El desafío de la ayuda inteligente

Es sabido que la resolución de una ecuación, del tipo que sea, crece en sus dificultades a partir de la cantidad de incógnitas que contiene.
Más allá de las matemáticas, este criterio sirve para todos los órdenes de la vida, porque se pasa de las certezas a las especulaciones sobre supuestos que se prevé o espera se puedan dar, con lo que se incrementa el número de posibles resultados y su diversidad en base a cómo evolucionan las variables o la combinación de éstas.
Este es precisamente el escenario que se presenta a partir de la pandemia de COVID-19, dado que además de la heterogeneidad de situaciones propias en cada país y región, aparece la interacción entre esos países y la evolución de la propia pandemia en forma simultánea, lo que acumula incógnitas que afectan en forma contundente cuantas previsiones se hagan, más allá de los modelos que se ensayen.
No puede extrañar por lo tanto que una pléyade de economistas, en forma individual o integrando equipos, de acuerdo a cada organismo o país, esté analizando las perspectivas de la economía pospandemia cuando todavía subsisten tantas incógnitas, en el entendido de que el poder anticiparse al escenario que sobrevendrá implicaría salir mejor perfilado para la denominada “nueva normalidad” que incidirá sobre la realidad socioeconómica mundial.
En este contexto, se ha conocido un informe reciente de Perspectivas de la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en inglés) que recoge el Financial Times, que aborda esta problemática, con las salvedades del caso, que apuntábamos.
Entre otras conclusiones, advierte que el COVID-19 representa “el más adverso choque en tiempos de paz para la economía global en un siglo”, con el agregado de que esta recesión es la primera que se da desde 1870, es decir hace 150 años, causada exclusivamente por una pandemia.
Una de las conclusiones más destacadas del informe es la escala de incertidumbre acerca de lo que nos deparará el futuro, desde que lo único seguro es que estamos ante una contracción económica mundial y solo caben especulaciones sobre cuándo y cómo se saldrá para retomar el rumbo prepandemia, si esto es posible, o si de entrada se emergerá con otras condicionantes por ahora imprevisibles.
A la vez, el hecho de que todavía se está en medio de la pandemia, con una evolución que podríamos catalogar como de “estado reservado” en términos de medicina, es un factor distorsionante para partir de algo concreto en cuanto a las previsiones, es decir los cimientos de base.
Y si este es un aspecto que aporta confusión e incertidumbre en general, mucho más lo es para los países que no tienen espalda financiera y se encuentran en el subdesarrollo, como ocurre con los denominados países “emergentes”, es decir aquellos que pretenden asomarse con algún protagonismo, pero cargados de problemas propios y de inserción por sus vulnerabilidades.
Incluso en estos países hay una gran heterogeneidad de situaciones respecto a la pandemia, por cuanto algunos la están peleando muy bien, como Uruguay, en tanto otros –por situarnos en el barrio– tienen decenas de miles de muertos, como Brasil, mientras Argentina la está más o menos sobrellevando con cuarentena a costa de enterrar aún más su maltrecha economía, con deuda impagable y un aparto productivo postrado, nada menos.
Pero por regla general, en los países en desarrollo, sin recursos económicos y espalda financiera, las medidas para contener la enfermedad –y la crisis– son particularmente difíciles de implementar, habida cuenta de la dependencia de muchos de sus ciudadanos de los trabajos en el sector informal y las limitadas capacidades sanitarias y fiscales de los gobiernos.
A los problemas para enfrentar la enfermedad se agrega el hecho de que estas naciones son extremadamente vulnerables a las crisis económicas mundiales, en tanto tomadores de situaciones y exportadores fundamentalmente de materias primas. Precisamente por la pandemia se ha registrado un desplome de los precios de los commodities, con una gran reducción de ingresos en el turismo, y la caída del comercio mundial, entre otros elementos.
El subdesarrollo, escasa infraestructura, déficit fiscal, poca capacidad tecnológica y disponibilidad financiera son factores condicionantes para hacer frente a la situación en tiempos normales y mucho más lo son en esta particular coyuntura, por cierto, con la perspectiva de retorno al crecimiento en 2021, pero con niveles que no llegarían a los de 2019 antes de 2022, y ello tiene que ver con una “recesión severa asociada con pérdidas altamente persistentes en la producción, habida cuenta de que los bajos niveles de uso de la capacidad desaniman la inversión y dejan un legado de capacidad obsoleta”, advierte el informe.
A su vez las expectativas de un crecimiento futuro débil, desalientan la inversión y así se vuelve a lo que se denomina una profecía autocumplida.
Sin embargo hay una respuesta infalible, y tal vez única: inyectar dinero y promover la inversión, para pasar del círculo vicioso a uno virtuoso que acelere la capacidad de recomposición de la economía, por lo que es preciso contar con fluida ayuda internacional que opere como factor catalizador, propicie la creación de riqueza y avente el fantasma de una recesión instalada quien sabe por cuánto tiempo.
El punto es que esa canalización de recursos requiere de una administración inteligente en cada destinatario de esta ayuda, dirigiéndola a potenciar emprendimientos que generen fuentes de trabajo en las áreas clave, para una recuperación rápida y sostenida. Igualmente, habida cuenta de la interacción, la globalización de la economía mundial, es impensable que se pueda tener éxito si este espaldarazo no es más o menos generalizado y se pueda promover así una mayor demanda de bienes y servicios que dinamice la economía y el consecuente intercambio comercial.
El gran instrumento es por lo tanto la ayuda inteligente a cuenta de resultados, porque es la forma de asegurar el retorno en dinamización que avente definitivamente el efecto coronavirus en la economía.
Ahora, el pasar a la instrumentación cumpliendo con los objetivos, será el gran desafío del momento, y seguramente el tema principal que debería estar presente en los foros internacionales.