Período de reflexiones y propuestas acerca de la situación previsional

La problemática de la seguridad social es particularmente compleja en nuestro país, donde rigen normas que son benignas por regla general y apuntan a una cobertura social que podría catalogarse como de avanzada en el mundo, aunque no siempre criteriosa y para lo que además es preciso destinar gran cantidad de recursos.
El aspecto previsional es sin dudas el área más importante en esta cobertura y donde resulta más difícil establecer una ecuación de equilibrio entre demandas reales de la sociedad y la posibilidad de satisfacerlas, por lo que siempre se está ante el dilema de la sábana corta. Y, lo que es peor, bajo el peso de los avatares económicos, desde que cuando existe mayor capacidad de recaudación se pueden atender de mejor forma estas necesidades.
Cuando se ingresa en períodos electorales, el tema reflota, pero lamentablemente la mirada cortoplacista y el interés partidario, así como el perfil ideológico, suelen desvirtuar la discusión y hacer fracasar sanos intentos de acordar acciones de mediano y largo plazo, de carácter interpartidario, para en las coincidencias delinear posibles reformas de consenso o con la mayor base posible.
Los representantes sociales del Banco de Previsión Social (BPS) se reunieron recientemente con el objetivo de buscar puntos de consenso en el debate sobre la reforma de la seguridad social. En este contexto, para lo que señalan como un intento de “evitar la tentación” de que el debate sobre la reforma de la seguridad social que se aproxima sea únicamente entre los partidos políticos, las representaciones sociales del Banco de Previsión Social (BPS) –trabajadores, empresarios y jubilados– se están reuniendo desde mayo buscando puntos de consenso.
Incluso, ya acordaron convocar el 21 de agosto a un evento en el que invitarán a exponer sus ideas sobre la reforma jubilatoria y el sistema de seguridad social a los cinco candidatos de los partidos con actual representación parlamentaria: Frente Amplio, Partido Nacional, Partido Colorado, Partido Independiente y Unidad Popular.
El grupo de trabajo conformado por las tres delegaciones sociales tiene por objetivo analizar temas de gestión del BPS para el corto plazo, así como temas de mediano y largo plazo relacionados con los cambios estructurales que requiere el sistema previsional.
La aspiración de las tres representaciones es que el próximo gobierno convoque a un diálogo amplio para discutir los cambios a implementar en el área de la seguridad social y más precisamente en el aspecto previsional.
El hecho de que haya representaciones con intereses conflictivos entre sí ya da la pauta de que las deliberaciones van a ser complejas, en tanto la experiencia hace temer que lamentablemente se seguirá transitando detrás de los problemas, y de la movilidad y cambios en la estructura social, incluso desde el punto de vista de la realidad demográfica del país.
En más de una oportunidad hemos señalado la necesidad de que el sistema político, sentado en una mesa con los actores involucrados, analice en profundidad el presente y el futuro del sistema de seguridad social, ante una realidad que mantiene una tendencia notoria de envejecimiento de la población, que a la vez requiere mayor cantidad de recursos materiales y humanos para el pago de prestaciones y atención en el área de la salud y cobertura social, entre otros aspectos.
Corresponde en primer lugar un diálogo que permita generar consensos sobre el diagnóstico de situación para posteriormente abordar propuestas con salidas de mediano y largo plazo, en el marco de una problemática que no es solo de nuestro país, naturalmente, sino global, pero donde es riesgoso y puede inducir a error el extrapolar situaciones y eventuales soluciones.
Naturalmente, la mayor expectativa de vida implica que por mayor tiempo deberían pagarse jubilaciones y pasividades por quienes están en actividad, lo que debe conjugarse a la vez con que estas prestaciones sean decorosas, naturalmente de acuerdo a los aportes de cada uno, lo que implica exigencias al sistema a partir de la captación de recursos, fundamentalmente, y su sustentabilidad.
El primer planteo, aunque algo tímido, que aparece, es elevar la edad de retiro, como se ha hecho ya en países europeos, pero esta perspectiva conlleva connotaciones que deben tenerse en cuenta y dar lugar a la vez a que se generen planteos de todos los interesados en la problemática.
No debe perderse de vista además que en nuestro país, lamentablemente, todo se mide en costos políticos y en plazos, y en este tema no pueden esperarse medidas simpáticas, tal como viene la mano.
Desde el punto de vista ideológico, tenemos que los sectores radicales de izquierda en el gobierno e incluso desde la representación de los trabajadores en el BPS se mantiene una acentuada crítica al sistema mixto y a la vigencia de las administradoras de fondos de ahorros previsionales (AFAPs), en tanto no puede perderse de vista que el régimen mixto de seguridad social (integrado por el BPS y las AFAP) se ha consolidado y cuenta con un alto grado de aceptación entre los trabajadores. Sin embargo, hay aspectos que merecen atención, referidos al estado de las cuentas del BPS y todo indica que dentro de un espectro de posibles alternativas, ninguna de ellas definitiva, se indica que en algún momento será necesario modificar las edades de retiro.
Actualmente la edad de retiro está establecida en 60 años para ambos sexos y se requiere un mínimo de 30 años de vida laboral, en tanto en el caso de las mujeres se agrega un año al cómputo por cada hijo con un máximo de cinco años de bonificación. Asimismo existe la jubilación por “edad avanzada” cuando se llega a los 70 años, siempre que se acrediten 15 años de trabajo. Y hay posibilidades de “jubilación parcial”, vigentes desde 2013 que permiten trabajar medio horario, cobrando la mitad del salario y de la pasividad.
Pero si bien como norma la edad mínima de retiro es de 60 años, en los hechos el promedio de retiro de los pasivos se hace casi a los 65 años, lo que indica que gran parte de la población opta por seguir trabajando, por una serie de razones, que se basa fundamentalmente en que considera que el retirarse implica ajustarse el cinturón en cuanto a los ingresos por los montos de las pasividades, que se viene a poco más de la mitad del salario, aproximadamente.
El punto es que si en las actuales condiciones mucha gente prefiere trabajar más años, la suba de la edad de retiro podría tener más connotaciones teóricas que prácticas, y por cierto correspondería encararse un proceso de reformas integral que entre otros aspectos mejore la tasa de reemplazo (porcentaje del monto de la pasividad sobre los ingresos).
Sin dudas hay muchos aportes para hacer en un diálogo social en torno a esta problemática, y es un ámbito en el que corresponde analizarlo en profundidad. Lo que sí es seguro es que no hay soluciones mágicas, que en un país altamente vulnerable a las condiciones externas como el nuestro también cambian las condiciones de la economía y que no es lo mismo sostener un esquema previsional en épocas de bonanza que en crisis, por lo que deben evaluarse numerosos factores y sobre todo generar consensos para que las reformas realmente atiendan la realidad y no resulten solo una respuesta elegante de escritorio pero sin sustentabilidad.