Una guerra comercial con muchos perdedores

La guerra comercial enmarcada en medidas proteccionistas del presidente de Estados Unidos, lejos de ser un impulso momentáneo para un reacomodamiento, ya se asemeja a una ruleta rusa en la que la bala puede salir para cualquiera, que además hará que incluso este país difícilmente pueda salir indemne ante la imprevisibilidad del desenlace.
El diferendo con el gigante chino Huawei, por acusaciones de robo de tecnología y espionaje, que ha desembocado en prohibiciones hacia compañías estadounidenses como Google, entre otras, de utilizar el sistema operativo y comerciar componentes con la compañía china, es solo un peldaño en esta escalada, y ya se manifiesta no sólo con pérdidas para la empresa electrónica del gigante asiático, sino que a la vez hace repensar a otras empresas sobre las consecuencias de esta dependencia de la tecnología de Estados Unidos y de la eventual conveniencia de lanzarse a un salto de generar una mayor libertad para no quedar expuesto al chantaje directa o indirectamente.
En este mundo globalizado, difícilmente pueda decirse a priori quién sufrirá en mayor o menor medida las consecuencias de esta guerra comercial, pero lo cierto es que todos van a perder de una forma u otra, tal como se vienen dando las cosas.
Tenemos por ejemplo que apenas dos días después de torcer el brazo de México sobre el control de inmigración con amenazas de aranceles, Donald Trump reactiva la gran guerra comercial que mantiene con China desde hace más de un año. En una entrevista con la cadena CNBC, el mandatario aseguró que se plantea ampliar de forma masiva el arancel del 25% a importaciones por valor de 250.000 millones de dólares. “Podemos ir a por otros 300.000 millones con China”, dijo el presidente de Estados Unidos en una medida que se podría tomar tan pronto como este mes.
Así, el escenario podría ser la reunión del G20 que se celebra en Osaka el 28 y 29 de junio. Se especula con una posible ausencia del presidente chino, Xin Jinping, en un gesto de evitar negociar con EE.UU.
“Si el presidente Xi no acude, ¿significará eso que los aranceles adicionales a bienes por valor de 300.000 millones de dólares se impondrán inmediatamente?”, preguntó una de las periodistas. “Sí, significaría eso”, respondió Trump, en una aparición improvisada en el programa, motivada por las declaraciones contrarias a los aranceles del presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos.
Debe tenerse en cuenta que la ampliación de las barreras comerciales significaría que prácticamente la totalidad de las exportaciones de China a Estados Unidos estará sujeta a este tipo de trabas aduaneras.
La última amenaza anticipa una reunión del G20 turbulenta en la ciudad japonesa. El lunes, Geng Shuang, portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores de China respondía a las advertencias de Trump: “No queremos una guerra comercial, pero no nos asusta pelear. Si Estados Unidos quiere conversaciones en igualdad, nuestra puerta está abierta. Pero si insiste en una escalada de las fricciones comerciales, responderemos con resolución y perseverancia”.
En cuanto a consecuencias directas, el profesor de Economía de la Universidad de Yale, Dr. Lorenzo Caliendo, en declaraciones que recoge el suplemento Economía y Mercado del diario El País, advierte que no habrá derivaciones positivas de la estrategia comercial de Trump, y dijo que su profundización puede llegar a tener impacto en las cadenas globales de valor. “Hay productores cada vez más afectados, los consumidores pagan precios mayores, y el empleo no registra los impactos prometidos. A su vez los efectos positivos de traer a las industrias de vuelta a casa no compensan el aumento en el costo de comprar productos intermedios y finales de otros países”, señaló.
Asimismo, consideró que hay una lógica empresarial marcada en Estados Unidos. Al aplicarse arancel a las importaciones chinas, éstas aumentaron su precio en el mercado estadounidense, pero las empresas locales, lo que hicieron fue adecuar a su vez sus precios al de los importados y en consecuencia el consumidor no ganó con estas medidas.
Ergo, el impacto positivo en el mismo Estados Unidos utilizado como argumento por Trump es heterogéneo, sostiene Caliendo, al dar cuenta de que en determinados sectores de la economía, como empresas manufactureras puntuales, la protección está causando beneficios en el corto plazo, en algunos trabajadores. Pero en muchos otros, “el impacto es negativo, dado que algunos bienes se están encareciendo o se encarecerán”, y lo mismo ocurre con los productores de maní y otros granos por las represalias chinas en aranceles.
Para el economista, en términos generales la incertidumbre respecto a la escalada de la guerra comercial está teniendo impacto negativo en todo el mundo. En concreto, la guerra comercial está generando un entorno incierto y esta incertidumbre perjudica la economía global.
Entre otras consecuencias para Estados Unidos, menciona que “encontramos que el hecho de que el número de firmas crezca no es sinónimo de mayor bienestar. Por el contrario, encontramos que los salarios reales bajarían debido al aumento en los precios que conlleva el aumento arancelario y la entrada de firmas que se ven obligadas a producir en Estados Unidos. De forma menos eficiente, con mayores costos”.
En gran medida, estos brotes proteccionistas implican un retroceso en las reglas de juego que ha llevado décadas construir para desmantelar los complejos tramados que regían y que han permitido gradualmente internarse en la globalización, que es la responsable de la mayor expansión de las multinacionales de ambos países.
Los trabajosos acuerdos internacionales incorporaron reglas de convivencia que dieron lugar a la creación de instituciones globales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Son de recibo al respecto expresiones de la directora del FMI, Christine Lagarde, en el sentido de que las guerras comerciales no son juegos que se puedan ganar. “Nadie gana. Si hay menos crecimiento, menos innovación y mayor coste de vida, los primeros que perderán serán los pobres, los menos privilegiados”, dijo.
Lamentablemente, la confrontación irrumpió cuando la economía mundial empezaba a dar signos de recuperación, de acuerdo a los analistas internacionales, y los rebrotes proteccionistas con encierros de grandes economías solo pueden traer perjuicios hacia afuera, sobre todo a países pequeños altamente vulnerables. Y más temprano que tarde se terminará pagando un alto precio en estas latitudes por el proteccionismo, sobre todo en regiones como América Latina.