Nuevo Berlín se recupera, ayudando a los más necesitados y acatando las recomendaciones

En Nuevo Berlín el tapabocas es de uso muy extendido, casi en la totalidad de su población.

NUEVO BERLÍN, 16. (Por Enrique Julio Sánchez). Lo primero que se aprecia es que ya no está el puesto de control del Ministerio del Interior en la entrada a la localidad. Sus calles parecen más vacías que de costumbre, y es poca la gente que está en sus patios. Por allá alguno trabajando en la huerta o cuidando de sus animales. La plaza Artigas aparece desierta y el Centro Democrático, donde usualmente hay actividades deportivas y sociales, cerrado. Los espacios públicos no están habilitados y por el contrario aparecen rodeados por la cinta amarilla de “Pare”.
Es media mañana. Hay que llegar al centro de Nuevo Berlín para ver algunos residentes. Prácticamente todos con tapabocas. Algunos en auto, otros en moto, bicicleta o caminando. Pero el tapabocas es usado profusamente. En los accesos a los comercios el pedido de que ingrese solo una persona por vez, y quienes atienden también todos con tapabocas. Algunos con guantes de látex.
Nuevo Berlín vive el séptimo día con coronavirus positivo. El viernes 10 la comunidad –3.000 habitantes, 3.500 si se considera su entorno– no daba crédito a lo que informaba Nuevo Berlín Cable Canal (NBCC), lo que se publicaba en las redes. Nuevo Berlín tenía una vecina enferma con coronavirus, que el miércoles 8 había sido trasladada a Fray Bentos con un cuadro respiratorio. Horas después fue nuevamente trasladada, esta vez al Hospital Escuela del Litoral, adonde llegó la confirmación que había sido contagiada con COVID-19.
Para quienes aquí viven, no es simplemente “un caso”. Es Fulana, que vive en tal lugar, con quien tal o cual estuvo conversando el lunes, quizás el martes. Cuentan los neoberlineses que no era solo la sorpresa, porque se pensaba que por ser una comunidad pequeña el coronavirus demoraría en llegar. El temor se apoderó de muchos, precisamente por haber tenido contacto en las horas previas a aparecer los primeros síntomas. Ella tiene una empresa de limpieza comercial, que atiende los locales del BROU y Redpagos. Ya no estaba limpiando centros educativos, debido a que las clases habían sido interrumpidas.
Más adelante quedaría establecido que su esposo y su hija, también residentes en Nuevo Berlín, son casos positivos y están en cuarentena en la vivienda familiar. Asimismo el padre, quien vive en Paso de la Cruz, a 90 kilómetros de Nuevo Berlín, también en el departamento de Río Negro, es un caso positivo.

“NUNCA ME LO HUBIESE IMAGINADO”

Olga Malacre es la alcaldesa de Nuevo Berlín y sin dudarlo afirma que “nunca me hubiese imaginado que mientras estoy en esta función debería hacer frente a una situación cómo esta”.
“Sobre todo las primeras horas fueron muy duras y difíciles”, dice. “La comunidad estaba concientizada pero no se pensaba que llegaría tan pronto. Eso produjo nerviosismo, ansiedad. Hubo además dos hechos muy perjudiciales en esas horas. Por un lado que la prensa tomó palabras de autoridades indicando que ‘técnicamente Nuevo Berlín está contaminado’. Fuera de aquí eso se puede leer de una manera, pero deben imaginarse como pegó eso en nosotros, en todos. Fue terrible”.
“El otro hecho –recuerda– es que se nos informó que se había decidido cerrar Nuevo Berlín, que nadie podía ingresar ni salir. Aquí viven personas que trabajan en otros lugares y de pronto se veían ante la posibilidad de perder el empleo. Pero especialmente quedar encerrados y considerándose que estábamos contaminados, impactó. Felizmente eso duró muy poco y vino otra información que no se cerraba el lugar y solo se iban a establecer puestos de control para desestimular el tránsito”. El primer caso de coronavirus “cambió muchas cosas en la gente, que estaba esperando que no nos llegara. Hubo un fuerte acatamiento a quedarse en casa, especialmente la gente mayor, aunque los jóvenes como siempre y como ocurre en todos lados, la veían diferente”.
“Eso nos llevó al cierre de los paseos públicos, no solamente con cinta sino que además apagamos la iluminación pública para dejar en claro que estamos en peligro y que es necesario el apoyo de todos. Los jóvenes no le dan la importancia que realmente tiene, por lo que tenemos que tomar este tipo de medidas”.

