Territorio inexplorado

La crisis mundial debido a la pandemia provocada por el coronavirus tiene múltiples manifestaciones e impactos más allá de los estrictamente sanitarios y los económicos actuales y los que se prevén en un futuro inmediato. Uno de los efectos claramente identificables es el referido a la educación.
Según los datos publicados en las últimas horas por la Unesco, la pandemia del coronaviurs afecta actualmente a cerca de 363 millones de alumnos en todo el mundo por los cierres de centros educativos, incluidos 57,8 millones de estudiantes de enseñanza superior.
Ante este panorama, representantes de 73 países se reunieron por videoconferencia para intensificar la respuesta de emergencia y compartir estrategias para reducir al mínimo la interrupción del aprendizaje. En este sentido, intercambiaron enfoques y prácticas idóneas para asegurar la continuidad del aprendizaje durante el cierre de escuelas, cuya duración es imprevisible.
Las respuestas ante el problema pasan fundamentalmente por el aprendizaje en línea y el contacto de los docentes con los estudiantes por medios virtuales. No obstante, para que esto sea posible y efectivo es necesario contar con los medios tecnológicos tanto por parte de los centros educativos y los docentes así como los estudiantes en sus casas.
Es necesario además la adecuación al entorno virtual de los contenidos curriculares que se imparten usualmente en forma presencial, el uso de nuevas estrategias didácticas y la producción de contenidos educativos en diferentes soportes electrónico para ser utilizados en actividades sincrónicas –como las videoconferencias por ejemplo– o asíncronas (videos explicativos, juegos educativos, bibliografía, tests de lecturas, cuestionarios y presentaciones, entre otros).
“Estamos entrando en un territorio inexplorado y trabajando con los países para encontrar soluciones de alta tecnología, baja tecnología y sin tecnología para asegurar la continuidad del aprendizaje”, dijo la directora General de la Unesco, Audrey Azoulay, quien señaló que al mismo tiempo que los países preparan su respuesta, es vital la cooperación internacional para compartir los enfoques más eficaces y apoyar a los estudiantes, los profesores y las familias siendo necesario intensificar las acciones para “garantizar que esta crisis promueva la innovación y la inclusión en lugar de exacerbar las desigualdades en el aprendizaje”.
Ese es ni más ni menos que un tema central de la respuesta de los sistemas educativos en esta contingencia dado que el verdadero problema con el que pueden enfrentarse alternativas como el aprendizaje en línea es la desigualdad social para el acceso a la tecnología e Internet. En este sentido, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) llamó la atención en cuanto a que garantizar el derecho a la educación en situaciones excepcionales es un compromiso básico, tanto en países en desarrollo como en países desarrollados.
El organismo señaló que si bien en las últimas décadas el mundo ha sido testigo de un número creciente de crisis ocasionadas por conflictos, desastres naturales y epidemias, ahora la amenaza global afecta simultáneamente a los países alterando el día a día de millones de estudiantes y sus familias y, además, ponen en peligro su futuro y su capacidad para contribuir al desarrollo de la sociedad ya que si bien suele ser el primer servicio que se suspende generalmente es el último que se restablece en las comunidades afectadas por crisis.
“Esta situación plantea un clásico conflicto de derechos: proteger el derecho a la salud de la población frente a proteger el derecho a la educación de niños, niñas y adolescentes. La urgencia de la situación hace que sea lógico dar prioridad a las medidas para frenar la epidemia, para evitar daños mayores. En la medida de lo posible, dichas medidas deben tomarse de tal forma que el derecho a la educación de los millones de estudiantes que viven en las zonas afectadas por el Covid-19 no se vea vulnerado”, señaló Unesco en las últimas horas. En Uruguay todos los niveles del sistema educativo están organizándose para brindar educación a distancia para que el hecho de tener los centros educativos cerrados y sin impartir clases presenciales no signifique la detención de la educación de sus alumnos.
A nivel de enseñanza primaria y media nuestro país cuenta con la ventaja de la experiencia de alumnos y maestros en el manejo de las computadoras del Plan Ceibal y sus amplias posibilidades, además del soporte tecnológico de dicho plan, cuya actividad es intensa por estas horas para dar apoyo a los docentes que están iniciando la experiencia de dar clases con cero presencialidad, algo totalmente inédito en las escuelas y liceos uruguayos.
Esta alternativa permitirá continuar con parte del desarrollo del curso en tanto dure la situación de distanciamiento social y/o cuarentena, lo cual al día de hoy es imposible saber hasta cuándo se extenderá.
Es además, una modalidad que requiere la colaboración con las familias, la posibilidad de conectarse a Internet desde el hogar a plataformas educativas que podrían requerir uso intensivo de datos –en el caso de usar videos, por ejemplo– así como una serie de contingencias que pueden incluir incluso también la posibilidad de que los docentes se enfermen y no puedan dar clases.
Las distintas universidades han suspendido sus clases y otras actividades habituales para evitar la circulación y contagio del virus. En el caso de la Universidad de la República, su rector, Rodrigo Arim, informó que se trabaja en la reprogramación de cursos y en la habilitación de plataformas digitales “para desarrollar aprendizajes en una hipótesis de no reinicio inmediato de las clases” agregando que “no es de esperar que en las próximas dos semanas se resuelva la situación en un sentido de reintegrarnos a las actividades universitarias”.
Sus palabras parecen razonables y acertadas en relación a la situación actual y las previsiones para las próximas semanas, en cuanto al aumento de casos e intensificación del contagio, por lo cual es absolutamente necesario quedarse en casa y atender las recomendaciones sanitarias. Mientras tanto, adaptémonos tanto estudiantes como familias a nuevas dinámicas y rutinas y al trabajo en nuevas modalidades que requieren la organización de tiempos y asunción de responsabilidades diferentes, sabiendo además que no hay soluciones fáciles ni válidas para todos los casos. Mientras hacemos frente a la situación preguntándonos si estamos preparados, también en la educación estamos pisando territorios desconocidos cuyos resultados son difíciles de prever.