Pensar fuera de la caja

Para el 2020, la creatividad será la tercera habilidad más buscada (después del manejo de datos en la nube y de lo relacionado con inteligencia artificial), y encabeza la lista de las denominadas habilidades “blandas”. Este recurso natural inagotable, intrínseco a la condición humana, es en el mundo de hoy un elemento con un peso sumamente importante en términos económicos y, además, como factor transformador.
De acuerdo a un informe de la Unesco del año 2016, la cultura y los bienes o servicios directamente relacionados con la creatividad representan un 3% del Producto Bruto Interno(PBI) mundial, y dan empleo a 29,5 millones de personas a nivel global. Esos números seguramente hoy han quedado muy cortos.
Es que el fenómeno de Internet y la multiplicación de pantallas han puesto a la generación de contenidos para las distintas plataformas en un sitial muy elevado, pero además el diseño y la búsqueda de soluciones son transversales a casi cualquier actividad de la economía a escala global.
Publicaba hace algunos meses El País una reseña sobre la primera Cumbre de Economía Naranja, desarrollada en Medellín, Colombia, donde expertos explicaron el alcance del concepto y los desafíos que trae asociados. Allí se daba cuenta del informe “Tiempos culturales: el primer mapa global de las industrias culturales y creativas”, realizado por la consultora Ernst & Young en 2015, que estimó que en América Latina y el Caribe la economía naranja representa “aproximadamente el 2,2% del PBI” regional y “genera aproximadamente 1,9 millones de puestos de trabajo”.
En Uruguay, dice el estudio, la estimación más reciente data de 2012 y no incluye a todos los sectores de la economía naranja, ya que solo abarca a libros y publicaciones periódicas, música grabada, audiovisual y artes escénicas, y mostraba que el sector representaba entonces un 0,63% del PBI. Desconociendo tal vez el impacto en otras áreas transversales como la logística que requiere la actividad cultural, o el diseño aplicado en otras industrias más tradicionales.
A escala continental es Colombia el país que más está enfocado en el desarrollo de este segmento de actividad. No es casualidad, ya que de hecho el presidente colombiano Iván Duque asumió ese cargo con la premisa del desarrollo de la economía naranja o de la economía creativa, como una de las banderas del Gobierno.
Es más, Duque anteriormente fue consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y junto a su colega Felipe Buitrago son los autores del concepto “economía naranja”, como la titularon en su libro “La Economía Naranja, una oportunidad infinita”, asumiendo ese color que, argumentaban, “suele estar asociado con la cultura, la creatividad y la identidad”.
El “Primer Reporte de Economía Naranja (2014-2018)”, en Colombia, fue elaborado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), junto a siete ministerios y otras entidades, y planteó que las 32 actividades económicas referentes al concepto de economía naranja y las 69 adicionales que tienen una inclusión total en estas industrias, pesaron 3,2% del PBI de 2018.
Según Buitrago y Duque, los elementos centrales de la economía naranja son que la “creatividad, artes y cultura” son la “materia prima”, que hay una “relación con los derechos de propiedad intelectual. En particular con el derecho de autor” y tienen una “función directa en una cadena de valor creativa”.
La Economía Naranja es el conjunto de actividades que, de manera encadenada, permite que las ideas se transformen en bienes y servicios, cuyo valor puede estar basado en la propiedad intelectual. Tiene el talento y la creatividad como insumo principal y es capaz de generar empleo, riqueza y tener un impacto en la calidad de vida.
Entre otras cosas, comprende áreas como la industria del arte, arquitectura, cine, diseño, publicidad, televisión, editorial, el teatro, la animación, los videos juegos, la música, la moda, la gastronomía, las artesanías, el turismo y el patrimonio cultural.
Todas áreas en las que, en mayor o menor medida, Paysandú tiene su camino recorrido y fue una de las posibilidades de desarrollo que se evaluó en el marco del proceso “El Paysandú que queremos”.
“La creatividad es el mayor recurso que tenemos y es el único que es inagotable”, asegura una frase que se puede leer en el portal del BID (iadb.org/es), que está dando un énfasis importante a la promoción de estas actividades a nivel continental. Sin más vueltas agrega que “el futuro de la región no está ni en sus recursos naturales, ni en sus reservas económicas, sino que se encuentra en sus yacimientos creativos”.
La institución se encuentra desarrollando desde su plataforma virtual “la red de talentos creativos más completa y diversa de América Latina y el Caribe”, convocando para ello a actores, artistas, arquitectos, cantantes, cineastas, chefs, compositores, editores, escritores, escultores, directores, diseñadores, desarrolladores de software o videojuegos, fotógrafos, pintores, productores, publicistas, entre otros. Su objetivo es, a través de su laboratorio de innovación del Grupo BID (BID Lab) y de su División de Innovación y Creatividad (ICD) a través de la iniciativa Idear Soluciones, identificar modelos de negocio para potenciar la Economía Naranja.
Puntualmente esta experiencia tiene como objetivo 9 países de la región: Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, por más que pueden participar entidades de los 48 países miembros del BID proponiendo soluciones para esos territorios.
Hay un premio en este llamado, que es el financiamiento de entre 150.000 a 500.000 dólares, dependiendo de las categorías en las que aplique.
Los datos expuestos muestran que existen posibilidades de generar crecimiento y puestos de trabajo relacionados con la creatividad, por lo general agregadores de valor a otros sectores de la economía. No se puede desconocer que el mundo demanda soluciones innovadoras, creativas, más y mejor diseño, nuevos contenidos y formatos. Hay que darse cuenta que sí puede ser una buena opción cursar un bachillerato artístico, o audiovisual, o de Turismo. Quizás lo que nos esté haciendo falta sea mirar que está pasando y empezar pensar “fuera de la caja”.