UNIDOS CON LOS CASOS POSITIVOS

Un aspecto que destaca con énfasis de su comunidad es que “todos estamos con los enfermos de coronavirus y muy pendiente de quien está hospitalizada. Obviamente que sabemos quién es, aquí somos como una familia muy grande. Pero por eso mismo no pensamos en quién fue el primero, tenemos claro que cualquiera pudo serlo. Y nos unimos en las ansias porque se recupere muy pronto y vuelva con nosotros”.
“La hija –que hace cuarentena por caso positivo de coronavirus– a veces nos pide alguna colaboración. Pero muy específica porque la gente le acerca comestibles, tiene permanente apoyo. Así somos, no hay ningún problema y enfrentamos esto unidos. Pasamos momentos muy difíciles, pero nunca pensamos en culpar a nadie. Pude haber sido yo o cualquier otro vecino. Ahora estamos mucho más conscientes de la necesidad de tomar todos los cuidados”.
De todas maneras una preocupación subyace en todos: “hay cierta información que nos falta y es quién fue el contagio de ella. No se trata de un nombre, sino de que es necesario que esa persona también reciba tratamiento, seguir el rastro del virus. Hay gente asintomática, por lo que es muy importante establecer la trazabilidad del contagio. Si bien con ella no pudimos hablar por su condición, su familia dice que ella no viajó a ningún lado, salvo a visitar a su padre, quien vive en un lugar mucho más chico que acá. Es la preocupación que tenemos”.

RECAMBIO DEL EQUIPO DE SALUD

El sábado 11 el Ministerio de Salud Pública, con la presencia en Nuevo Berlín del ministro Daniel Salinas “se realizaron muchos tests. En total llegaron a casi setenta”. En primer lugar se tomó como público objetivo a cuarenta personas “tomando en cuenta que el período de incubación había comenzado el 30 de marzo. Aquí nos conocemos todos, así que se tomó a su familia y a quienes habían estado más cerca, incluyendo al personal de salud”, indica la alcaldesa.
Pero eso no fue suficiente “porque empezaron a aparecer en la policlínica personas que habían estado en contacto en determinado lugar, o al lado de ella, o habían hablado con ella. Y a todos se les hizo el hisopado”.
“A los funcionarios de la salud se les va a repetir el test, porque fueron los últimos que estuvieron en contacto con ella. Con un segundo hisopado vamos a tener tranquilidad absoluta”, informa por su parte el edil departamental Hernán Godoy. Pero al mismo tiempo destaca que “la atención de salud se complicó porque nos quedamos sin enfermeros ni doctores porque quedaron todos en cuarentena”.
Por esa razón “hubo que rearmar el equipo. Se convocó a quienes eran enfermeros recibidos pero no estaban trabajando. Entonces tanto en ASSE como en la privada Amedrín se les dio una oportunidad para reacomodar el sistema”.
“Uno de los asuntos importantes era normalizar la entrega de medicamentos y con el cambio de equipo se logró darle solución”, subraya.

MUY AFECTADOS PESCADORES Y APICULTORES

Como en prácticamente todos los países donde el virus golpea, “la situación se agrava porque mucha gente pierde de trabajar por quedarse en casa”, cuenta Alan Xisle, de Nuevo Berlín Cable Canal (NBCC). Explica que “acá hay dos casos muy claros. El de los pescadores artesanales es uno. Cuando salieron las medidas a nivel nacional que no no se podía navegar, se quedaron sin trabajo. Las autoridades hicieron gestiones y se logró destrabar la situación. Se hizo una lista identificando claramente a quiénes son pescadores. Pero eso no solucionó el problema porque los transportes refrigerados que venían a levantar la pesca, que generalmente se exporta a Brasil, ya no vienen”.
Por otro lado la situación también golpea a “los apicultores isleños. Acá hay un proyecto con miel de denominación, llamada Miel Isleña. Las colmenas se instalan en las islas frente a Nuevo Berlín y es de notable calidad porque no las alcanzan los agrotóxicos y se produce en un ambiente completamente natural, lejos de todos los productos nocivos. Pero ahora eso está detenido”.
“Como medida alternativa lo que el grupo de voluntarios hace es que al adquirir los alimentos que integran las canastas tratan que se incluya esa miel, porque de esa manera, se les provee un pequeño ingreso”.

