Días de cuarentena en Perú

Carlos Blanco Fadol dialogó con EL TELEGRAFO desde Lima.

Al sanducero Carlos Blanco Fadol se lo conoce por su trayectoria artística y cultural, tan variada como apasionante y difícil de definir. Etnomusicólogo, investigador, compositor, cantautor, multiintrumentista, inventor de instrumentos musicales, poeta, escritor, entre otras ocupaciones, desde hace muchos años vive en España, donde ha fundado tres museos de música étnica. Estos complejos tiempos lo sorprendieron viajando por Perú, donde se encontró con “la cuarentena, el estado de emergencia y el toque de queda”. Desde Lima, Blanco Fadol conversó con EL TELEGRAFO.

Una situación surrealista

Son momentos dolorosos para él, confiesa, por lo que representa ver derrumbarse muchos proyectos “y por estar encerrado en el extranjero, en una habitación de tres por tres. Por suerte, ésto está compensado por el cariño de quienes me ofrecieron estar aquí”. Define su situación como “bastante surrealista”, y pasa a relatar cÓmo llegó hasta allí. Había estado dando a conocer una nueva metodología “para hacer tocar, mediante partituras originales, a jóvenes ciegos de cinco países europeos, con instrumentos musicales especiales”. Presentó esa experiencia en España, en una iniciativa que contó con la participación de cinco países de la comunidad europea, y el éxito fue tal, que lo invitaron a repetir la experiencia en México, “con ciegos de Morelia. Ya se estaba hablando entonces en España del coronavirus, pero como algo inalcanzable, que radicaba en China y que jamás alcanzaría el continente europeo”.
La presentación en México fue también un éxito, y lo invitaron a repetirla en el Womad Morelia 2020, un festival cultural de alcance internacional que se venía planificando para fines de marzo. “Sin embargo, la epidemia comenzó poco a poco a extenderse, y el festival se suspendió”. Carlos recibió la noticia en Perú, donde se había desplazado “para volver a realizar la misma experiencia con ciegos de este país. Estaba en Piura, en el norte de Perú, cuando el coronavirus irrumpió en este país de forma preocupante. Ya tenía comprado mi pasaje de Piura a Lima, porque regresaría a España al día siguiente”. Apenas llegó a Lima se decretó la cuarentena y el estado de emergencia “y casi enseguida un toque de queda muy severo, desde las 20 a las 5, que actualmente ha aumentado de las 16 a las 5”.
El sanducero se encontró de pronto en la calle, con una caja grande llena de instrumentos musicales, sus maletas y el resto de su equipaje. “Los hoteles cerraron, el espacio aéreo también. No podía salir de Perú, ni regresar a España, ni viajar a Uruguay. Perú ha sido el país de toda América que ha tomado las medidas más drásticas, y pienso que están bien tomadas, si consideramos la tardanza en reaccionar de España, Italia y especialmente Estados Unidos. Estaba desesperado, porque se estaba restringiendo incluso la circulación de taxis, y la perspectiva era dormir en la calle. Sin embargo tuve la gran fortuna de encontrar a una familia peruana, que alquila habitaciones a extranjeros y me ofreció un lugar donde quedarme. Y aquí estoy, extremadamente agradecido a esta familia por su solidaridad, cariño y humanidad. De no haber sido por esa ayuda, mi situación se hubiera tornado dramática”.

Momentos dramáticos

Las noticias que le llegan de España “son desmoralizadoras. Han cerrado mis dos museos de música, aunque los guías estuvieron intentando hacer programas de videos e imágenes para que pueda visualizarse por Internet”. Al momento de la charla había más de 100.000 personas infectadas y más de 10.000 muertos, “cifra que seguramente va a incrementarse”, y algunos de sus amigos habían contraído el virus. “Constituye un detalle psicológicamente preocupante leer que una ministra se contagió, que las esposas de los líderes políticos también, e incluso el primer ministro del Reino Unido. Ello indica claramente que a uno le puede tocar en cualquier momento. Y los que tenemos más de 70 años, que somos personas de riesgo, sentimos una preocupación añadida. En mi caso, a esto se suma el hecho de no estar en tu casa, sino varado a doce mil kilómetros, en una habitación de Lima, a saber por cuanto tiempo”. Para sobrellevar de alguna manera el confinamiento viene trabajando en un nuevo libro, “La sonrisa oculta de la música”, “donde Paysandú sale en diferentes capítulos. Son veintisiete capítulos de relatos verídicos que me han sucedido a lo largo de más de 50 años de música, aventuras y investigaciones en países de los cinco continentes”. Por las noches, abre la ventana de su habitación y toca la quena para todo el vecindario, “que me responde desde las penumbras de las callejuelas desiertas de Lima, con dolientes aplausos confinados”.
Al momento de nuestra comunicación el gobierno peruano había decretado la limitación de personas para salir a comprar alimentos. “Solo puede salir una persona por familia: los días lunes, miércoles y viernes solo pueden salir hombres, y los martes, jueves y sábado las mujeres. De esta forma se intenta limitar la presencia de gente en la calle a la mitad. El domingo hay toque de queda las 24 horas, con penas severas para quien lo transgrede. En los lugares de venta de alimentos han hecho unos círculos con pintura blanca en la vereda donde deben situarse los que esperan para comprar, también extensibles a otras áreas, como bancos, cajeros automáticos, farmacias y demás. Se intenta así mantener separadas a las personas para evitar contagios. Está prohibida la entrada a cualquier puesto de alimentación, bancos, farmacias y demás sin portar mascarillas”.
Para Carlos, por estos días “somos testigos en directo de un momento histórico de la humanidad, nunca jamás experimentado antes”, según se desprende de las declaraciones “de ciertos mandatarios, que han afirmado que esta pandemia constituye la situación más dramática de la humanidad después de la Segunda Guerra Mundial. Ojalá que este confinamiento, este sufrimiento que vivimos, sirva de referencia para que el ser humano tome conciencia de sus actitudes ante sus semejantes, ante la biodiversidad, ante un planeta maravilloso amenazado por otro virus mucho más dañino, mucho más peligroso: el comportamiento humano en la Tierra”.