El lunes negro global

El lunes, por unas horas, gobernó el pánico. Las bolsas más importantes del mundo se hundían, mientras las economías emergentes salían a vender dólares para evitar la escalada del billete estadounidense y su incidencia negativa en las economías de países que miran continuamente las pizarras. Como el nuestro.
Tanto caos desde tempranas horas de la mañana, hacía desaparecer cifras siderales en los mercados internacionales y lastraban los bonos que llegaban a sus puntas más negativas. Un récord histórico que tuvo que “resetear” la gran maquinaria que es Wall Street, al menos por unos minutos para volver a arrancar con mejores perspectivas durante la tarde. Que tampoco mejoró, porque apenas se reabrió el mercado, nuevamente las fluctuaciones bajaron la rentabilidad a mínimos históricos.
Todo esto, sumado a la parálisis de varios países europeos y del sudeste asiático por la expansión del coronavirus, junto al descenso del barril del petróleo generado por la negativa de Rusia a un recorte en la producción de barriles diarios para mantener los valores por la retracción provocada por el virus en cuestión, hicieron un caldo de cultivo para que todo “casi” explotara.
Por eso el “lunes negro” vio descensos generalizados del 8% que, como un efecto dominó, provocó caídas en otras bolsas latinoamericanas, casi en forma inmediata. La puerta de entrada de Europa, es decir Italia, está virtualmente cerrada y genera impactos económicos y sociales de inciertas consecuencias.
Afecta la actividad del propio país, que se ha visto obligado a cerrar escuelas y lugares de trabajo, como las fábricas o las cadenas industriales. Su impacto ha sido absoluto en todos los eslabones de suministros y su afectación, genera aún más incertidumbre.
Más de 60 millones de personas solo se mueven por trabajo, razones médicas o emergencias hasta el 3 de abril, de acuerdo a lo dispuesto por el gobierno de Giuseppe Conte y por lo que resta del mes, los centros educativos están clausurados. Una decisión muy difícil y complicada para la tercera economía de la Unión Europea, cuya bolsa cayó el lunes más que en Wall Street, en torno a un 11%.
Los mercados petroleros presentan una inestabilidad solo vista durante la Guerra del Golfo, en 1991. Pero ahora no es una cuestión bélica la que desata tamaño descontrol. Es una “guerra de precios” iniciada por Arabia Saudí contra el gigante ruso y que amenaza con un crudo de mayor oferta. Los árabes hoy bombean a voluntad y tal decisión, es un mensaje económico y político que, a gritos, les dice en la propia cara de la OPEP quién manda en estas cuestiones.
Porque es un país con baja deuda y maneja números que, para la forma latinoamericana de enfocar la macroeconomía, sería bastante incomprensible. Tiene reservas por unos 500.000 millones de dólares y una relación de la deuda con el producto interno bruto del 25%.
El precio del barril de crudo Brent, –el que utiliza Ancap como referencia–, cerró el viernes a U$S 46,54 y ayer martes cuando abrió, cotizaba a 36,40 con fluctuaciones a la baja durante todo el día. Las consecuencias sobre las acciones de las compañías energéticas también fueron negativas, porque las pizarras veían cómo se desplomaban durante un fin de semana que ya marcaba un inicio complejo.
No hay manera de entender estos vaivenes, si no miramos el contexto global y multicausal. Y para muestra de su reflejo negativo, alcanza con ver el descenso en las fortunas de los diez hombres más ricos del mundo que en un solo día, vieron disminuidas sus ganancias en unos 38.000 millones de dólares.
Los mercados arrancaron ayer con mayor estímulo a partir de medidas adoptadas por los bancos centrales y de los gobiernos. En el caso del nuestro, el lunes tuvo que intervenir con casi 18 millones de dólares cuando la moneda estadounidense superaba los 45 pesos y seguía al alza. El efecto permitió incluso que la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, anunciara en conferencia de prensa la posibilidad de postergar el incremento en las tarifas públicas, pautado para este miércoles.
Hasta las grandes economías resuelven del mismo modo.
El presidente Donald Trump, adelantó reuniones con la Cámara de Representantes para discutir recortes o alivios de impuestos. O Japón, al anunciar un paquete de medidas por 4.000 millones de dólares y los países europeos que se preparan para el lanzamiento de nuevas medidas económicas.
Todos se blindan de alguna manera porque necesitan una protección para transitar por estas turbulencias que nadie pudo siquiera prever. Salir a decir que un gobierno que tiene diez días en el poder, tuvo que ver con el la disparada del dólar es por lo menos irresponsable y subestima la inteligencia de los uruguayos.
Es ridículo, absurdo, pero sin embargo muchos de los que ahora están circunstancialmente en la oposición, le buscan la vuelta para echarle la culpa al nuevo gobierno por no reaccionar a una circunstancia que ningún país del mundo logró controlar.
Está bien que ya hayan comenzado su campaña electoral, pero cuando la evidencia es tan grande, se corre el riesgo de quedar en falso. Como sucedió ahora.