APOYO ALIMENTARIO

El Grupo de Voluntarios Nuevo Berlín, integrado por la alcaldía y diferentes sectores de la comunidad, se encarga del reparto de canastas, si bien “aun no hemos recibido el aporte de la Intendencia de Río Negro ni del Mides. Se nos ha dicho que se va a proceder a realizar la compra y que se nos enviará una partida de alimentos, para repartir entre aquellos que realmente lo necesitan”, indica Olga Malacre.
“Hay mucha gente que vive de la diaria y era claro que iba a tener problemas incluso para alimentarse. Gestionando nosotros, con fondos que obtuvimos de diversos lados, incluso de los vecinos que pueden y dejan donaciones en los comercios, que luego nosotros levantamos”, destacó Hernán Godoy.
“Además recibimos la ayuda de dos deportistas, de Giorgian De Arrascaeta que es de Nuevo Berlín que donó 300 canastas que estamos administrando, y de Lucas Torreira que donó para repartir en todo el departamento y también nos llegó una parte”, indica Malacre.
“Tomamos muchas cosas en cuenta, entre ellas la necesidad de apoyar a los adultos mayores y hacerles llegar las cosas. Lo mismo a las familias con muchos niños porque si bien Primaria entrega la vianda al mediodía, al estar en casa todo el día hay una demanda mayor de alimentos”, agrega Godoy.
“No cubre todas las necesidades, pero teniendo la comida es otra cosa. Las cuentas por servicios pueden esperar unos días pero lo que no espera es el estómago, y si hay gurises es peor”, asegura Alan Xisle.

ALREDEDOR DE 600 ADULTOS MAYORES

En Nuevo Berlín residen “entre 550 y 650 adultos mayores. Hay que imaginarlos consumiendo toda la información respecto al coronavirus y viendo el aumento de casos en España, Italia y Argentina”, dijo Godoy.
“A eso agregar los casos aquí, porque son con nombre y apellido; son vecinos. Es muy difícil manejar las emociones y la ansiedad. Por eso preocupa un poco cómo contenerlos y hacerles llegar la tranquilidad. Creo que como comunidad vamos a tener un trabajo arduo con el apoyo de la autoridad local y de las departamentales”, agregó.
Explicó también que “sí hay un apoyo de personas voluntarias, por ejemplo en lo que tiene que ver con sus medicamentos. Hay quienes retiran en sus casas las recetas, van a retirarlos y luego se los llevan para que no tengan que salir y permanezcan en aislamiento voluntario.

DESINFECCIÓN DE  ESPACIOS PÚBLICOS

La alcaldesa informa que el miércoles de noche “se hizo una desinfección con la colaboración de la empresa Sivoplast. Además el diputado Omar Lafluf también aportó hipoclorito de sodio y el Municipio adquirió otra partida para la semana que viene volver a realizar la misma desinfección”.
“Se realizó en todas las áreas de la localidad que tienen tránsito de personas y también de vehículos. Todas las calles con asfalto, los barrios Mevir, el centro, la policlínica, todas las calles transversales donde están las panaderías y carnicerías. Fue un trabajo arduo pero muy necesario y el resultado tiene una muy buena evaluación”.
Además destaca que “la semana que viene vamos a volver a realizar la aplicación para darle un poco más de tranquilidad a la población. Pero es solo una ayuda. Cada uno de nosotros es el gran protagonista, quedándose en casa y si salimos lo hacemos usando siempre tapabocas”.

