Escenario complejo en la enseñanza

Por cierto que la pandemia y las medidas adoptadas por el gobierno para tratar de contener la expansión del coronavirus, entre un sinnúmero de aspectos ha tenido como consecuencia un trastrocamiento total en la instrumentación de programas por la suspensión primero y posterior reinicio dosificado y voluntario de clases en las respectivas ramas de la enseñanza, al punto que todavía están suspendidos varios cursos presenciales, como es el caso de la rama terciaria.
Como era de esperar, el reinicio paulatino ha comenzado desde el Interior, en primer lugar porque en muchos departamentos la pandemia ha dado lugar a muy pocos casos, –en algunos departamentos ha habido cero caso– pero también porque hay una disposición muy aleccionante, entre docentes y funcionarios de la enseñanza estatal, a reintegrarse a los cursos para no perder más días, lo que contrasta con la actitud de sindicatos de la capital, donde todo indica que las prioridades no pasan por el alumnado, sino por consideraciones político – ideológicas.
Tenemos una educación que sobre todo a nivel del Estado –en el ámbito privado el panorama es distinto– se ha deteriorado a ojos vista todos estos años, y lejos de abordarse en forma contundente respuestas a este déficit, desde los gobiernos del Frente Amplio se han generado lineamientos que agregan problemas en lugar de solucionarlos, más allá de las intenciones.
Entre otros aspectos, en los quince años de gobierno de izquierda a través de la Ley de la Enseñanza lo que se hizo fue dotar de mayor poder a los gremios en la conducción de la enseñanza, un contrasentido que determina que sean juez y parte en una problemática que los involucra directamente, y naturalmente, como es la esencia de la creación de los gremios, se han centrado en defender sus intereses y no el interés general.
Respecto al panorama del sector, a lo que ha podido hacer en este período tan complicado y las perspectivas, el presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) Prof. Robert Silva, representante del Partido Colorado –del que fue candidato a la vicepresidencia en las últimas elecciones– evaluó para Montevideo Portal que se encuentra “como ese tipo que entra a su dormitorio pensando en barrer, limpiar, pintar las paredes, cambiar las luces y remozarlo por completo y justo, justo, se le rompe la cama. Antes de todo lo que tenía anotado hacer, debe priorizar arreglar la cama donde duerme”.
Recordó que tras asumir el 1º de marzo, el 14 del mismo mes se suspendieron las clases en consulta con las autoridades que todavía estaban ejerciendo desde el gobierno anterior y cuando llegó el 19 de marzo recién se habían suspendido las clases, pero había una situación muy preocupante que fue el servicio de alimentación de los niños.
Valoró asimismo que en momentos de gran incertidumbre, ha quedado más visible el valor de la escuela pública uruguaya. “Mientras muchos suspendieron sus actividades y se fueron para la casa, las maestras y los funcionarios de la educación siguieron turnándose para brindar el servicio de alimentación por viandas. Lo segundo fue esto: la vuelta a las escuelas rurales. Muchos dijeron que era un error, que íbamos a generar un problema a nivel nacional porque la pandemia se iba a extender, y sin embargo, dialogando y negociando, logramos establecer un protocolo, y paulatina y escalonadamente logramos todo un proceso”.
A ello se fue agregando posteriormente el reinicio de clases en otros sectores de la enseñanza, quedando Montevideo como el último lugar para esta paulatina normalización, y no solo por dificultades operativas por el tamaño de la ciudad, sino en buena medida por la resistencia de los sindicatos a reiniciar las clases.
Por supuesto, ha tenido gran incidencia en esta resistencia el hecho de que los docentes siempre cobraron normalmente sus sueldos, contrariamente lo que ocurría en la actividad privada, y por lo tanto no ha habido una motivación económica que los urgiera para volver a sus tareas. Ello explica que se antepusieran uno y mil reparos por motivos de “protocolo” para proteger la salud cuando en el sector privado las cosas se hicieron diligentemente y sin problemas, cumpliendo con los protocolos necesarios pero con la prioridad puesta en la enseñanza y no en consideraciones accesorias.
Reconoció asimismo que más allá de la significación del instrumento, no se ha llegado al 40% en la cantidad de estudiantes que han estado conectados al Plan Ceibal y la educación remota, y en las últimas semanas incluso descendió a tres de cada 10 alumnos, en tanto muchos menos todavía fueron los que realmente hicieron las tareas. Según datos del Plan Ceibal, en las últimas dos semanas de mayo, la conexión fue cada vez menor y en Primaria, por ejemplo, solo del 26%.
Silva subrayó que este “fue uno de los motivos por los cuales queríamos volver a clases presenciales cuanto antes”, a lo que debe agregarse que han sido insuficientes los porcentajes de los alumnos que están conectados a algún sistema, con el agregado de que “cuando vas a un medio efectivo de enseñar y aprender, donde está probado que la educación a distancia se desarrolla a través de plataformas educativas, la cuestión se te cae drásticamente. La escasa conexión con el Plan Ceibal fue uno de los motivos por los cuales queríamos volver a clases presenciales cuanto antes. Así sea esporádicamente, en forma perlada un día sí y un día no.
Asimismo, “la situación es muchísimo peor en el Consejo de Secundaria o en UTU. Era vital volver a clases por tres cosas que hemos definido: primero, tener a ciencia cierta y de la mayor manera posible evidencia sobre la vinculación de nuestros estudiantes a este proceso, cuál ha sido. Segundo, tener evidencia sobre el avance curricular que hubo, qué grado de cumplimiento de los distintos objetivos. O sea, en criollo, qué aprendieron. Y tercero: evaluación. Y no hay que tenerle miedo a la evaluación. En esa evaluación, ¿vamos a decir quién pasa y quién no pasa? No. Esta evaluación es para lograr evidencia sobre qué hemos logrado aprender y a partir de ahí tomar decisiones informadas”.
Bueno, en este año del COVID-19 los sectores más desfavorecidos, en contexto más crítico, fueron precisamente los que menos se conectaron, por lo que la iniquidad aumentó y se amplió esa brecha.
Y en un país en el que uno de los graves problemas refiere a que el ciclo educativo –además de la calidad de la educación–, solo lo culminan poco más de cuatro de cada 10 estudiantes, evidentemente hay mucho por hacer. Debe abordarse, como dice Silva, un drástico cambio de matriz, incluyendo tanto la matriz curricular y de funcionamiento de los centros educativos, como la formación de los docentes y las herramientas que estos tienen para el ejercicio en su función.
Es decir, algo a tono con lo que proclamó Vázquez al inicio de su gestión de “cambiar el ADN de la educación”, que no le dejaron hacer los gremios de la enseñanza, pese a su afinidad con el Frente Amplio, y sectores opuestos desde la propia izquierda en el gobierno, que obligaron a la renuncia de los técnicos que había designado el entonces presidente para que lideraran esta transformación que sigue postergada.