Derechos y participación ciudadana

Hace 92 años un humilde pueblo de nuestro país pasó a la historia como el lugar donde se produjo por primera vez el voto de una mujer en Sudamérica. Fue el 3 de julio de 1927, en Cerro Chato, localidad que está ubicada en una triple frontera de los departamentos de Durazno, Florida y Treinta y Tres.
El suceso ocurrió durante el llamado “Plebiscito de Cerro Chato”, ocasión en que los pobladores de Cerro Chato decidieron a qué jurisdicción debía pertenecer la localidad, que era disputada por los tres departamentos mencionados.
El plebiscito fue organizado por la Corte Electoral luego del accionar de una activa comisión vecinal que impulsaba la integración a Durazno del territorio de Florida y Treinta y Tres comprendido en el pueblo. El decreto emitido por el organismo electoral señalaba que “las personas sin distinción de nacionalidad y sexo que deseen intervenir en el plebiscito deberán inscribirse previamente en el Registro que abrirá la Comisión Especial Parlamentaria” fijando para ello un período inscripcional que comenzaba el 5 de junio hasta el 28 de ese mismo mes.
La decisión incluía por primera vez a las mujeres para el ejercicio del sufragio, siendo una inmigrante afrodescendiente brasileña de 90 años de edad, llamada Rita Ribeira, quien se convirtió en la primera persona inscripta a tales efectos. El día del plebiscito, las dos primeras mujeres en votar fueron Martina Fros y Justa Jacinta Sánchez de Santana. Previamente, otras mujeres participaron con intensidad en la campaña por el plebiscito, con distintas posiciones. Entre ellas, Bernardina Muñoz, que desde la comisión de vecinos de Treinta y Tres alentaba a la abstención, o Modesta Fuentes, que presidía la comisión de mujeres de Durazno y proponía la unificación jurisdiccional del territorio además de haber mantenido una áspera polémica con El País de Montevideo tras una publicación que cuestionaba la capacidad ciudadana de las mujeres y en especial de las de Cerro Chato.
El alto porcentaje de mujeres en esa elección –alrededor de un tercio de los votantes– estuvo en consonancia con los bemoles de dicha campaña, en la cual las mujeres de estos departamentos se vieron duramente enfrentadas. La votación se cumplió el domingo 3 de julio de 1927, mediante voto secreto observando todas las formalidades que establecía la Ley de Elecciones, con el clima y espíritu de una elección nacional y con la característica especial e innovadora del derecho al voto de las mujeres, lo que ocurría por primera vez en Sudamérica.
Señala Saúl Moisés Piña en un artículo publicado en 2006 que “cerrado el horario de votación se cumplió con la natural expectativa el escrutinio pudiéndose comprobar una clarísima victoria del sector que quería anexar todo el territorio para Durazno” pero los resultados del sonado plebiscito nunca fueron tomados en consideración por las autoridades de la época y la iniciativa de anexión se perdió en el tiempo apreciándose –como suele suceder en todos los pueblos– “un sentido de pertenencia comarcana producto de los indisolubles lazos que vinculan a los tres departamentos, en una suerte de integración no declarada oficialmente, pero que se verifica cotidianamente en el relacionamiento humano, cultural, comercial y hasta deportivo”.
Los derechos políticos de las mujeres en Uruguay se habían reconocido en 1917 y desde 1932 estaban habilitadas para votar en elecciones nacionales a partir de la promulgación de la Ley 8.927, aunque ejercieron ese derecho recién en las elecciones nacionales en las que resultó electo Alfredo Baldomir, en 1938, al finalizar la dictadura de Gabriel Terra (1933-1938). Sin embargo, años antes el entonces ministro de instrucción Pública, Carlos María Prando, propuso incluir a las mujeres en el decreto que reglamentaba el mencionado plebiscito de Cerro Chato, lo cual se entiende que hizo fuertemente influido por las ideas de la sanducera Paulina Luisi, cuyas ideas feministas se estaban integrando al ámbito intelectual uruguayo.
Desde hace tiempo Cerro Chato cuenta con un Centro de Estudios Históricos, integrado por vecinos que hace más de 10 años relevaron atractivos naturales e históricos de la zona pensando en el desarrollo de un circuito turístico e iniciaron contactos con autoridades buscando promocionar la zona. En 2016 presentaron un proyecto a la convocatoria concursable Premio Pueblo Turístico, del Ministerio de Turismo y la obtención de ese premio permitió contar con recursos para refaccionar el inmueble donde se produjo la histórica primera votación femenina.
El premio, que promueve iniciativas para valorizar las localidades y activar el turismo en diferentes departamentos, consiste en apoyo financiero para proyectos, del orden de los 30.000 dólares. Cerro Chato obtuvo ese galardón con el proyecto “Viví el Uruguay profundo, donde las mujeres acuñaron la historia”, para la recuperación de la casa antes señalada.
Además, el proyecto recibió aportes de gobiernos departamentales, la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y el Ministerio de Turismo, en apoyo a iniciativas vinculadas a temas de género y el edificio, declarado de valor patrimonial, comenzó a funcionar en marzo de este año como centro de visitantes –con tecnología interactiva– para que turistas locales y extranjeros puedan conocer el lugar y la historia de un singular momento en América del Sur.
La historia del plebiscito de Cerro Chato y primer voto femenino sudamericano podría haber quedado simplemente en eso: la historia de un relato fundacional sobre los derechos políticos de las mujeres uruguayas y latinoamericanas. Sin embargo, por el activismo de la propia población se han podido rescatar los valores patrimoniales e identitarios del lugar, evolucionando hacia otras realidades materiales y simbólicas, entre ellas la recuperación edilicia de un edificio abandonado a través de herramientas de financiamiento gubernamental y de participación ciudadana.
En momentos de fórmulas paritarias en el marco de una puja electoral que se irá intensificando en los próximos meses, recordamos el aniversario del primer sufragio femenino en Uruguay y Sudamérica en el entendido que debería aportar reflexión y perspectiva. Como dice algún texto sobre el tema, ese plebiscito fue “una auténtica lección de mutua tolerancia, de real y profunda voluntad de convivencia”. Representa un ejemplo del pasado que debería tenerse en cuenta a favor del futuro, especialmente en un contexto en que derechos adquiridos por una parte de la población están siendo cuestionados y, eventualmente, podrían llegar a ser eliminados por un instrumento de consulta popular similar al que en otras ocasiones se ha usado para fortalecer derechos, superar discriminaciones y asegurar la democracia.