“YO SOLO QUERÍA IRME A CASA”

Noelia Silva está en su turno en el Autoservice Etcheveste. En estos tiempos solo se ve el cabello y los ojos, pues el resto de la cara queda cubierta por el tapabocas. Protege sus manos con guantes, y atiende de a un cliente por vez.
“El primer día, el día que nos enteramos, fue un caos. Yo solo quería irme a mi casa, la verdad. Fue difícil, la gente no sabía bien qué hacer”, recuerda.
Aunque “con los días se fue normalizando la situación” se perdió algo que es clásico a la hora de hacer compras en el comercio del barrio. “Se intenta hablar menos ahora; los clientes entran, hacen sus compras de a uno y no se quedan charlando, ni siquiera de lejos. Los nervios siempre están”.
Por otra parte, “la gente adulta sale menos y cuando lo hace es temprano en la mañana porque sabe que hay menos clientes. Abrimos a las 7 y los primeros que llegan son los adultos mayores”, cuenta Noelia Silva.
Un cliente aparece la puerta y se detiene, esperando su turno. “Pensábamos que no iba a llegar y lo tenemos más pronto de lo que uno pensaba”, dice como reflexión final.

“LA GENTE SALIÓ A COMPRAR”

En la carnicería y minimercado La Anto, Pablo Silvera también recuerda aquel viernes 10. “Fue una locura. Esa misma mañana tomamos la decisión de que entrara al comercio una persona por familia. Luego aumentamos las precauciones y solo permitimos un cliente por vez”.
Cuando se conoció del primer caso de COVID-19 en Nuevo Berlín “la gente salió a comprar, a abastecerse. El teléfono no paraba de llamar, porque también tenemos reparto. Con los días se fue normalizando y ahora la gente viene de a poco”.
Esto llevó a que no se redujeran las ventas, como ocurre en otros rubros, pero “ya no se aprecia que la gente se mueva como antes. Las familias tomaron medidas y uno solo sale a realizar las compras”.

IMPARABLE AUMENTO DE PRECIOS

En la farmacia Los Mellis un tapabocas descartable de tnt cuesta 45 pesos; uno de tela lavable 80 pesos; un litro de alcohol 450 pesos y una caja de guantes de látex 750 pesos. Si se prefiere comprar solo un par, 15 pesos.
Melisa Díaz se sorprende por el aumento de precios tanto por la permanente demanda. “En tapabocas solo me van quedando los comunes de tela tnt simple. El miércoles llegaron también de tela, pero se vendieron en un ratito. Anda mucha gente buscando tapabocas; la demanda no cesa”, cuenta.
Detrás del mostrador, y guardando el distanciamiento social, dice que aquel primer día de coronavirus en Nuevo Berlín “fue impresionante la demanda de todo. Y no teníamos nada”. Desde entonces no ha sido sencillo conseguir todos los implementos cuyo uso se sugiere como protección ante la pandemia, además del lavado de manos con jabón y el distanciamiento social. “Algo de alcohol conseguimos porque la droguería que nos provee nos ofreció. Pero hoy mismo tuvimos que hacer otro pedido. Guantes llegaron el miércoles y queda muy poco”.
Por otra parte, aquellos medicamentos a base de paracetamol “se vende fraccionado y termómetros de a 10 unidades por pedido. Son cosas que la gente pide continuamente pero no tenemos, o nos resulta difícil acceder”. El paracetamol saltó nuevamente a la actualidad después que algunos sectores médicos indicaron que el ibuprofeno podría ser un factor agravante en el caso de coronavirus. Y aunque eso fue negado rotundamente, “la gente no lo lleva. Incluso si necesita antigripales, pide que incluya paracetamol. Es muy difícil explicarlo y bueno, la gente compra lo que cree le da más seguridad”, sostiene Melisa Díaz.

UNA DUDA QUE CARCOME

Solo queda desandar el camino al equipo de EL TELEGRAFO que integran también el fotógrafo Milton Cabrera y Alejandro Vetorazzi como chofer. El lugar donde hace 145 años –celebrados apenas con una ofrenda floral colocada en solitario por la alcaldesa Olga Malagre el 16 de marzo pasado, ya en plena crisis coronavirus– gracias a los hermanos alemanes Richard y Karl Wendelstandt se instaló Nuevo Berlín, sigue pareciendo un remanso de paz.
Inevitablemente se percibe entre los habitantes, más allá de su espíritu positivo, un particular nerviosismo. No por los tres casos de coronavirus en la comunidad. Por algo mucho más profundo, por no conocer dónde comenzó todo; dónde, cuándo, cómo ocurrió el primer contagio. Cuestiones que parecen rondar en sus mentes como en sus corazones. Siguen adelante, toman precauciones, se apoyan entre sí. Pero la pregunta sigue ahí, como el primer día.