La economía uruguaya y el coronavirus

El expresidente argentino Faustino Sarmiento formuló, en cierta ocasión, una de las frases que definió claramente la realidad de las guerras entre unitarios y federales que asolaban el territorio argentino: “la lucha parecía política y era social”. Detrás de estas palabras, que han sobrevivido por más de un siglo, se encuentra la verdadera dicotomía de ese enfrentamiento fraticida: más de allá de divisas, se trataba de una pugna entre dos formas de concebir al mundo y de proyectar su futuro.
Parafraseando a Sarmiento, podría decirse que la crisis planteada a nivel global por el coronavirus (COVID-19) no es sólo sanitaria, sino que además posee un fuerte contenido económico. Las devastadoras consecuencias económicas causadas por esta pandemia pueden ser apreciadas en distintos países, hecho que resulta especialmente agravado por la interdependencia de las economías nacionales y los conglomerados industriales y financieros, así como por el tráfico de personas a lo largo y ancho del planeta. las autoridades públicas de diversos países anunciaron en los últimos días distintos planes para inyectar fondos en la economía del país y tratar de paliar la difícil situación prevista para las próximas semanas. En el Reino Unido, por ejemplo, el Ministro de Economía del Gobierno, Rishi Sunak, anunció el pasado miércoles ante la Cámara de los Comunes diversas medidas para hacer frente a la crisis del coronavirus. El estímulo fiscal está valorado en 40.000 millones de dólares. A modo de ejemplo, y de acuerdo con lo informado por diario español EL PAIS, “se suspenderá el Impuesto sobre Bienes Inmuebles no Comerciales que actualmente pagan miles de negocios, sobre todo los relacionados con el ocio y el entretenimiento (tiendas, cines, restaurantes o bares)” y se pondrá en marcha un sistema de préstamos por 1.680 millones de dólares para las pequeñas y medianas empresas, con los que podrán cubrir hasta un 80% de sus pérdidas. Un plan de similares objetivos fue anunciado dos días después por el Primer Ministro de España, Pedro Sánchez, para apoyar la actividad de las pequeñas y medianas empresas. La ayuda en el caso español asciende a 16.000 millones de dólares e incluyen, entre otras medidas, una moratoria de seis meses para el pago de impuestos a PYMES, así como líneas de crédito especiales y bonificaciones en el pago de obligaciones relacionadas con la seguridad social.
En Uruguay, el coronavirus y su crisis económica han tardado un poco más, pero lamentablemente también han llegado. Durante una entrevista publicada el pasado viernes en el semanario “Crónicas” el Economista Gabriel Oddone deja en claro la gravedad de los efectos que ese fenómeno sanitario puede tener para Uruguay. Si bien el mencionado profesional puntualizó “que todavía es muy prematuro para dar una respuesta fundada y sólida” sobre las consecuencias del coronavirus, señaló que “estamos -como decía un representante de la OMS- navegando por aguas desconocidas en terreno sanitario, y creo que en terreno económico es exactamente igual. Este es un típico fenómeno con un shock de demanda, por un lado, y por otro de oferta. El shock de demanda es bastante fácil de percibir, con afectaciones de actividades concretas -de esparcimiento, turismo-, que afectan el consumo en general, porque la gente se retrae. Pero al mismo tiempo tenés un shock de oferta, por eventos de cuarentena, cierres de regiones, o inmovilizaciones de países, lo cual es un hecho inobservable para la economía globalizada, y por lo tanto, cuyas consecuencias son difíciles de describir. Además, provoca cierre de fábricas, de industrias, y por lo tanto rupturas de cadenas de suministros. Por lo tanto, con potenciales efectos primero sobre la liquidez, sobre el cobro, y segundo sobre la propia solvencia de las compañías”. En cuanto a una eventual recesión global, Oddone destacó que seguramente se producirá “una corrección del nivel de actividad de entre 0,5 y 1,5 puntos a nivel global. 0,5 no es una recesión global, pero un punto y medio es cercano. Ese rango es muy alto para la economía global, hay que esperar para ver. Seguramente el primer semestre del año va a ser muy duro”. Como es de conocimiento público, el aumento del tipo de cambio del peso uruguayo en relación con el dólar estadounidense es un factor que si bien beneficia a los sectores exportadores, arroja una lógica incertidumbre en la población en general, la cual generalmente se encuentra “descalzada” como se dice en la jerga financiera, ya que sus ingresos son en moneda nacional pero muchas de sus deudas a corto o mediano plazo (desde una cafetera a un inmueble) fueron contraídas en la moneda de los Estados Unidos. Sobre la apreciación del dólar, Oddone menciona que “lo que está ocurriendo en Uruguay está ocurriendo en la región. Quien crea que lo que está ocurriendo es un factor idiosincrático uruguayo o un fenómeno estrictamente uruguayo, o de acciones del gobierno, o tiene mala intención o no entiende absolutamente nada. No hay otra opción. Nos movimos similarmente a Brasil, similarmente a Colombia, a Perú. El fenómeno de depreciación intensa de la moneda tuvo lugar como consecuencia del fortalecimiento de las monedas fuertes -en particular el dólar- frente a los países emergentes y en particular frente a Uruguay. No tiene nada que ver la voluntad del gobierno ni las acciones del BCU, que ha estado interviniendo para evitar una depreciación mayor”. De los ejemplos internacionales antes mencionados queda claro que los Estados deberán hacer grandes esfuerzos económicos para enfrentar la crisis del coronavirus, lo cual resulta especialmente exigente y doloroso para las finanzas públicas uruguayas luego de la “década perdida” en cual la bonanza económica internacional y los ingresos por el alto precio de las materias primas fueron desaprovechados por una pésima gestión que malgastó el dinero de todos los ciudadanos sin contar el colchón o el short de baño comprado por Raúl Sendic con su tarjeta corporativa, el avión privado del ex presidente Tabaré Vázquez, la Caja de Pandora de las finanzas de ANCAP o los miles de contrato de arrendamiento de servicios para darle una oportunidad laboral a los militantes frenteamplistas o a los familiares de jerarcas, como sucedió con el yerno de la ex Ministra Marina Arismendi o la esposa del Ministro Danilo Astori. Terminada la fiesta fiscal del Frente Amplio, el panorama de las arcas públicas es preocupante ya que, como lo señala el propio Oddone, “Uruguay tiene una situación fiscal frágil en un escenario en el cual su sector privado se va por lo menos a contraer durante una primera parte del año, y por tanto sería deseable que la inversión pública tuviera un protagonismo mayor. El problema es que, como nos encuentra en un escenario fiscal frágil, eso está muy limitado o está imposibilitado”.
Ante un panorama tan como el actual, la pregunta que debe formularse es en qué forma, por qué montos y en qué plazos el Estado uruguayo tomará medidas para proteger las fuentes de empleo y la viabilidad de las empresas que las generan (especialmente las PYMES), de forma tal que se pueda transitar la crisis económica desatada por el coronavirus sin costo social, humano ni productivo. Es importante que el actual gobierno y la actual oposición (responsable del déficit fiscal que dificulta poder sobrellevar esta crisis de la mejor manera) trabajen en forma conjunta por el bien del país, teniendo en cuenta las peculiaridades de cada sector de cada sector de actividad y sus períodos zafrales o de producción, porque de nada sirve una ayuda que llegue tarde, mal o nunca.