El cuerpo de Amparo Fernández sigue sin aparecer mientras las autoridades amplían la búsqueda –a ciegas– peinando zonas de monte en las inmediaciones de Polanco del Yí pues L.D.O., el acusado del crimen especialmente agravado por femicidio, declaró que tras un accidente la arrojó al río Yí, desde el puente de Polanco del Yí. Es todo lo que ha declarado, pues sus abogadas defensoras le indicaron que no declarara, lo que claramente abona la idea de su culpabilidad.
L.D.O. fue enviado a prisión preventiva por 180 días, en tanto se filtran algunos otros detalles de lo actuado por la Fiscalía. Como fuera informado, L.D.O. y Amparo se conocieron en el marco del Encuentro con el Patriarca y establecieron primero contacto por redes sociales y en diciembre de 2018, por primera vez Amparo se trasladó a hacia Sarandí Grande, “al establecimiento rural donde el imputado presta funciones como alambrador desde hace varios años, quedándose ambos una noche en un hotel de Sarandí Grande y otra noche en el establecimiento, regresando ella a Paysandú (donde residía) luego de compartir dos días con éste”, indica el documento de pedido de formalización de Fiscalía.
En el caso del caballo que le regaló el victimario a Amparo, se supo en las últimas horas –por el mismo documento– que el regalo del caballo fue a condición que ella fuera a visitarlo, quedando en el establecimiento cercano a Sarandí Grande.
“Luego dejaron de comunicarse por algunos meses, hasta que alrededor del mes de mayo volvieron a mantener contacto nuevamente” tras lo cual “ella fue a Florida el viernes 28 de junio a ver al caballo que él le había regalado”, señala el acta de formalización.
El sábado salieron a cabalgar y el imputado grabó un video de Amparo andando a caballo. Allí se la ve “usando un sombrero color marrón, el que fue documentado por Personal de Policía Científica en ocasión del allanamiento efectuado en la finca del imputado, dentro de un ropero de su dormitorio”.
Ese video es la última publicación en Facebook de Amparo Fernández, el sábado 29 de junio a las 14.13 hs. “Mi bonito” fue su comentario.
De nuevo en la estancia “tomaron mate y comieron algo” tras lo cual “ambos, junto al hermano del imputado, que regresaba de sus labores de campo, miraron el partido de Uruguay- Perú”.
Fue después de eso que comenzó a gestarse la tragedia. Amparo y L.D.O. salieron de la vivienda y allí comenzaron a discutir “aparentemente por tema de las domas de caballos, motivo por el cual ella aprontó sus cosas y decidió regresar a Paysandú”, cuando en realidad tenía pensado retornar a las 15.15 del domingo. Eso se comprobó porque en el teléfono del acusado donde se aprecia que “ la propia víctima le envió una foto con los pasajes de Paysandú – Sarandí Grande (ida), y Sarandí Grande – Paysandú (regreso) para el día domingo 30 de junio a las 15 y 15 horas”.
El hermano del imputado manifestó que “mientras él lavaba los platos en la cocina, por la ventana veía y escuchaba a su hermano y Amparo discutir fuerte y en tono elevado”. Tras eso, los dos se retiraron en una camioneta Fiat Strada y ella llevaba sus pertenencias. La oscuridad encierra las siguientes horas, pues L.D.O. solo reconoció que Amparo murió, pero por un accidente y que él asustado arrojó el cuerpo al río Yí. El cadáver sigue sin aparecer.
“Durante el domingo, el celular de Amparo no registró ninguna comunicación ni con familiares, ni con amigos, teniendo en cuenta especialmente que tiene tres hijos menores de edad, no mantuvo comunicación alguna con ellos”, sostiene el acta de formalización.
Entre las pruebas que maneja la Fiscalía se cuenta un mensaje que la víctima envió al imputado horas antes de fallecer: “Una cosa es acostarse y otra cosa es un futuro”. Por otra parte, L.D.O buscó en Google “brujo en el departamento de Florida” y “brujería para mujer”, lo que podría ser un desesperado intento por mantener a su lado a Amparo.
Lo más relevante, sin dudas, es que en el celular del hermano del matador aparece un mensaje de Whatsapp que éste le enviara a las 23.28, el cual luego fue eliminado. No se descarta que sea un mensaje de confesión, al que se podrá acceder mediante las acciones judiciales y tecnológicas respectivas.