En sesión por momentos caótica, la Junta aprobó el decreto de exoneraciones departamentales

La sala de la Junta Departamental incluyó la bancada de Prensa y ambulatorio para mantener el necesario distanciamiento entre los ediles.

Todos con tapaboca, ediles, funcionarios, periodistas. Todo el que entró a la sala extendida de la Junta Departamental pasó por la medición de temperatura corporal. Tras dos meses de interrupción y aún en emergencia sanitaria, el legislativo departamental retomó sus sesiones ordinarias. Un edil en cada banca doble, distanciamiento; la bancada de Prensa y el ambulatorio se sumaron al Plenario para que pudieran estar todos los ediles, aunque sin suplentes. La prensa en la barra y el público impedido de ingresar. Todas las precauciones tomadas.
Raquel Medina asumió la presidencia, a solicitud del titular Hermes Pastorini, pues este quería participar de la media hora previa, donde los ediles exponen libremente. En su caso, hizo referencia a la Marcha del Silencio y reafirmó la necesidad de continuar buscando hasta que se sepa de todos los desaparecidos y hasta que el último culpable del terrorismo de Estado sea condenado, sin importar su edad.
Edgardo Quequín, del Partido Colorado, fue uno de los primeros en hablar, haciendo referencia precisamente a la pandemia de coronavirus y cómo esta ha cambiado la realidad y cómo modificará el futuro de la sociedad. En el caso de la Junta Departamental pidió que se fuera más concreto, se discutiera menos, se dejaran de lado posiciones partidarias extremas.
Tras la media hora previa, Pastorini volvió a la Presidencia. Si solo hubiera podido imaginar lo que sucedería en las siguientes dos horas y cincuenta minutos -la sesión incluyendo la media hora previa duró 3:20 horas- quizás se hubiera quedado cómodamente sentado en su banca.
Porque con tapaboca y todo, los ediles volvieron a los gritos, a los enfrentamientos, a discutir hasta lo que iban a a votar afirmativamente. La sesión incluso tuvo sus cinco minutos de furia previo a la votación del proyecto que introduce exoneraciones tributarias municipales y crea el Fondo Departamental de Emergencia, y que fue aprobado.

“UN SALUDO A LA BANDERA”

El edil Marcelo Tortorella fue designado informante de la bancada opositora mayoritaria, como le gusta decir a los ediles del Frente Amplio. Aseguró que básicamente se trataba de “un saludo a la bandera”, con buenas intenciones pero con “gruesos errores en la redacción; quien escribió esto no tiene idea de nada”, y que poco iba a ayudar a las empresas porque “van a terminar dándose cuenta que para acceder a estos supuestos beneficios van a tener que gastar más que lo recibirán en exoneraciones”. Sin demora, desde la bancada del Frente Amplio se lanzaron salvas de fusilería, defendiendo al intendente de Paysandú “que tiene espaldas grandes”, al decir del edil Jorge Dighiero, desde que “esta Junta Departamental hoy está discutiendo algo que casi ninguna otra en el país tiene en el temario, porque esta Intendencia demuestra que está comprometida con los necesitados y ha establecido medidas concretas para ayudar a las empresas del departamento, cuando el gobierno nacional poco o nada ha hecho por ellas”.
Mauro Valiente (FA), con su clásica sorna, sostuvo que “Uruguay en algo es único en el mundo. Es el único país del mundo que aumentó las tarifas públicas durante la pandemia de la COVID-19”.
Tortorella en su exposición, de todas maneras, había anunciado que la bancada del Partido Nacional iba a votar afirmativamente el proyecto, porque estaban de acuerdo “con la exposición de motivos”.
Braulio Álvarez (PN) reafirmó la necesidad -expresada ya por Tortorella- de reformar el articulado pues su redacción contenía errores conceptuales y jurídicos. A su lado José Pedro Illia (PN) se preparó para exponer sobre cada uno de esos cambios. Pero aun no era su turno.
Francisco Gentile le ganó con contraflor al resto. Después de lamentar que “en el Fondo de Emergencia la única plata que hay es los 200.000 pesos que donó esta Junta y poco más” pidió la aplicación del artículo 63, que da por terminada la discusión y pasa a la votación.

LOS CINCO MINUTOS DE FURIA

Fue entonces, en ese instante, que comenzaron los cinco minutos de furia, que incluso desconcertaron al “Conejo” Pastorini. Illia golpeó su mesa con una gruesa carpeta y muchos recordaron cuando en una ocasión similar -no pudo hablar- se fue insultando a viva voz a Pastorini. Pero no, esta vez el furioso no fue él.
Ignacio Ifer gritaba por aquí, Braulio Álvarez por allá y Marcelo Tortorella en el centro, gran protagonista de la pelea verbal. “Usted habló de los desaparecidos; ahora ha hecho desaparecer a toda esta bancada porque no le permite hablar; usted es un torturador”, gritó cuán alto pudo.
El Frente Amplio pedía que se votara porque ya se había aprobado el artículo 63; Carlos Balparda (PN) tras lanzar contra su banca su máscara protectora intentó hacerse oír pidiendo que fuera nominal la votación. Álvarez se quejaba que “el artículo 63 es el comodín de la Junta ahora; nunca nos dejan exponer ni discutir”.

EXPULSADO TORTORELLA

Pastorini expulsó del recinto a Tortorella e inició una accidentada votación a mano alzada. Con 19 votos en 30 ediles, el cuestionado proyecto de decreto quedó aprobado y liberó el camino para que hoy sea promulgado por el intendente Mario Díaz.
Tortorella se quedó en su banca un poco más. Illia, con voz pausada habló del reglamento interno y de que su aplicación correcta hubiera evitado el enfrentamiento. Finalmente Pastorini aceptó que se fundamentara el voto. Pero cuando Tortorella quiso hacerlo se lo prohibió. No le dio la palabra. Ifer dijo que “usted no puede impedir que un edil se exprese. ¿En qué norma se basa?”. Al final, Tortorella viendo que todo empeño de expresarse era fútil dejó su banca y se fue diciendo “sigue torturando”.
El resto de la sesión mostró a Pastorini agobiado, cansado de tantas discusiones. Los asuntos entrados y las comunicaciones fueron consideradas algunas en bloque y otras por separado, motivando nuevas escaramuzas. “Señores ediles, señores ediles” se quejaba Pastorini, pero todo parecía derrumbarse. Amenazó con determinar un cuarto intermedio para dar por concluida por anoche la sesión, lo que finalmente no hizo.
Como pudo a las 23.20, con el alivio del último competidor que llega a la meta pidió el artículo 28, “de comunicación inmediata” y dijo la frase en la que estuvo pensando todas esas horas: “Se levanta la sesión”.