Que sea en el 2020

Las numerosas necesidades de una ciudad como la nuestra implican para las autoridades y organismos públicos no solo atender múltiples frentes de demandas sino tener la capacidad de planificar y ejecutar lo planificado de la forma más eficaz y eficiente posible. Esto es, en el menor tiempo posible, con la mayor calidad y rapidez que se pueda.
En algunos casos estas cuestiones implican inversiones importantes, búsquedas de agentes financiadores y un sinfín de trámites y gestiones que generalmente pasan al olvido una vez que la obra está ejecutada. Es lógico que así suceda y, por otra parte, se valora que los gobiernos de turno y organismos del Estado a los que se les asignan dineros públicos por administrar, puedan exhibir concreciones en beneficio de todos.
Recientemente el intendente Guillermo Caraballo informó que en el presente mes de diciembre OSE realizaría el llamado a licitación para la construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales y disposición final de efluentes de nuestra ciudad, con una inversión prevista de 20 millones de dólares.
El reclamo local de esta importante obra no es antojadizo, puesto que se relaciona con una necesidad real de protección de la calidad de un importante recurso acuático que está sufriendo diferentes presiones.
Se trata de una obra que se viene reclamando hace más de 20 años y que una y otra vez, por distintas razones, ha sido postergada aunque es de fundamental importancia por el impacto ambiental que representa continuar tirando todos los efluentes sanitarios de ciudad totalmente “crudos” al río Uruguay.
Paysandú cuenta con servicio de saneamiento desde principios del siglo pasado y posee una alta cobertura (más del 70%), alcanzando incluso amplias zonas de Nuevo Paysandú. En la actualidad, el efluente recolectado en el sistema de saneamiento es vertido sin tratamiento al río Uruguay, en la zona de la desembocadura del arroyo Sacra a través de un canal a cielo abierto y en una zona inundable, por lo que las crecidas del río lo tapan en mayor o menor longitud.
De acuerdo a la comunicación de proyecto presentada ante la Dirección Nacional de Medio Ambiente en abril pasado como parte del proceso de obtención de la Autorización Ambiental Previa (AAP), OSE propone construir una Planta de Tratamiento de Aguas Residuales diseñada con tecnología de lodos activados en modalidad de aireación extendida, con remoción biológica de nutrientes y desinfección mediante UV, con un emisario subacuático dentro del río Uruguay.
El conjunto de obras necesarias para concretar el proyecto, además de la construcción de la planta de tratamiento y el emisario, incluyen la construcción una estación de bombeo y una línea de impulsión de aproximadamente 4,5 kilómetros que dirija el efluente doméstico a tratar desde la ciudad a la planta.
El proyecto, que representa una inversión de aproximadamente 20 millones de dólares, se encuentra comprendido dentro de las disposiciones del Tratado del Río Uruguay sometidas al régimen jurisdiccional compartido con Argentina a través de la CARU.
Por otra parte, si la historia del reclamo de esta obra es larga, también ha sido dilatado su trámite. En 2014 OSE informó que había resuelto realizar un nuevo proyecto para la planta de tratamiento de líquidos residuales de Paysandú, elevando la calidad del tratamiento con la finalidad de contar con una descarga que cause mucho menos impacto en el río Uruguay.
En noviembre de 2015 el ente anunció la construcción de la planta de tratamiento de efluentes de Paysandú con nuevas características a las del proyecto anterior que era una planta de pre tratamiento para dotarla de un grado superior de tratamiento, asegurando una mayor inocuidad del vertimiento de los líquidos residuales al curso de agua.
Posteriormente, en el marco de gestiones realizadas por la Intendencia y en declaraciones de prensa autoridades del ente anunciaron que la planta de tratamiento de efluentes se realizaría en 2018. Sin embargo, nuevas demoras vinculadas –de acuerdo a lo informado– a temas referidos a las aprobaciones de organismos con competencia en el tema como la Dinama y la Comisión Administradora del Río Uruguay, continuaron dilatando el proyecto.
Es de esperar que ahora, el 2020 llegue con el inicio de la construcción de una obra largamente esperada para mejorar la calidad de vida en la ciudad y, fundamentalmente, poder tener como sociedad una conducta más responsable con el cuidado de un recurso natural invaluable como el río Uruguay.
Si bien la calidad de las aguas del río no está amenazada en lo inmediato, viene sufriendo deterioro como consecuencia de una serie de impactos derivados de cuestiones tan diversas como el uso de agroquímicos en la región, la variabilidad climática, los vertidos industriales y del saneamiento en las ciudades litoraleñas.
En este sentido, es buena cosa que se hayan ido construyendo o están en proceso de planificación y construcción plantas de tratamiento en varias ciudades como Salto, Fray Bentos y del lado argentino, Colón y otras ciudades del litoral, desde Concordia hasta Gualeguaychú, que fueron incluidas en el Plan de Saneamiento Integral del Río Uruguay. El mismo contempla proyectos para estas ciudades ubicadas aguas abajo de la represa de Salto Grande con el fin de construir, ampliar o modificar las plantas de tratamiento de efluentes cloacales que son volcadas al río.
El proyecto está directamente relacionado al río Uruguay, ya que el emisario verterá las aguas tratadas por la planta hacia él. No obstante, al tratarse de un efluente cuya calidad cumpliría los estándares de vertido de un tratamiento terciario con remoción de nutrientes y desinfección, se considera que constituiría una gran mejora respecto de la calidad de vertido crudo actual. Además, el proyecto prevé que la descarga se haga en la zona del canal de navegación donde se tiene mayor profundidad y mayores velocidades de flujo de modo que la dispersión del efluente en el curso sea más favorable.
Uno de los aspectos en los que seguramente también tendrá impacto positivo es en lo que respecta a la disminución de las descargas de fósforo y nitrógeno, lo cual atenta contra la sustentabilidad del recurso y colabora a la generación de nuevos problemas como por ejemplo las floraciones de cianobacterias.
Otro aspecto a considerar que, si bien es transitorio no es menor, es la ocupación de mano de obra que una construcción de este tipo puede representar para la plaza local.
En definitiva, la construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales y efluentes de la ciudad se impone como una necesidad que ya no admite más demoras y por eso mismo es de esperar que, de una vez por todas, los anuncios se cumplan y la obra pueda comenzar a concretarse en el año que se inicia.