La escuela en casa, de verdad

Rubén (7 años) extrañaba mucho su escuela y le preguntó a su madre cuándo iba a “terminar el coronavirus”, algo que ella no supo responder y ni siquiera podría haber sabido responderle ningún científico. Esa pregunta le quedó revoloteando en la cabeza a Angelina, quien es una mujer a la que le gusta mucho emprender.
Fue así que tomó unas tablas y nailon que tenía en su hogar y le hizo la escuela en su propio hogar, ubicado en Piedras Coloradas. La adornaron con recortes de Revista Gurises de EL TELEGRAFO, y es allí donde pasan gran parte del día, realizando las tareas que les manda la maestra vía plataforma.
Pero no es una ida “así no más” a la escuela. No. Rubén se pone la túnica y la moña, y Angelina se pone la túnica también y hace las veces de maestra. “Él está feliz, motivado y extraña un poco menos”, dijo la madre, orgullosa.
“Sin ningún tipo de vergüenza lo digo, él no sabía mucho leer ni escribir y ahora estoy tratando de cumplir con el rol de maestra. Está aprendiendo bastante bien a leer, se anima un poco más”, contó la madre. La idea de todo esto surgió para “que no pierda la motivación de lo que es ir a la escuela; nosotros los grandes entendemos un poco más por qué no se pueden hacer algunas cosas, pero ellos, los más chicos, no”, indicó Angelina.
“Estoy contento con mi escuelita, pero igual extraño la escuela de todos los niños y quiero que todos estén bien para volver”, dijo Rubén.
Pero Angelina no estuvo sola en la creación de la casa, sino que también contó con la colaboración de Ruben, quien, pese a su corta edad, ayudó a pintar las tablas dentro de la escuela, realizó algunos dibujos y recortó algunos materiales de la revista que le gustaron para poner en su escuelita.
“Me pide que le ponga piso porque el que hay es de tierra, algunas cosas vamos haciendo pero tampoco tenemos mucho”, comentó Angelina. “Rubén me decía que capaz que alguna otra mamá hacía escuela para otros niños, yo le dije que no sabía y preguntaba si podían ir a la de él, porque capaz que les iba a gustar”, contó.

APRENDE JUGANDO

La mejor manera de aprender es jugando. Y eso lo tiene claro Angelina, por eso tienen un tiempo para jugar y otro para aprender. “Tocamos la campana, salimos a comer la merienda y luego volvemos a entrar”, contó; “al ser un juego él se siente más motivado”, dijo.
Es más, a veces se les hace tan tarde que tienen que prender velas para poder ver y seguir estudiando y realizando ejercicios. “Él está muy contento, y ese era el objetivo principal”, dijo orgullosa.