros casos despliega en forma inmediata y efectiva la “sensibilidad compañera”. Ese silencio cómplice se enfrenta a la indignación del ciudadano común, el uruguayo “de a pie”, que ya se dio cuenta que si no pertenece a algunos de esos círculos de poder, su seguridad, como la sus familiares, poco importa. Eso lo saben de sobra también las tres mujeres que padecen solas las consecuencias de un acto delictivo que nos interpela y nos cuestiona como sociedad.