La larga vida de la Embajada y Escuela de Tango

Su cuerpo de baile siempre se hace presente en escuelas, liceos y hogares de ancianos, o haciendo un corte y una quebrada en actos realizados en la vía pública, salones y teatros. Y como están siempre presentes en casi todas partes, es raro que algún sanducero no los conozca, que alguien no sepa al verlos bailar, que se trata de la Escuela y Embajada de Tango del Club Social Sanducero. Con su característica vestimenta de colores rojos y negros, y su extensa trayectoria manteniendo con vida al tango. Una trayectoria de exactamente cuarenta y siete años.
Todo comenzó allá por 1972, cuando Julio Maidana fundó la Escuela del Tango Club, que originalmente funcionó en el club Wanderers y que más adelante se trasladó al Club Social Sanducero, sede que hasta el día de hoy continúa siendo el lugar físico de encuentro de la agrupación.
“Los que en esa época concurrían a la Escuela, también iban a bailar a diferentes lugares como Concordia o Buenos Aires, y cuando organizaban bailes aquí, traían orquestas de Montevideo –como la de Miguel Villasboas o la de Donato Racciatti–, Buenos Aires, Fray Bentos y Concordia”, cuenta Rosita Rava una de las integrantes del equipo organizador de la Embajada. “Recuerdo que estaba sentada dentro de mi peluquería mañana tarde y noche, hasta que una de mis clientes, que ya iba a bailar a la Escuela de Tango y ese día no quería ir sola, me dice: ¿no me acompañás para ir al Club Social Sanducero?, y yo que en esa época estaba con los festivales de la alegría, le digo, bueno, vamos. Esa fue la primera vez y desde entonces no he dejado de concurrir. Claro que no aprendí enseguida a bailar tango, pero después de veinte y pico de años, ya hago cortes y quebradas”, dice Rosita con un toque de humor.
Luego se integraron otros actuales dinamizadores de la Embajada como Elsa Buriano, Diva Buriano y Juan Carlos de los Santos, y cuando Maidana, ya con 82 años, sintió que no podía seguir adelante, le encomendó a Rosita Rava la tarea de dirigir el grupo, quien formó una subcomisión de apoyo que cambiaría el nombre Escuela de Tango Club por el actual de Escuela y Embajada de Tango.
Corría el año 2000 y dado que habían obtenido el permiso de la Inspección de Escuelas para llevar el tango a esa instancia formativa, la nueva comisión continuó con esa tarea, y con el legado de enseñar los primeros pasos de tango a toda persona que se acercara al encuentro semanal del club Social.
“Yo no sabía bailar tango, aprendí ahí. A mi me llevó Diva Buriano un día, empecé a aprender y ya a la otra semana estaba bailando”, dice Juan Carlos de los Santos, uno de los actuales maestros de la Escuela.
En esa lógica se ha venido moviendo la Escuela y Embajada desde su origen: las personas que se integran y aprenden a bailar, luego se convierten en maestros de primeros pasos de aquellos que siguen llegando con deseos de aprender. Un modo de trabajar que les garantiza el cumplimiento de la finalidad del grupo, y que no quita que en ocasiones, hayan contado con el aporte de profesores como María José Grattarola –una reconocida bailarina sanducera que por entonces vivía en Buenos Aires y vino a dar cursos de manera gratuita–, Miguel Palacio– que cada tanto se da una vuelta por el Social– y Antonio Pintos, quien enseñó durante un período y continúa participando como un integrante más. “Hace 25 años que estoy ahí y quiero seguir en esto hasta que pueda. Esto es la vida de nosotros, que siempre estamos esperando que llegue el miércoles para ir a bailar, o dar clases a los niños como estamos haciendo en la Escuela 33. La experiencia es muy buena, nos gusta el tango y tratamos de aprenderlo y de enseñarle los primeros pasos a la gente que va llegando siempre nueva”, dice Diva Buriano, una de las más destacadas bailarinas de la Escuela y Embajada de Tango.

ANÉCDOTAS
– Sebastián Acosta, que ha triunfado en Buenos Aires y ha ido por el mundo con el tango, dio sus primeros pasos en el club Social, y la reconocida bandoneonista Teresita Godoy tiene lazos de amistad con la Embajada que hace que esté presente en bailes y festejos con bastante Frecuencia.
– En la medida que el grupo de baile suele viajar a Villa Elisa, Concepción del Uruguay o Fray Bentos para confraternizar con tangueros de otros lugares, casi siempre están recibiendo en Paysandú a bailarines y músicos provenientes de esos mismos lugares que les devuelven la visita. Fue así que durante el festejo de los 44 años de la Escuela y Embajada, estuvo en esta ciudad la orquesta de Pedro Larroque de Concepcion del Uruguay, y en otras ocasiones vino de Fray Bentos la orquesta de Nelson y Orlando Tiscornia.
– En estas salidas a otros parajes, en alguna ocasión se les ha perdido algún integrante, como cuando volvían de Villa Elisa y no podían encontrar a un compañero del grupo por ninguna parte. Parece que el hombre se había tomado unas cuantas copitas, y al final apareció acostado en el piso del baño. Lo ayudaron a levantarse obviamente, y depués pudieron emprender el regreso.
– En otra ocasión en que fueron a Guichón, eran solo dos parejas las que habían llegado para bailar, y buscando agrandar el acto pensaron en hacer alguna otra cosa para tapar el ojo. Allí surgió un número coreográfico que se ha convertido en un clásico y que en todos lados la gente les pide que lo hagan. Se trata de “Se dice de mí”, la famosísima canción que es bailada por Diva Buriano jugando a ser Tita Merello.
“Esa idea surgió de manera simple e improvisada, un día que en Guichón éramos dos parejas nomás. ¿Y si hago de Tita Merello, me pongo un sombrero, me pongo un poncho y hacemos una teatralización de la canción?, me dije. Los dos hombres procuraban bailar conmigo y en la silla se sentó como mirando lo que pasaba la otra compañera que fue con nosotros. Ellos quedaron tan encantados ese día que después de ahí no sé las veces que lo he hecho”, rememora Buriano.
El acto fue creciendo con más caballeros rodeando a Tita para intentar bailar con ella, hasta que aparecía Juan Carlos de los Santos, el galán que la conquistaba y continuaba bailando con la Merello hasta el final de la pieza. Pero un día tratando de pulir el número artístico, se introdujo la figura del borracho que también quería bailar con Tita, y que terminó gustándole mucho a la gente.
“Yo hacía de galán y tenía el papel principal, pero cuando apareció el borracho quedé de lado. Ahora los personajes principales son la Tita y el borracho”, comenta Juan Carlos de los Santos.