Los grandes temas no esperan

Sin dudas que la prioridad mundial en la lucha contra la pandemia del coronavirus ha significado en gran medida un parate para todas las actividades, un paréntesis impuesto por las circunstancias al desarrollo de grandes temas en marcha a mediano y largo plazo, conjugado con el freno al comercio global en todas las áreas.
Y aún en media cuarentena o cuarentena completa, con la esperanza y los esfuerzos centrados en superar la emergencia, no es delirante ni mucho menos no perder de vista que el mundo seguirá andando y que hay grandes asuntos pendientes en los que ocuparnos, pese al tema excluyente del coronavirus en las conversaciones y los desvelos.
Por ejemplo, aunque en silencio y en la medida en que la alerta mundial lo permite, la investigación sustenta el avance de la fabricación y uso de automóviles eléctricos a nivel mundial, y si bien hay grandes obstáculos a superar, incluyendo entre otros los precios y logística, a esta altura nadie duda que el avance desde el punto de vista ecológico y sustentabilidad de recursos respecto al uso del petróleo como energético fósil marca un elemento a favor irreversible.
Así, hay desafíos que hasta ahora resultan un hueso duro de roer para la masificación, y uno de los aspectos sustanciales tiene que ver con que la electricidad pueda competir con la posibilidad de llenar un tanque de combustible en apenas unos segundos, y a la vez contar con autonomía y servicios de recarga que permitan una circulación con garantías similares a los vehículos de motores a explosión, que es fundamental desde el punto de vista práctico, sin olvidar el precio todavía muy elevado respecto a los vehículos de motores convencionales.
En nuestro país, con pocas unidades eléctricas en circulación, hay escasos lugares todavía para recarga, porque los pasos en este sentido deben incluso adelantarse a la inversión del usuario, pero a la vez se están realizando estudios técnicos que tratan de ir a la par de la gradual incorporación de este tipo de unidades al parque automotor. Es así que un grupo de investigadores de la Universidad ORT están trabajando en la parte de infraestructura de apoyo, por ejemplo en diseñar una forma de optimizar la red eléctrica, por cuanto si bien Uruguay tiene un grado de avance significativo en materia de generación renovable, hay desafíos importantes planteados en lo que respecta a su distribución.
Con referencia a esta problemática, integrantes de este equipo de investigación han evaluado con mucha razón que si eventualmente se pasara a un uso más o menos masivo de los autos eléctricos habría serios problemas para atender la demanda de infraestructura que se requiere para este número significativo.
En términos relativos, igualmente Uruguay está muy bien posicionado desde el punto de vista de la cantidad de energía con que cuenta, con fuentes energéticas renovables en buen porcentaje, con represas, generadores eólicos, y otras fuentes de perfil ecológico, pero se trata de un esquema pensado para una demanda con una expansión normal, lo que no sería el caso cuando se trata de incorporar estaciones para carga de los autos eléctricos, que demandan una disponibilidad de potencia mucho mayor y por ende una inversión acorde a la infraestructura requerida.
Precisamente el desafío principal radica en llevar toda esa energía hacia los puestos de carga, donde además no se trata solo de enchufar baterías y listo, sino que hay que pensar en la forma de gestionar esas áreas de reabastecimiento, y a la vez apuntar a una estandarización de los recambios, más allá de marcas y modelos, para no complicar este apoyo clave, porque una cosa es un surtidor universal para todos los vehículos a combustible, y otra muy distinta por ejemplo hacer recambios de baterías para un sin fin de modelos eléctricos.
Ello determina que a nivel mundial se debería normatizar, antes de la masificación, y todo cuanto sea posible, la fabricación de las baterías en forma universal para los vehículos eléctricos, de forma de no estar obligado a tener decenas de modelos de batería para cada marca, como ocurre por ejemplo con los celulares.
En nuestro país, volviendo a la red de infraestructura de estaciones, el objetivo de UTE, en coordinación con el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), es lograr en el corto plazo que todos los departamentos cuenten con un punto de carga, por lo menos. A ello se agrega la meta de que en el futuro todas las estaciones de servicio convencionales de Ancap dispongan por lo menos de un puesto para carga de vehículos eléctricos, que por ahora están más extendidos en los vehículos utilitarios de empresas y próximamente también llegarán al transporte colectivo, en tanto una alternativa futura es contar con estacionamientos que también ofrezcan puestos de carga.
Asimismo, a estas acciones de UTE se agregan instancias de promoción del uso de vehículos eléctricos, como taximetristas y personas vinculadas al transporte, con el objetivo de exponer el alcance y posibilidades que se desprenden de las facilidades que brinda el Estado para acceder a un vehículo eléctrico.
Estas medidas incluyen subsidios impositivos y facilidades crediticias para la compra de un automóvil eléctrico, así como descuentos en la tarifa de conexión y consumo de energía, como los elementos más destacados dentro de un esquema complejo que presenta numerosas interrogantes que involucra el objetivo de ir gradualmente al cambio de matriz en el transporte, lo que no es fácil desde el punto de vista económico y el correspondiente encuadre del proyecto.
Además de la inversión en infraestructura de apoyo, en cuanto a la inversión, en el caso de la compra el desembolso es sustancialmente mayor que para un auto a nafta, y para recuperarla el vehículo debe recorrer unos 80 kilómetros diarios, en tanto que el ahorro comparado con el combustible fósil es del 80% en el consumo, además del menor mantenimiento, que se reduce en un 50%, en términos generales y en base a parámetros que no son rígidos, sino que queden cambiar en cuanto a la relación.
El punto es que estamos ante un paso que deberá darse, a mayor o menos ritmo, por lo menos con el escenario que tenemos hoy en cuanto a posibles energéticos, sin olvidar que la investigación sigue y que hay todavía posibles apuestas a otros energéticos limpios, como el hidrógeno –pese a las dificultades en su manejo por su explosiva inflamabilidad– que podrían terciar en caso de poder llegarse a aprovechar en la práctica su enorme potencial con mejores herramientas tecnológicas para la sustitución de un energético fósil como el petróleo, que es un recurso finito y contaminante.