Uruguay ha experimentado un fuerte flujo de ingresos de inversión directa extranjera durante la última década, fruto de un proceso de trabajo conjunto del sector público y privado. Sólo entre 2013 y 2017 las nuevas instalaciones o ampliaciones significativas de empresas extranjeras han significado inversiones en torno a los 308 millones de dólares, según estimaciones de Uruguay XXI, la agencia del gobierno de promoción de exportaciones e inversiones, ámbito desde donde se ha venido promoviendo el posicionamiento del país en América del Norte, Europa y Asia, a través de mapeos, eventos, misiones y planes técnicos de promoción e inversión.
En el transcurso de este año, nuestro país ha tenido una fuerte presencia de promoción en el exterior en países como Alemania, Japón y México, entre otros. Estas visitas, en las que participan empresarios y funcionarios del gobierno y en algunas de ellas también ministros, tienen por finalidad difundir las ventajas de invertir en el país y su oferta exportable de calidad. Por ejemplo, en abril se lanzó en Berlín el foro “Experiencia Uruguay: el hub de negocios en Latinoamérica”, organizado por Uruguay XXI y la Embajada de Uruguay en Alemania, que reunió a interesados en invertir en el país, cámaras de comercio y periodistas alemanes.
Alemania es un socio comercial relevante para Uruguay –ya que se posiciona entre los primeros 10 destinos para las exportaciones uruguayas y es el primer destino para el país dentro de Europa– pero además, existen 46 empresas de origen alemán instaladas en Uruguay, orientadas primordialmente a actividades en la industria química y farmacéutica, el transporte y la logística, maquinarias, energía eléctrica, telecomunicaciones y agro negocios.
En México, nuestro país se presentó como una plataforma para el comercio y la inversión en el Cono Sur y centro de negocios en esa región. En tanto en febrero, el ingreso de la carne uruguaya al mercado nipón, luego de 20 años sin este tipo de intercambios, marcó un nuevo hito en materia de exportaciones. En marzo, autoridades encabezadas por el ministro Enzo Benech realizaron una misión a Japón conjuntamente con industriales del sector cárnico y otros rubros productivos como el lácteo, bodegas, aceites y apicultura que participaron en la mayor feria de alimentos de Asia, Foodex.
¿Por qué existe interés y estos países están invirtiendo en Uruguay? En primer lugar existen una serie de ventajas competitivas –como estabilidad política, calidad de vida, facilidades para hacer negocios y un atractivo marco normativo para el inversor con un atractivo régimen de promoción de inversiones– pero también la posibilidad de acceso a un mercado ampliado en un contexto en el que las grandes empresas buscan alcance global, reducción de costos y facilidad logística. Otras ventajas comparativas tienen que ver con nuestra producción y su calidad. En el rubro alimenticio por ejemplo, con apenas 3,4 millones de habitantes, nuestro país provee de alimentos a casi 30 millones de personas en 150 países a los cuales se exporta, con potencial de llegar a 50 millones. Por su inocuidad y calidad excepcional, garantizada por sus sistemas de trazabilidad aplicados por ley al 100% del ganado y algunos cultivos –como cítricos y viñedos, además del caviar– ha logrado posicionarse como un referente en seguridad alimentaria.
Por otra parte, nos hemos convertido, junto con Dinamarca, Irlanda y Alemania, en uno de los países líderes mundiales en materia de energías renovables, siendo además el que más ha invertido en Latinoamérica en el desarrollo de energías limpias en relación a su PBI lo que ha posibilitado que en 2018 se haya producido el 38% de la energía partir de fuentes eólicas, según la información de UTE.
Con el objetivo de impactar en su matriz social y económica y constituirse en un hub de negocios de primera clase, Uruguay consiguió notables avances tecnológicos. Destaca su amplia conectividad y la penetración de internet que lo convierten en líder en Latinoamérica. Además, el cable submarino de fibra óptica que conecta Uruguay con Brasil y Estados Unidos desde 2017, le abrió las puertas para ingresar al nuevo mundo y significa un avance en infraestructura para la soberanía y el conocimiento.
Somos el país latinoamericano más avanzado en el desarrollo de las TIC de acuerdo a la Unión Internacional de Telecomunicaciones. En este sentido, no es casualidad que con nuestra escasa población el país cuente con una comunidad de nada menos que 600 compañías del sector TIC.
Entre algunas distinciones sobresalen la instalación de fibra óptica en hogares y la construcción de un moderno Data Center Internacional con 40.000 servidores premiado en 2016 como el más sobresaliente de América Latina. A esto se agrega el mayor grado de penetración de Internet de banda ancha fija y las mayores velocidades de bajada de la región, cualidades que contribuyen al clima de negocios y lo posicionan firmemente como centro de servicios corporativos para la región y el mundo.
Las mencionadas anteriormente son sólo algunas de las razones por las que empresas extranjeras están eligiendo nuestro país como destino de sus inversiones y con ello contribuyendo a perfilarlo como un hub con una ubicación estratégica para acceder al resto de la región.
Desde el inicio de nuestra historia ha quedado claro que, por su ubicación geográfica, nuestro pequeño país está en un sitio extremadamente estratégico para el desarrollo de actividades logísticas y comerciales. A esto se suma un esfuerzo nacional que lleva ya varios años e involucra no sólo un ventajoso marco legal y tributario favorable a las inversiones, sino también el desarrollo de operaciones de valor agregado logístico hacia centros de distribución regional.
No obstante, uno de los aspectos que más destacan las empresas internacionales a la hora de decidir instalarse aquí es algo bastante intangible en las estadísticas y muy difícil de cuantificar pero que es un ingrediente fundamental de las decisiones empresariales: ni más ni menos que el talento de nuestra gente.
Más allá de lo mucho que hay que mejorar aún, nuestros recursos humanos son un elemento decisivo y, en algunas áreas, altamente competitivos gracias a la combinación de factores como la alta educación básica — técnica y universitaria– y la flexibilidad de los trabajadores uruguayos para adaptarse a nuevos procesos o tecnologías. Por eso, en tiempos de propuestas, programas, debates y campaña electoral, vale la pena pensar en estas bases y logros para el país que queremos tener y, por otra parte, reclamar como ciudadanos la continuación a largo plazo de las políticas y acciones que han dado y están dando frutos que benefician al país y su gente.