Recrearon 23º pesebre viviente organizado por la aparcería “Por defender la Tradición”

Timoteo Mazzilli Zeni, de poco más de un mes, interpretó este año al niño Jesús.

Instalado como una costumbre previa la celebración de la Navidad, cientos de personas participaron del clásico pesebre viviente en su 23ª edición, en el predio del Monumento a La Virgen, sobre ruta 3, con la organización de la aparcería “Por Defender la Tradición”.
En un clima familiar de alegría y emoción, los asistentes fueron prestando atención a cada detalle. La primera en aparecer en escena fue la joven María, cuando llega a su encuentro el ángel Gabriel para anunciarle los proyectos de Dios para su vida; de acuerdo con la liturgia cristiana. Luego retorna junto a José, en el lomo del burro “Joaquín”, que hace casi 15 años actúa en el pesebre. Mientras aguardan en el establo, seis simpáticos angelitos los rodearon esperando el nacimiento. Adultos que forman parte de la comunidad que sale al encuentro del recién llegado se acercaron con animales: perros, cabras, ovejas y terneros; además de una vaca atada cerca del establo y un gallo que estaba a los pies de la cuna. Cada uno –hasta los animales– atento a su rol.
La danza de “Gloria a Dios” en versión carnavalito prepara lo que será el punto cúlmine. Las luces se apagaron y los fuegos artificiales encendidos anunciaron que Jesús ha llegado. Tras los aplausos, ingresaron los reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, que presentaron sus ofrendas a los pies de la cuna. Luego María tomando en brazos a Jesús, interpretado este año por Timoteo Mazzilli Zeni (de poco más de un mes), inició el recorrido junto a José, rodeando todo el escenario natural, para que nadie se quedara sin apreciar la belleza del recién nacido.

“SON 23 AÑOS DE TRADICIÓN”
El presidente de la aparcería, Eduardo Baiz, manifestó a EL TELEGRAFO su alegría por poder realizar otro pesebre. “Hace 23 años que organizamos el pesebre que desde el comienzo ha sido acá en La Virgen. Nos conforta muchísimo ver cómo nos acompaña la gente, año a año, y que esto sea una tradición que no se pierda”, dijo.
Asimismo dijo que “los actores vienen de generaciones, en que por ahí en algún año estaban de angelitos y hoy adultos están de campesinos o bailan el carnavalito, o los padres estuvieron y ahora son los hijos. Han ido pasando por varias etapas pero siempre buscamos hacerlo con socios de nuestra aparcería”, agregó Baiz.
En tanto contó que se hicieron dos ensayos, previendo que se realizaría el pasado domingo, aunque debió ser suspendido por mal tiempo. “De los animales, solo el burro es el que participa de los ensayos porque es el principal y el que tiene más contacto con las personas. Si bien uno lo manipula, hay que entender su carácter para evitar incidentes, como nos ha pasado, cuando se espanta por los aplausos o no quiere caminar. Pero este es su trabajo. Joaquín (como se llama), de unos 15 años, pasa todo el año esperando actuar en diciembre. Trabaja un solo día al año”, detalló riendo.
Durante la realización del pesebre, la aparcería coloca una cantina con venta de tortas fritas y panchos. “Lo que se obtiene de ganancia es para solventar los gastos del pesebre. Hay que traer los animales, ir y venir, además de la ropa de los protagonistas. Pero todo se hace con alegría”, detalló.