Restauran el cartel del cine Astor en taller de herrería de la Escuela Técnica Superior

El letrero del viejo Cine Astor era una referencia ineludible del último tramo de la calle principal de Paysandú. Aún en las últimas épocas, con el local ya cerrado y sin sus luces, era un testigo del paso del tiempo. Cuando se empezó a trabajar en la idea de una restauración, enseguida surgió la idea de recuperar también el emblemático letrero.
Leonardo Bernardoni, docente de la Escuela Técnica Superior de Paysandú fue quien sugirió que el trabajo se podría realizar en los talleres de la institución y ofició de nexo para ese propósito.
“Cuando a través de EL TELÉGRAFO se convocó a la ciudadanía con la pregunta ‘Qué hacemos con el Astor’, yo que soy bastante cinéfilo –y llegué a ir al Astor–, participé simplemente como ciudadano común, y como amante del cine. En una de las reuniones surgió el tema del cartel y, como docente de acá, propuse traerlo para que los gurises de herrería y de electricidad lo recuperaran”.
Se hizo la gestión y junto con el presidente de la Comisión Departamental del Patrimonio Cultural, arquitecto Rubens Stagno, fueron a verlo a Vialidad de la Intendencia, donde lo habían llevado. Luego lo llevaron hasta el taller que tiene acceso por la calle Sarandí.
La idea era buena, igual que las intenciones, pero luego la ejecución se enfrentó con las condicionantes de la realidad y el proceso se ha hecho muy extenso.

PERIPLO

Dante Rodríguez, el docente a cargo del curso de Formación Profesional Básica en Herrería, afirma que si hubiera sabido cómo iba a ser el proceso, no hubiera aceptado el trabajo.
Contó que cuando llegó el cartel le entregó a Stagno la lista de materiales que iba a requerir. “Sacamos un presupuesto con los muchachos del año pasado, que lo habían tomado como un proyecto de egreso, e hicieron un trabajo de investigación bastante profundo. Los gurises se habían puesto las pilas, pero resulta que la Intendencia no tenía el material. La solución que tenían era conseguir donaciones”, indicó.
“Nosotros con las chapas que donó Fempay, otro poco de material que rejuntamos y la pintura que compré yo, logramos terminarle una cara para que los gurises pudieran terminar el proyecto, dejar una cara ‘mostrable’, y aprobar el año”, agregó Rodríguez. El letrero, con el avance que tenía a esa altura, se presentó en la muestra que anualmente lleva a cabo la Escuela Técnica a fin de año.
Fue allí, en esa muestra, que una docente de la escuela, que también trabaja en la Intendencia, se enteró de la situación y se ofreció a hacer las gestiones por los materiales, “pero ya habían terminado las clases. Este año la idea era empezarlo en marzo, pero por idas y vueltas los materiales llegaron recién hace un mes y medio, y así terminamos el otro lado”.
El trabajo consistió en el la recuperación de los materiales, lijando a cero las sucesivas capas de pintura que se le habían aplicado. Luego se armaron los cajones de las letras, que se habían perdido en el tiempo. “Los armamos como se veían en las fotos viejas que conseguimos, que no hay muchas tampoco. Ahora ya lo tenemos medio pronto, nos falta la parte del costado, que lo mandamos plegar afuera porque no tenemos plegadora grande. Müller nos va a hacer de donación también el pliegue”.

INVESTIGACIÓN

Mientras el grupo del año lijaba y pintaba, en la materia que tenían con el profesor Luis Oroná llevaron a cabo una investigación histórica sobre el letrero y el comercio que indicaba: el Cine Astor.
“Tenemos un espacio de Ciencias Sociales y Artístico, que incluye un poco de historia también y justamente tomamos el tema del cartel porque nos pareció algo del patrimonio local, que tenemos que trabajar. Los gurises se engancharon, empezaron a trabajar, ellos mismos fueron a buscar la información. Teníamos una sola foto vieja, y a partir de eso los chiquilines empezaron a generar materiales, hicimos una exposición a fin de año sobre la etapa del Cine Astor, hasta que fue cerrado”, dijo.
Oroná señaló que el grupo no conocía el cine, “no sabían que eso era una sala de cine hasta que trajeron el cartel. Justo en ese momento estaba la película “Paysandú, bella y heroica ciudad del litoral”, tuvimos esa suerte, así fuimos rescatando material. También fue ir preguntando a gente mayor, porque mucho dato no hay sobre el Astor”. Así los elementos básicos se pudieron lograr “y fue un trabajo interesante para el nivel al que estaban trabajando. Fue muy lindo, para mí también, como sanducero fue espectacular”.
El docente agregó que “lo interesante es que este es un cartel que es moderno para la época en que se hizo; estamos hablando de la década del 40, es estilo Broadway, todo con lamparillas, igual que los hacían en Estados Unidos. Prácticamente hace como un efecto 3D. Eso les llamó la atención”.

RESTAURACIÓN

Rodríguez explicó que la primera idea era hacerlo con lamparillas, como era originalmente. “La gente de Electricidad había conseguido el modelo de portalámparas que calzaba en los agujeros, que no corresponden con la medida de los aparatos eléctricos que tenemos hoy, pero habían conseguido una línea que se podía adaptar. Después la gente de la Intendencia cambió la idea a una cinta LED, que parece que viene con lámparas grandes, resistentes a la intemperie y con menos consumo”, describió. En este momento “está faltando la parte del costado, que la mandamos a plegar. También pintar y retocar un poco las letras, algunos refuerzos adentro y la parte eléctrica”.
Un detalle que va a ocasionar un dolor de cabeza será la colocación del cartel en su lugar. Si bien el letrero no es tan pesado “el tema es que allá arriba el viento juega en contra”, señaló Rodríguez. “Estaba anclado en unos hierros en ángulo, con tornillos. Cuando lo sacaron, en el apuro, cortaron los soportes contra la pared. Se mandaron la tal macana, porque era más fácil y más barato cortar los tornillos. Ahora no sé, iba a venir alguien de la empresa a verlo, pero pero hasta ahora no ha venido nadie”.

ANTECEDENTE

Estos problemas de falta de materiales ya los habían sufrido con otro proyecto que les llegó para realizar.
El monumento al Candombe, obra de Daniel Iván Sánchez que no se llegó a ejecutar por la misma razón.
“Esto en un taller ‘normal’, capaz que en un mes te lo tienen que tener pronto. Acá nosotros vamos con varias cosas en contra. Las clases son 4 horas de 40 minutos y con las clases teóricas integradas. Tenemos la contra también que este taller se llena de agua, acá llueve y no podemos trabajar, están todos los canalones mal”.
Mientras Oroná destacó que con este tipo de iniciativas “Lo bueno es que los gurises se entusiasman y descubren el patrimonio, porque nosotros trabajamos mucho patrimonio local, nos interesa que se visualice”.