Cuestión de estabilidad

Desde su fundación en 1991, el Mercosur ha dado numerosas marchas y contramarchas, en el que nunca termina de dar con su cometido, de ser una verdadera zona de libre comercio que, a su vez, garantice la seguridad de las fronteras, del trajinar de las personas, de los vínculos entre los países.
El ejemplo del Brexit nos debería hacer pensar a todos. El Reino Unido se marchó de la Unión Europea, un actor clave y poderoso dentro de este bloque, que prefirió hacer la suya luego de muchas idas y venidas, con referéndum incluido. El hecho, sin duda, pone en jaque la estabilidad de un continente que necesita encontrarse unido en un mundo turbio y cambiante, con amenazas constantes y de futuro incierto.
El Mercosur debería tomar nota para cerrar filas y de una vez por todos, salir adelante, funcionar como corresponde, brindar soluciones, apaciguar los mercados, que contribuya como plataforma comercial a generar riquezas para beneficio de las sociedades involucradas.
Justo ayer, el presidente electo de Uruguay, Luis Lacalle Pou, dijo que el Mercosur debería ingresar en una fase de flexibilización para así soltar a nuestro país del “corsé” que le impide moverse de manera más ágil con los mercados (recordemos qué ha sucedido cada vez que Uruguay amaga con hacer negocios por fuera del Mercosur).
“Nosotros estamos acá en el barrio y tenemos un Mercosur que tenemos que flexibilizar. Hace un año y medio o dos los presidentes (de Brasil y de Argentina) Jair Bolsonaro y Mauricio Macri (2015-2019) se juntaron y hablaron de la flexibilización del Mercosur y quedó en un concepto”.
“Nosotros vamos a ponernos en esa vía”, destacó quien asume como presidente el domingo 1º de marzo.
Lacalle Pou dijo esto durante su conferencia inaugural en el foro global de negocios America Business Forum (ABF), que se celebró ayer en Punta del Este. El líder del Partido Nacional se mostró convencido, y muy optimista por cierto, de que este bloque “tiene mucho para negociar y para ofrecer al mundo tanto oferta como demanda”.
Sin embargo, dejó ver su pretensión de que a Uruguay le suelten “el corsé” para que comience a moverse por diferentes mercados y pueda lograr acuerdos bilaterales con otras naciones. “Uruguay es un país que, por su dimensión, por su población y por su sintonía política, sin perjuicio de quien gobierne, tiene más capacidad de moverse antes”, explicó.
Lacalle Pou se acordó del Brexit, que representa “todo un desafío”, en el que existe “una oportunidad para muchos países de economías complementarias”. También aseveró que le gustaría “terminar lo que se empezó” entre la UE y el Mercosur, en alusión al acuerdo alcanzado el 28 de junio de 2019 y que debe ser ratificado por los Parlamentos de cada estado miembro. Un pacto que bien le vendría a nuestro bloque regional, con un socio de alcurnia que podría dinamizar todos los mercados de la vuelta.
El cambio de gobierno puede ser beneficioso para expoliar nuevamente al Mercosur, y esto es algo sobre el que ha insistido Lacalle Pou en casi todas las entrevistas que ha mantenido. A principios de diciembre, en palabras al diario El País, señaló que Uruguay tiene la oportunidad de ser una “bisagra entre los grandes” que contribuya al buen funcionamiento del Mercosur.
“Tendremos intereses que confluyan, muchos; tendremos algunos intereses contrapuestos”; de todos modos, “el interés nacional, entre otras cosas, es tranquilidad en la región”, insistió en la línea de la estabilidad regional, punto central de un bloque comercial que va más allá de los números, de las exportaciones e importaciones.
“Uruguay es un país que apenas sea competitivo en el mercado anda, pero cuando ves que pagamos 250 millones de dólares por año de aranceles es muy complejo (…) Entonces nosotros tenemos que tener una política muy agresiva en lo que hace a las relaciones comerciales internacionales”, recalcó como crítica en esa entrevista con el medio capitalino.
Un punto que debería ser clave en el próximo gobierno, es esa intención de unir la diplomacia con las relaciones comerciales, de modo que los dos asuntos vayan de la mano para generar crecimiento, inversiones y relaciones más eficaces.
Según asesores del propio Lacalle Pou, el gobierno electo mantendrá el foco en un “fortalecimiento de la diplomacia comercial, reorientando el servicio exterior para transformarlo en una gran fuerza comercial”.
Y para esto dispondrá de instrumentos como el Programa de Formación de Negociadores Globales, el Centro de Análisis Estratégico y Prospectivo, la revisión del conjunto de las representaciones diplomáticas en el exterior, y el fortalecimiento de las aéreas de Asia-Pacífico.
El objetivo está claro. Solo falta, una vez que tomen las riendas del país, de ponerle en práctica por el bien de todo. Por nuestra economía, por nuestra seguridad, por nuestra estabilidad. Y la de todos los países que nos rodean.